Si lo piensas bien: nos pasamos la vida entera escogiendo para poder encajar en la vida de los demás. Ciencias o humanidades, natación o rugby, café con leche o cortado.Elegir forma parte del modelo de negocio capitalista al que nos enfrentamos día a día.
Todos creemos tener el poder de decidir, pero al final la libertad de uno acaba cuando empieza la del otro. Traduciéndolo en términos mundanos, el sistema es una auténtica patraña y al final todo el mundo acaba por escoger el camino fácil. La cuestión es que siempre se puede elegir. Del bien y el mal ya hablaremos más adelante.
En el caso de Peyton, ella escogió mentir. Una de las decisiones que más despreció y odio en este mundo. Llamadme idealista, pero no soporto el engaño. Soy de los que defiende el ir siempre de cara. Mentir siempre acaba complicando más las cosas, incluso cuando se trata de proteger a alguien. Pero lo peor de todo no fue descubrir que Peyton mentía o que le ocultaba la verdad a su pareja. Lo peor fue que me convirtiera en cómplice a su ocultismo.
La primera vez que la vi, no comprendí lo que estaba haciendo: así que decidí hacer como si no existiera.
No suelo ser un tío borde, pero cuando entras en un sitio y la persona que estaba antes que tú te ignora, reaccionas de la misma manera, ¿no?
En realidad tampoco fue como suena. Peyton estaba demasiado inmersa en su propio mundo como para percatarse de que había dejado de estar a sola.
Me relamí los labios examinando su silueta.
Llevaba el traje de baño negro y amarillo del club de natación de East Hood. Esta claro que forma parte del equipo femenino, si no, Vincent –el conserje cascarrabias– no la hubiera dejado entrar a estas horas.
Trato de buscar algún rasgo que la identifique pero lleva el pelo recogido en el gorro reglamentario y está de espaldas a mi apoyada con los brazos contra la pared. Es una postura de lo más extraña.
Inocente de mi, supuse que estaría descansando las piernas.
Conozco a la perfección a todas las integrantes del equipo femenino y por la foto grupal que ha mandado Arty al grupo de whatsapp, estaban todas supuestamente en casa de Kansas.
Enciendo las duchas consiguiendo que reaccione.
Torciendo el gesto sobresaltada, hacemos contacto visual por milésimas de segundos; yo dejado que el agua me empape, ella colocándose las gafas.
Cuando me pongo el gorro ella ya se ha zambullido de nuevo en el agua iniciando una carrera de crol. Me tomo mi tiempo para llegar al trampolín de salto mientras examino su técnica. Su ejecución es perfecta, igual a la de Kansas, puede que sea algo más lenta pero sin duda podría llegar a convertirse en una rival digna en las competiciones de relevos.
Cuando me coloco en posición para saltar, la desconocida llega a mi lado dando una pirueta dentro del agua para volver por donde había venido. Es como si quiera desafiarme.
Espero que coja impulso y cuento vuelve a iniciar su rutina, mi naturaleza competitiva despierta aceptando su imaginario desafío. Sonrío colocándome las gafas y me lanzo aprovechando la inercia del salto para atravesar media piscina.
Cuando se percata de mi intenciones, acelera su velocidad convirtiendo mi estúpida tarde en una noche interesante. El subidón de adrenalina consigue hacerme olvidar mi rallada de antes. Estoy seguro de haber superado mi marca cuando toco la pared. Saliendo algo exagerado en busca de oxígeno, me vuelvo sonriente observando llegar a la chica misteriosa algo menos desbocada que yo.
— Eres rápida. — suelto buscando interacción por su parte.
Silenciosa, vuelve a colocarse en la posición que la encontré antes sin decir una palabra.
— No deberías estar aquí. — suena algo brusca y ajetreada.
Creí que su bordaría se debía al mal perder. Supongo que tampoco iba tan mal encaminando.
— ¿Perdona? — pregunté algo brusco saliendo de la piscina para sentarme en el borde y observarla de frente.
Sus mejillas estaban rosadas por el sobre esfuerzo y su rostro escondido entre sus brazos. Sus piernas abrazan el muro como si fuera una estrella de mar. Seguía llevando las gafas puestas y aún con cuatro palabras, no conseguí descifrar quién era.
Se ocultó completamente ahogando un suspiro. Me la quedé viendo algo abrumado pues no esperaba un jadeo como respuesta por su parte y entonces se sumergió de nuevo.
Tragué duro sin saber cómo reaccionar. Permaneció bajo del agua lo que me pareció casi un minuto y empecé a preocuparme. Cuándo mi yo histérico se lanzó para socorrerla, ella salió disparada haciendo que cuando yo volviera a la superficie tuviera que conformarme con verla alejarse hacía los vestuarios.
— ¡Eh! — grité intentando reclamar su atención cuando liberó su pelo del uniforme. La curiosidad me estaba matando ante tanto misterio.
La observé volverse de reojo y sus ojos color chocolate volvieron a conectar con los míos.
¿Quién diablos es esa chica?
— Yo de ti saldría antes de que llegue el conserje. La piscina sólo abre para miembros del club de natación. — suelta señalando el escudo que viste su espalda. Frunzo el ceño al darme cuenta de que ella tampoco me conoce.
— ¿Eres del equipo de natación? — pregunto planteándome la posibilidad de que le haya robado el traje de baño a alguna de mis compañeras.
Mi comentario la sorprende tanto que me brinda con una visión completa de rostro. Ojos rasgados y mirada profunda, me observa analizando mi puesta en duda alzando una de sus frondosas cejas. Sus labios y mejillas siguen estando algo más rosados de lo normal pero sigo atribuyéndole el rasgo a la carrera.
— ¿Es qué acaso necesitas gafas? — vaya. Tengo que apretar los labios para no reírme. Si las necesito, de hecho en realidad siempre uso lentillas pero me parece gracioso que me haya soltado semejante corte sin conocerte.
Está claro que no le intereso una mierda. Negando al aire, decido ignorarla no dispuesto a entrar en el típico juego de chicas malas.
Copiando su postura, me acomodo en el borde de la piscina cuando una fuerte presión golpea mi bajo abdomen. ¡Auch! El chorro de agua fría impacta réplicante haciéndome recular.
¿Qué cojones hacía aquí pegada...? Enrojezco al atar cabos de inmediato, pero su voz vuelve a inmiscuirse.
— Eh, — me aparté inconsciente sintiéndome excitando. — ese es mi sitio. — gritó cerrando la puerta sonora dejándome más duro que una piedra.
La primera vez que la vi, no comprendí que estaba haciendo. La segunda vez, me pillo desprevenido. Pero la tercera, la esperaba con ansias.
ESTÁS LEYENDO
7 segundos [ + 18 ]
RomanceLa primera vez que la vi, no comprendí lo que estaba haciendo. [ ...] Sus mejillas estaban rojas, su mirada, perdida en el techo y las piernas contraídas mientras su mano se movía circularmente dentro de su pantalón. Cualquiera con algo de pudor h...