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La primavera llegó como una brisa de pétalos. La tan ansiada temporada atrajo cosas nuevas para algunos jóvenes, entre ellas el fin de la época de secundaria y el inicio de la preparatoria. Y bien se podría decir que los que tendrían un cambio más contundente serían aquellos estudiantes que habían aprobado para entrar a los cursos heroicos. Ellos representaban el comienzo de toda una nueva generación de héroes.

Inmediatamente bajar del auto en el que había sido transportada se dispuso a encontrar su aula siendo guiada por algunas indicaciones. No fue sorprendida por el tamaño de la academia ni los alrededores, le pareció preciso e inclusivo, y tampoco apreció de más el lugar.

Había oído sobre los resultados de los exámenes y no le sorprendió saber que menos de uno entre cada trescientos postulantes habían podido ingresar. Después de todo U.A. era la más aclamada academia en Japón, si su promedio de estudiantes ingresados era alto y admitía a cualquiera que lo deseara dejaría de ser tan prestigiosa.

Según los cálculos que había hecho previamente mediante esa mismas estadísticas estaría compartiendo la clase con al menos unos 20 compañeros. No tenía ninguna expectativa o idea de con quiénes trataría, sólo sabían que tendrían que convertirse en la elite si querían mantenerse allí. De todos modos ese siempre era su objetivo principal.

Pronto sus ojos encontraron la puerta de su clase; 1-A. Una puerta con un diseño ostentoso y gran tamaño, que fácilmente le triplicaba la altura.

Antes de que pudiera entrar al aula un chillido la distrajo. Guiada por el grito a sus espaldas se giró sólo para conseguir chocar miradas con unos grandes ojos verdes y encontrarse con una expresión que demostraba sorpresa mezclada con nerviosismo, el reconocimiento entre ambos había sido casi automático.

«Lo encontré.» se dijo a sí misma.

La reacción de él al reconocerla cuando estuvieron frente a frente fue más que un poema. Las pupilas se le dilataron, de manera inconsciente la soberana aura contraria lo hizo retroceder unos pasos sin apartar sus ojos de ella, fue casi como si reconociera la diferencia entre sus estatus tan sólo dándole un vistazo.

Justo antes de encontrársela él había estado pensando curiosamente en su persona. Se había imaginado que, probablemente, podía volver a verla y más en esa academia, pero esa idea no pudo detener su reacción de sorpresa cuando sus pensamientos funcionaron como atracción.

Aunque durante el incidente de hacía ya un año, que había quedado plantado en su memoria por múltiples motivos, no fue capaz de ver su rostro con claridad pudo reconocerla con rapidez mediante las fotos que aparecían tanto en el periódico o la red. Pero verla en persona era algo totalmente distinto en comparación; las fotos no le hacían justicia a su belleza.

Ella era notablemente más alta que él, una diferencia de aproximadamente unos 10 centímetros. Su cabello azabache estaba perfectamente alisado y recogido en una coleta alta, su piel era tan clara y lisa que parecía estar pálida, y llevaba el uniforme perfectamente acomodado, dándole un aura correcta, ajustado en la parte de su estrecha cintura haciéndola ver aún más esbelta. Debido a su aspecto y delgada figura ella daba la impresión de ser frágil como un flor, pero de antemano él había admirado la fuerza y el valor de la joven.

No sabía si era su memoria jugándole una broma, pero casi podía asegurar que sus ojos eran de otro color y no de ese actual tono sangriento. Incluso sentía que lo que transmitían aquellos era distinto, ahora su mirada era apagada pero penetrante y juguetona, de manera que sus ojos parecían estar juzgándolo en silencio.

Ikiru || BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora