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Después de dos días de descanso hasta el cansancio del festival deportivo había desaparecido de los jóvenes que formaron parte de él. Y la lluvia des daba la bienvenida a la academia.


El joven pecoso caminaba a paso tranquilo con una sombrilla cubriéndolo, era temprano y estaba algo desorientado, quizá por la melancolía que causaba la lluvia en algunos o porque anteriormente mientras viajaba en el tren había sido adulado hasta el agobio por múltiples personas debido a su esfuerzo en el festival deportivo.

Aunque estuviera algo emocionado por ser reconocido, por lo que sonreía aún estando solo, su cansancio debido a aquel abrumador momento de fama era considerablemente mayor.

Mientras seguía con su camino en dirección a la academia pudo visualizar la delgada espalda de su compañera que reconoció fácilmente gracias al resaltante paraguas que tenía impregnado el apellido Hanamoto junto al logo de una flor de loto.

De igual forma pudo notar que ella no avanzaba de su lugar, estaba parada en la entrada, como si estuviera absorta observando el caer de la lluvia.

-¡H-Hanamoto! -Apresuró su paso con la intención de acercarse a ella-. ¡Buen día!

-Buenos días, pequeño héroe -al escucharlo la muchacha se dio la vuelta mostrando una sonrisa para corresponder al saludo, entonces el de grandes ojos notó como su larga y negra melena se denotaba rebelde y rizada, contrario a lo que acostumbraba, pese a estar recogida-. No es como si hoy no me hubiera fijado en mi físico; la humedad lo pone de esa complicada forma -canturreó con un tono ignavio refiriéndose a su cabello, para bien o para mal su compañero no era muy discreto.

-Y-ya veo... ¡No, espera, no es como si hubiera creído que hoy no te ves bien! -negó con desesperación por una idea que él había levantado-. Te queda... te queda bien e-el cabello así -estaba sumamente avergonzado, su cara enrojeció tanto que la Hanamoto pudo ver cómo pasó de ser un brócoli a una fresa -por el rojo de su rostro y las pecas que adornaban sus mejillas-.

Era la primera vez que decía algo como eso en voz alto, no solía hacerle ese tipo de halagos a nadie más que a su madre así que, aunque fuera bastante simple, para él era de lo más vergonzoso. Más que nada lo ponía nervioso pensar en cómo sería recibido o si sería aceptado por ella.

Si la hacía sentir incómoda o mostraba una expresión de asco entraría en un estado de pánico y empezaría a pensar que debería contarse la lengua. Así de nervioso lo hacía sentir una escena tan sencilla.

La acostumbrada expresión facial de Hanamoto lo reconfortó y estabilizó. Se dio cuenta que ella no respondería bruscamente ni demostraría asco hacia él, ella era más apacible que eso.

-Agradezco el cumplido -por un guiño Midoriya quiso cavar un hoyo y enterrarse-. Creí que su timidez disminuiría luego de que el señor héroe nos presentó formalmente, ¿o lo que siente es más como ansiedad? -inquirió-. Supongo que no es fácil de superar, uh.

-L-lo siento por eso.

-No está bien disculparse por sentir -se apresuró a decir. Por alguna razón su voz sonó más impostada de lo que planeó, dándose cuenta trató de distraerlo mostrando una sonrisa.

-Ah, sí, lo... está bien. -Corrigió sus palabras antes de meter la pata-. Por cierto, Hanamoto, quería hablar contigo sobre algo, só-sólo si no es mucha molestia y si quieres claro está.

-No es molestia; estoy dispuesta a prestarle un oído si lo que desea es hablar o una mano si lo que necesita es ayuda. Mientras pueda hacerlo, lo haré -aseguró continuando su caminata para que él hiciera lo mismo, como siempre sus palabras eran cálidas-. Puede platicarme sobre ese tema en receso, o si se trata de un asunto delicado y necesita más privacidad, ¿quiere ir a una cita conmigo?

Ikiru || BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora