› › N i n e t e e n ‹ ‹

3.1K 347 71
                                    

Con el motivo de relajarse Hanamoto se las arregló para ser la última en entrar y salir a la hora del baño. Esta vez no hubo un inoportuno parecido a que la hora del baño de las chicas y de los chicos coincidieran, así que no tuvo que estar atenta ni a los movimientos ni a los murmullos que ocurrían al otro lado de aquél gran, pero poco denso, muro que separaba ambos baños.

Esta noche la Hanamoto no estaba dispuesta a tener que preocuparse por sus compañeros, ella estaba en búsqueda del sueño.

En una de sus citas médica el doctor, en un desesperado intento por el que la chica buscara otros métodos para dormir, le contó varios consejos; le había dicho que en la calmada oscuridad de la noche el agua tibia y el armonioso silencio podría traer paz, y si se le sumaba un vaso de leche tibia creía que a la vez atraería el sueño. Por supuesto para relajarse debía de "apagar" aquél principal motor que la mantenía alerta: su quirk. Después de todo sentir todos los movimientos que ocurrían a su alrededor no era del todo sano. Llevándose de los consejos del médico había hecho todo lo dictado con el único propósito de poder descansar y no ser una vigía nocturna.

No sentía ningún movimientos; No podía leer la mente de nadie pues no había persona alguna en su campo de visión; No había ningún pensamiento en su mente. No sólo estaba sumergida en el agua, también lo estaba en la completa nada.

Usualmente ella iría más con lo seguro; pastillas para dormir. De hecho se había hecho dependiente de éstas casi todas las noches, pero no era una buena idea tomarlas fuera de casa ni en una ocasión en la que cualquier momento podría volverse inseguro. No era una paranoica, pero si habían sido atacados en la misma U.A. no era imposible, sino lo contrario, que ocurriera allí en medio del bosque donde la ayuda tardaría en llegar.

Sacó su cabeza del agua. Gracias a que se había recogido el cabello en un tomate y su flequillo estaba sostenido hacia atrás por un par de trenzas agarradas con el resto no tuvo necesidad de utilizar la secadora de pelo que había empacado. Salió del agua por completo dejando relucir su pálida piel, puesto que no había nadie más en el baño, y probablemente ya todos sus compañeros dormían plácidamente, no tenía importancia que estuviera desnuda. A excepción del frío poco le importaba los demás factores.

Su cuerpo se sentía mareado y sus ojos adoloridos, pero lo más letal sería que su mente se desquiciara y su organismo entrara en shock (habían pasado dos noches pero no esperaba poder dormir pronto). Su cerebro ya estaba dañado, pero si no se eliminaban correctamente los productos de deshecho éste acabaría saturándose, lo que sin duda causaría muchísimos problemas. Por esto buscaba soluciones para el percance llamado insomnio.

Por un segundo se detuvo a mirarse en un espejo que sólo reflejó su rostro. Al no estar maquillada ni haberse podido arreglar sus ojeras se denotaban profundas pese al trato que les daba, tanto así que esa profundidad de tonalidad diferente a la de su piel era lo que más resaltaba de su rostro. Le restó relevancia, estaba bien mientras nadie más las viera.

En el proceso de ponerse la pijama sintió su cara arder ligeramente, mas no creyó tener fiebre. De camino al dormitorio femenino compró una clase de bebida lactea en una máquina sólo para completar al pie de la letra lo que le aconsejó el médico. Aunque se la bebió realmente nada de lo que hizo funcionó, a lo mejor ese tipo de cosas no funcionaban contra su recurrente insomnio.

Quién sabía, quizá podía aprovechar para esperar el alba haciendo los ejercicios que tenía para mañana y así tener ese día de descanso para así volver a intentar dormir, a lo mejor volviéndose una especie de ser nocturno le iría mejor. De todos modos ya estaba rondando por ahí tal y como lo haría un fantasma, como si fuera la leyenda mística –por no decir maldición– del campamento.

Ikiru || BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora