— ¡Mierda! — El grito de Karen me dejó traspuesto.
Envuelta en un nudo de sábanas azules y rosas intenta liberarse dando saltitos del enredo de anoche. Me río aún medio dormido mientras ella sigue peleándose consigo misma para poder librarse.
— ¿Qué haces..? —ríe coqueto cuando se da la vuelta para bendecirme con un primer plano de su trasero.
— ¡Kay! — gime embutiéndose en unos vaqueros. — ¡Es súper tarde! ¡Dios, nos hemos dormido! — echo un vistazo rápido al teléfono de su mesilla y abro los ojos al comprobar que tiene razón. Mierda, adiós al polvo mañanero.
Me incorporo a regañadientes de su cómoda cama y empiezo a vestirme junto a ella como alma que lleva el diablo.
— Tengo que llevar a Mikel al colegio, prepárale el desayuno y-.. — se está estresando y lo entiendo. Es muy tarde... Ayer nos pegamos una buena sesión de cariñitos después de dormir a su hermano.
Tengo que reconocerlo, ayer Mike me salvo de una buena. Su interrupción me ayudó a no darle más vueltas a lo de Peyton. Karen me noto raro, pero decidió darme espacio y distraerme para no agobiarme más. Hicimos un par de torneos a la Play y para la sorpresa de ambos, Karen nos pegó una tremenda paliza.
Insistí en la revancha y a la media hora su hermano se quedó roque.
— Será mejor que lo lleve a la cama... — susurro acariciando su rostro de la misma forma que hizo conmigo en la cama hora antes. Su ternura es algo contagiosa, no sé cómo lo hace, pero es realmente adictivo verla.
Tuve que tragar saliva. Otra vez me tenía sonriendo como un idiota.
— Te ayudo. — conteste haciendo que ella me dedicara su atención.
Lo acosté en la cama y esperé a que ella que lo acomodara, viendo la escena apoyado en el marco de la puerta.
No debería haberme quedado. De hecho, ese no era el plan para nada. Pero cuando se plantó frente a mi con esa sinuosa sonrisa, sólo pude hacer que besarla. Y la bese con tanta adoración que casi nos quedamos sin aire. Casi ni llegamos a su cuarto. Había que reconocerlo, las cosas están cambiando entre nosotros. Nos estamos haciendo amigos y más allá del sexo, disfrutamos como nadie cuando estamos juntos.
— Vale, vale, vale. Karen, no hay problema.— advierto tomando sus mejillas para que respire. — Estoy aquí, nos repartiremos las tareas. — Abrumada se muerde el labio algo desconfiada.— Empezamos por el uno. Tu ves a despertarle y yo mientras preparo el desayuno. Luego seguimos por el dos.
Espero a que responda pero parece algo colapsadla. — ¿Equipo? — Insisto divertido. Algo brilla en sus pupilas y eso hace que yo me acelere.
— Vale... — sonríe sonrojada y yo siento mariposas en el estómago. — Equipo.
Nos quedamos viendo unos segundos a los ojos volviendo al trance de ayer noche. Estoy por lanzarme a su boca, pero prefiero ser cauteloso y no acojonarla del todo.
Dándole un rápido beso en la frente, me separo de ella para chocar los cincos y cuando por fin se relaja, me escabullo hacía la cocina a toda prisa.
Esa mañana todos llegamos tarde. Mikel, Karen, mi madre –por culpa de haberme llevado su coche– pero resulta ser una de las mañanas más felices y divertidas de mi vida.
Cuando llegamos al instituto, el momento despedida se nos hace de lo más extraño.
— Bueno, — rió Karen cuando llegamos a su clase. — gracias por lo de ésta mañana. Y lo de anoche... Bueno, ya sabes a fue-.
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RomansaLa primera vez que la vi, no comprendí lo que estaba haciendo. [ ...] Sus mejillas estaban rojas, su mirada, perdida en el techo y las piernas contraídas mientras su mano se movía circularmente dentro de su pantalón. Cualquiera con algo de pudor h...