CAPÍTULO II

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Cuando llegaron al prado en el que acamparon los Paladines Rojos con toda la tranquilidad del mundo, Elaine todavía seguía recordando a aquel niño Fey al que el Padre Carden había ordenado quemar. La imagen del chico siendo llevado hacia su muerte era algo que no olvidaría fácilmente, pero la muchacha intentó hacerlo mientras entraba a su cabaña y se sentaba una mullida silla.

Había pasado mucho tiempo cabalgando y sus piernas comenzaban a dolerle, Elaine no tardó en quedar observando su alrededor mientras su cabeza divagaba. ¿Cuáles serían los siguientes planes del Padre Carden? Cada día optaba por una nueva forma de torturar al enemigo y torturarla psicológicamente a ella, si se había acercado tanto a Hawksbridge cuando podía seguir molestando al rey Uther, debía de haber una explicación.

De modo que, tras suspirar, la hechicera se levantó y caminó hacia el exterior para adentrarse en la tienda del Padre cumpliendo su rutina como si de una muñeca controlada se tratase.

— Sí, estamos cerca— la voz de un paladín llegó hasta los oídos de Elaine. — Una aldea Fey en la que habita una sacerdotisa llamada Lenore— informó.

— Descansad por hoy— le ordenaba entonces el anciano a unos dirigentes que se encontraban allí. — Mañana iremos a la aldea y acabaremos con ellos. Pero por hoy debemos descansar.

Elaine frunció el ceño ligeramente a la par que mordía su labio, ese nombre que habían mencionado le era demasiado familiar. Mientras tanto, el religioso mandó la retirada de sus hombres y cuando se giró hacia la salida de la tienda, se percató de la presencia de Elaine.

— Padre— saludó ella con una pequeña reverencia.

— Elaine, querida— él dijo con una sonrisa para luego volverse y sentarse sobre un pequeño escritorio de madera que siempre llevaba consigo. — ¿Qué te trae por aquí?

— Quería saber cuáles eran nuestros siguientes planes, por si debería ayudar a localizar a los siguientes Fey— explicó con voz neutra.

— No es necesario, ya sabemos de la existencia de una población que vive cerca de aquí— el Padre habló— mañana nos encargaremos de ellos.

— Está bien, me retiraré a descansar— Elaine tragó saliva pues una sospecha se había formado en su mente.

— Claro, hay mucho trabajo por hacer.

Con una sonrisa educada, Elaine realizó otra reverencia y salió de allí cuanto antes sin poder aguantar ni un momento más la presencia de ese anciano. No le gustaba cómo le hablaba, cómo le miraba y en días en los que sus ánimos estaban particularmente bajos como ese, no se veía con fuerzas de tener que soportarlo.

Elaine regresó a su tienda y nada más entrar, comenzó a caminar de un sitio a otro, buscando en sus cosas algo que pudiera ayudarla. ¿Por qué le sonaba tanto ese nombre? No había caído ante la mención de Hawksbridge, pero oír que había una aldea Fey por ahí cerca activó los sentidos de la hechicera. Antes de perder la cabeza y convertirse en un borracho, Merlín le había hablado de Lenore, su antiguo amor, pero.... no podía ser la misma persona. La chica mordió su labio, de repente acordándose de que el mago le había dicho que había partido y le había abandonado, lo último que sabía era que se había dirigido al sur y se había instalado cerca de un pequeño pueblo. Pero no podía ser, ¿o sí?

El pánico se apoderó de ella, no solamente iba a presenciar como mataban a gente inocente, iba a presenciar como conocidos y amigos de amigos perdían sus vidas. No podía dejar que eso ocurriese. Su mente trabajó rápido, cogió un trozo de pergamino de sus cosas y garabateó una señal de socorro, para luego buscar unos cuantos objetos en su estimado pequeño baúl de hechicera.

ENEMY ──── cursed.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora