Cap. 18: EL NUMERO 7

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No puedo más. Me lanzo a su boca, pero su mano me detiene. Frunzo el ceño contrariado pero ella aviva el movimiento de su mano.

¿Por qué? Jadeo internamente. Me sacudo para que me suelte, pero ella me agarra del pelo.

— Sin besos, segundón. — me enfurezco de la nada. ¿Cómo se atreve a llamarme segundón? Agarro sus caderas para intercambiar posiciones.

— Súbete ahora mismo ese maldito vestido. — escupo lleno de rabia.

Ríe divertida. — Ese no era el trato-... — pero yo la corto descontrolado por mi impulsividad.

— Súbete el puto vestido, Peyton.— se le ponen hasta las orejas coloradas. Se le escapa un pequeño jadeo al caerle los ojos. Así que abalanzo sobre su oreja. — Yo me encargo de tus bragas.

Se hace la remolona unos segundos hasta que por fin, hace lo que le pido.

— Has perdido. — sonríe satisfecha por habérmela jugado. Me pongo tan nervioso que no se ocultar mi decepción; no lleva nada...

Cabizbaja, empieza a bajarse la falda pero yo la retengo. — No. — escupo cegado por la excitación. Aún la tengo acorralada contra la pared de metal. —  Quieres esto tanto como yo, Peyton.

Tengo que tragar saliva para no perder la voz.

— ¿Eso crees..? — suelta haciéndose la interesante.

— No. — reduzco el espacio vital entre nosotros. — No lo creo, — mi mano desciende para colarse en el interior de su vestido. — lo sé.

Apenas llego a rozar sus labios que me empapo con su lascividad. Un escalofrío la recorre, pero yo la ayudo a controlarlo.

— Dime qué no, Peyton... — surco sus labios dibujando mentalmente su forma en mi memoria. — Dime que no quieres tenerme dentro. — le hablo muy cerca imposibilitándole moverse. — Atrévete a decirme... qué no.

Las piernas le temblaban. Sus respiración era entrecortada. Podía escuchar su corazón a mil latir a mil revoluciones por ahora, pero su orgullo por resistirse a lo nuestro: le podía.

— Suena divertido... — Sus labios se movían a cámara lenta mientras me susurraba. — pero te quedaste a 7 segundos, ¿recuerdas?— concluyó altiva escalando hasta mi oído. – Hasta que no me superés, seguirás siendo un segundón.

Mis manos se congelaron a la vez que cae mi mandíbula. Resultaba escalofriante la forma en que Peyton podía manipular mi estado de ánimo.

De un momento, me tenía a 200 por 100. Al otro, me hundía hasta llegar a lo más profundo de mis inseguridades.

<<7 segundos.>>

Se me seco la garganta de golpe. Me la quedé viendo observando cómo se acomodaba lentamente el vestido sin romper el contacto visual. Me quedé con la mente en blanco.

— Vaya. Ahora si te has molestado... — su tono de voz era distinto. Parecía arrepentida pero no iba a pedirme perdón. — Siempre puedes seguir entrenando-...

Sus nerviosos se vieron asaltadas por la llamada lejana de su novio. — ¡Peyton! ¿Estás ahí..? — volví a la tierra al ella contestar.

— ¡Sí! — su cuerpo se tensó de pies a cabeza. — ¡Ya salgo!

— Ha sido divertido, Kay-... — me miró por encima del hombro. Sus mejillas estaban encendidas. Humedeció los labios al decir mi nombre: aquella fue la gota que colmó el vaso.

— No. — reí cabizbajo — Tú no te vas a ninguna parte. — no era dueño de mis palabras. Ni tampoco lo fui de mis actos.

A Peyton no le dio tiempo a volverse que yo ya la jalaban por debajo de las piernas para cargarla sobre mi cintura.

— ¡Kay, no-..! Mmmph. — Intento retenerme pero le metí la lengua hasta el fondo. —Kay... — gruñía ella. Así que la empotre contra la fila de taquillas para bloquearla del todo. — Mmmmph NoOo-mph.

Su cabeza se negaba, pero su cuerpo respondía distinto.

La manoseé de arriba abajo consiguiendo que dejara ir todo su peso sobre mi. Poco a poco, dejó de resistirse y su lengua se unió a mi vals.

Fue peor de lo que jamás hubiese imaginado. Sus movimientos eran torpes y tímidos. Su aliento era fresco y dulce, descordinada e inexperta. ¿Acaso Peyton no sabía besar? Intenté no darle importancia y culpar al nerviosismo del momento. La he cogido por sorpresa y... ¡es nuestro puto primer beso!

Seguí buscando esa misma lujuria con la que me utilizo para masturbarse la primera vez en aquella fiesta.

Saboreé, mordí y chupé cada rincón de fuente de poder, convencido de que su boca, iba a ser mi perdición después de toda la tensión sexual acumulada. Pero acabé sintiéndome frustrado y algo decepcionado a todo decir.

Me dejo tan consternado que tuve que apartarme.

Ella se quedó paralizada con los ojos muy abiertos. Estaba apunto de llorar.

— ¿Peyton..-? — Me pegó un empujón y se limpió los labios con la mano. Estaba temblando.

— ¡Te dije que nada de besos! — medio grito lo suficientemente algo para cortarme sin que Allen pudiese oírnos.

Luego se evaporó igual a la primera vez que nos conocimos. Dejándome tirado con una erección de cuatro pueblos.

***

A veces sólo me hace falta que alguien comente para inspirarme 🤍💫

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⏰ Última actualización: Nov 20, 2020 ⏰

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