› › T w e n t y - f o u r ‹ ‹

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En la sala común, donde se reunieron las chicas, Ashido y Hagakure comentaban lo duro que les parecían los entrenamientos, que, a pesar de que había transcurrido menos de una semana, el ambiente se sentía verdaderamente como un campo militar (aunque ninguna de ellas había estado en uno antes). Entre quejas y preguntas sobre los movimientos especiales, que si ya habían desarrollado alguno, qué tan claro lo tenían, si sus quirks se habían fortalecidos, Hanamoto se preguntó cuándo el tema del amor tuvo el espacio para surgir.

Uraraka sólo dijo que su corazón se sentía extraño, y justo cuando Hanamoto pensó en indagar en el historial médico de su familia por eso de problemas cardiacos a temprana edad, Ashido mencionó, o más bien aseguró, que la castaña estaba enamorada. Ese comentario hizo que Hanamoto se mordiera la lengua, pues, aunque según su sentido común las enfermedades cardiacas eran una apuesta segura, para las jovencitas ese tema, además de ser más gustoso, les resultó más convencional. La eufórica reacción de Uraraka, a quien le resultó tan repentina la cuestión que hasta terminó flotando, y el como negaba rotundamente el estarlo funcionó más como afirmación para Mina.

—No es bueno presionar tanto —comentó Tsuyu intentando liberar a su amiga de la incomparable insistencia de Ashido.

Ashido soltó un bufido, después de un tiempo esperando había atrapado uno de sus temas favoritos y no quería sólo dejarlo ir. Así fuera tachada de manipuladora traería el tema del amor a la mesa antes de que se fueran a dormir.

—¡Hana-chan! —Exclamó como si fuera su as debajo de la manga— Tú puedes leer los pensamientos de las personas, ¡así que sabes de quién Uraraka está enamorada!

—¡Mina! —Le reprocharon Yaoyorozu y Jirō a la vez.

Como respuesta Hanamoto alzó la mano esperando que esperara a que se bebiera su taza de té. Entre las miradas espectantes pudo sentir como los latidos de un corazón se alzaba con fuerza de entre los otros.

—Está en lo correcto, podría hacerlo —habló una vez terminó—. Pero no estaba prestando atención, así que no lo sé y menos voy a invadir su privacidad, perdón —concluyó antes de que Uraraka saliera por la ventana del pánico.

No mentía, el tema de amor no eran sus aguas, pero tampoco intentó averiguarlo pues no quería que a su compañera le diera un infarto.

Algo curiosa llevó una mano hacia su pecho, pero como siempre sus latidos tenían una frecuencia saludable de no más de 60. Quizá un ritmo lento para alguien de su edad, pero por su condición los médicos lo catalogaban como "saludable". Ese feroz o pausado latir cuando se pasaba por una experiencia de nervios, miedo o adrenalina su corazón nunca la había experimentado, su ritmo variaba únicamente cuando estaba agotada al punto de quedarse sin aire. Al no necesitar cardioaspirinas lo consideraba un «bien por mí».

Antes de que Ashido continuara con su insistencia o se lamentara dramáticamente, las otras le reprocharon con la mirada su impulsivo actuar. Sintiéndose acusada buscó una última víctima y, de forma más planeada que casual, sus ojos cayeron en Hanamoto quien estaba ocupada contando los latidos de su corazón.

—¡Hana-chan! —Volvió a llamar con más ánimo. Pudo notar que ese llamado preocupó a Uraraka, pero su sonrisa les hizo ver al resto sus intenciones no tan buenas— ¿Alguna vez tu corazón se ha sentido raro?

—¿A qué se refiere, Ashido? —Inquirió confundida.

—Deja de hablar en keigo, ¡incluso continúas hablándonos por el apellido! Suenas como si no quisieras involucrarte con nosotras.

Lo dicho por Hagakure no fue lo más agradable del mundo para ella, por más que se lo hubieran tomado como una broma menor. Formaba parte de ella el hablar de esa modo, pero no quería que pensaran eso sobre ella así no fuera totalmente falso.

Ikiru || BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora