Cap. 10: FRUSTRACIÓN +18

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Golpeo repetidamente la puerta de casa de Karen aún tratando de calmar mis nervios. Mikel, su hermano pequeño, me recibe resentido sin dejarme pasar.

— ¡Hola enano! — termino de escribir a mi madre avisándola de que llegaré tarde y guardo el teléfono para despeinar a la mosqueada versión masculina de Karen. — ¿Está tu hermana?

Se hace el digno y se cruza de brazos bloqueando mi visión hacia el interior de la casa. Nunca he tenido un hermano pequeño, pero si hubiese tenido alguno, sin duda hubiera querido que fuese como él.

— ¿Qué quieres, Kay?— pone morritos y yo sonrío con ganas recordando la última vez que nos vimos.

Le pegue una tremenda paliza a la Play. Fue en una de mis incursiones a escondidas mientras los padres de Karen estaban de noche de cita. Me colé por la ventana de su cuarto para que Mike no nos descubriera, pero al parecer en esta casa no hay costumbre de llamar a la puerta antes de entrar. Digamos que me pilló con la "boca en la masa". Nos las tuvimos que ingeniar para explicarle qué demonios estábamos haciendo sin traumatizarlo. Luego tuve que pegarme toda la tarde jugando con él para que no hiciese más preguntas.

— Vamos... — me acuclilló para quedar a su altura. — ¿sigues enfadado por la paliza del último día?

Incapaz de ocultar su frustración, me fulmina de la forma más adorable que puede hacer un niño de 7 años.

— No puedes entrar. — escupe como respuesta.

— Oh, vamos Mike. — intento no reírme para no ofenderle más de lo que ya está. — Mira, tengo una idea... si me dejas entrar. Te cederé la revancha. ¿Trato..?

Su expresión se relaja y aunque lucha para hacerse el remolón. Acaba cediendo en un suspiro y se echa a un lado para dejarme pasar.

— ¿Dónde está tu hermana..? — pregunto dejando mis cosas en el recibidor. Mikel se acomoda en el sofá y retoma la serie señalando con la cabeza las escaleras.

— Arriba. Me ha dicho que no la moleste o no habrá pizza esta noche.

Sonrío picarón y me relamo los dientes recordando la foto que me mandó antes de-... Mierda. La imagen de Peyton y Allen montándoselo en la piscina me vuelve. Un escalofrío me sacude.

— Voy a por ella, ¿vale enano?

Él asiente ignorándome y cuando hecho a correr escaleras arriba le oigo gritar un "No tardéis, ¡tengo hambre!".

Cuando llego a su puerta golpeó un par de veces y abro sin esperar respuesta. La única fuente de luz es la de su lamparita de noche.

— ¿Karen..? — susurro cauteloso cerrando la puerta pero ella no contesta. Acurrucada en la cama, la pantalla de su portátil ilumina su cansado rostro. Ajetreado y rítmico, su pecho desnudo sube y baja con el acelerado compás de su ensueño.

En toda su esencia, apenas lleva puestas unas braguitas azules y unos calcetines de gatos. ¿Qué debe estar soñando? Me acerco lentamente para completar su figura adormecida y me percato de que aún tiene el cabello mojada por la ducha.

Me incorporo salivante sobre la imagen física que recibí ara apenas una hora. ¿Debería despertarla? Debe haberse quedado dormida antes de leer mi mensaje.

Tal vez debería irme a casa... No hemos llevado la relación al punto de que me quede a dormir por que sí. Acaricio inconscientemente su mejilla y eso hace que abra los ojos.

Mierda. Me la quedo viendo algo avergonzado por lo crippie que parece esta situación. ¿Qué coño hago espiándola dormir?

— Yo-... — voy a disculparme pero Karen agarra mi mano y se acurruca contra mi mejilla.

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