Una vez alguien me dijo que la mentira es el arma más revolucionaria de todas. Seguramente, por lo poco que os he contado de mi, ya sabréis que ese alguien y yo, no nos llevamos muy bien pues para mi, el arma más poderosa: es la verdad.Por eso me volví loco cuando Peyton desapareció igual que como vino. Violenta y vaporosa, como una bomba de uno.
Y es que después de nuestro pequeño momento, Peyton no volvió a aparecer por mis entrenos nocturnos. Tampoco había rastro de ella en el instituto. Todo el mundo la conocía pero nadie sabía nada de su vida. Era la comidilla de los chicos y chicas de primero así que afinando la oreja, logré averiguar que tenía 17, pero había repetido debido a la separación de sus padres o al menos eso decían las malas lenguas.
Al cuarto día de rastro invisible por su parte, decidí preguntar al todo poderoso proveedor de información de este instituto: mi hermano.
— ¿Peyton? — pregunto guardando sus libros en el casillero mientras yo vigilaba que nadie nos escuchara hablar sobre esto. — ¿Mi hermano el asexual tiene un pequeño crush?
— ¡Yo no soy asexual! — jadeo incapaz de ignorar su intento de incordiarme.
— Ah, perdona. Entonces sí te interesa. — ríe enseñándome los diente y se cruza de brazos.
— Qué va. — escupo volviéndome para ponernos en marcha e ir a casa. — Sólo tenía curiosidad. No la he visto por aquí desde la competición.
Kansas aparece junto a Matthew empujándome para colgarse del brazo libre a mi hermano.
— ¡Kansas! — gruño colocándome al lado de Arty.
— Kay... — escupe tratando de imitar mi timbre. Arturo tiene que intervenir para que no empecemos a pelear. ¡Sorpresa! Sigo cabreado con ella por habérmela jugado en las pruebas de acceso.
— Vamos ya dejad de discutir. — anima Arty agarrándome para pegar nuestras cabezas y que hagamos las paces. — Kansas tiene todas las respuestas que buscas, Kay. Deberías ser bueno con ella.
— ¿Respuestas? — pregunta empujándome para alejarse de mi limpiándose como si la hubiese infectado. — Qué pasa, ¿es qué te gusta alguna chica? — hacemos contacto visual y me sonrojo sin querer.
— No. — suelto cortante. — Para nada es eso. — empiezo a acelerar el paso maldiciendo a mi hermano por no predecir a su mejor amiga.
— ¡Oh, madre mía! ¡Te gusta alguien! — grita dando saltitos señalándome mientras yo me alejo a toda prisa hacia la salida.
— Kay espera, ¿a dónde vas? — ríe Matthew haciendo que todo el mundo se vuelva para verme.
Ese medio día me volví a casa andando.
Comprendo que Kansas, Matt o incluso Arty mal interpretaran mis intenciones al preguntar por Peyton. Pero ninguno de ellos sabía lo que sucedió entre nosotros aquella noche y tengo que reconocer que el que el hecho que me estuviera evitando me estaba jodiendo bastante.
¿Qué cómo sabía qué me estaba evitando? Por qué a pesar de ser 0 disimulado con Kansas, mi buen hermano se encargó de averiguar un poquito más acerca de la pequeña usurpadora.
Había ido a clase durante toda la semana, pero había evitado los sitios públicos quedándose en clase y saliendo 5 minutos antes de sonar el timbre cada día. ¿Cómo lo justificaba? Problemas intestinales.
Está bien. Igual yo no era el centro de su mundo. Pero el que no hubiese querido ni intercambiar una mínima charla me hacía sentir sucio. No es que la estuviera acosando, chequeo la solicitud de amistad pendiente de su Instagram aún sin resolver. Yo tan solo quería disculparme. Jamás en la vida había actuado de la forma que hice con ella. Joder, si apenas he tenido relaciones con un par de chicas y fue hace un año cuando estaba en primero. Estuvo bien pero lo hice por presión social, nada más.
Su silencio me estaba volviendo loco;.
¿Estoy enfermo? ¿Va a denunciarme? Joder al fin y al cabo, me sentí con la libertad de acorralarla. Si, ella disfruto pero ¿a caso le dejé otra opción?
Arrrrg. Me tumbo en la cama viendo el techo. No hay nada peor ver la situación desde demasiadas perspectivas. Chequeo por última vez el teléfono y lo lanzo sobre el colchón intentando no darle más vueltas.
Tal vez podría preguntarle a Kansas si sabe dónde vive y ir a disculparme en persona. No joder. Eso es de maldito psicótica . ¿O no? Me mordí las uñas como un poseso hasta que tome la decisión de relajarme y afrontar las consecuencias.
Si Peyton decidía ignorarme, debía respetar su decisión.
Pero entonces me entró una notificación de IG.
***

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RomanceLa primera vez que la vi, no comprendí lo que estaba haciendo. [ ...] Sus mejillas estaban rojas, su mirada, perdida en el techo y las piernas contraídas mientras su mano se movía circularmente dentro de su pantalón. Cualquiera con algo de pudor h...