CAPÍTULO VI

1K 129 31
                                    


— Esta falacia de los druidas ha mantenido a los Fey en el poder durante diez siglos— la voz del Padre Carden resonó por la sala, causando que los Paladines Rojos le escucharan con atención.

Se había formado un pequeño corro en aquella mesa y Elaine se encontraba de pie al lado de Carden, mirando de vez en cuando a la entrada pues Nimue aparecería en cualquier momento. Estaba ansiosa y estaba haciendo un esfuerzo por controlarlo, sin embargo, cuando vio a la joven Fey de nuevo con sus ropas de monja y una jarra en sus manos, su corazón comenzó a acelerarse.

Comenzaron a hablar de la dinastía de los Pendragon, no obstante, la morena no prestó mucha atención pues disimuladamente se dedicó a observar a Nimue con sumo cuidado esperando que de verdad consiguiera salir de allí con éxito.

— Mientras una espada Fey decida quién debe llevar la corona, la Iglesia tendrá que estar a su servicio— añadió Carden.

Elaine sabía muy bien lo que significaba. Significaba que estaba en lo cierto, significaba que si aquel hombre conseguía la Espada de Poder, él no estaría al servicio del rey, no estaría al servicio de nadie y podría obrar su mal por todo el continente si deseaba. Elaine recordó las palabras de Nimue, le había hablado brevemente de ese tal Arturo y la castaña estaba segura de que podría recuperar el arma, de modo que la hechicera deseó con fuerza que estuviera en lo cierto y que su plan no se torciese en el camino.

Carden comenzó a contar lo qué le había sucedido a Odo, cómo se había enfrentado a la Fey que tenía la espada y había resultado herido de gravedad, al fin y al cabo, por eso estaban todos en la Abadía Yvoire. Elaine entonces dirigió su mirada de nuevo a Nimue, quien de espaldas estaba rígida y parada en una mesa, seguramente experimentando cómo aumentaban sus nervios y su temor a que la descubrieran.

— Cuéntaselo, hija mía— dijo entonces el anciano, captando la atención de la morena, quien sacudió levemente su cabeza y miró con una expresión neutral al pequeño grupo de paladines.

— Sabemos que la espada hirió al hermano Odo porque su herida está circundada por una quemadura en forma de un símbolo Fey— Elaine explicó y luego tragó saliva, siendo consciente de que Nimue escuchaba toda la conversación.

— Exacto, la marca del Colmillo del Diablo.

Si Elaine pensaba que ese era el momento con más tensión que había vivido en las últimas semanas, esa idea solamente se reforzó cuando sintió a alguien detrás suya y el Padre Carden se giró para dar la bienvenida al Monje Gris. Elaine se giró para contemplar cómo el individuo encapuchado se adentraba en la sala con unos papeles en sus manos, seguramente tendría algo que ver con las palabras que le había dicho Carden antes de abandonar el bosque ayer. La chica contuvo sus ganas de rodar sus ojos, pues la situación sí que podía ir a peor.

— Aquí está— comenzó a decir Carden con una sonrisa. — Ven, hijo mío. Nuestro Monje Llorón.

El Monje en cuestión se acercó a la mesa de los paladines y Elaine se hizo a un lado para contemplar la escena, todos miraban a aquel hombre con atención y la hechicera no podía parar de preguntarse qué eran esos papeles. Por suerte, su pregunta fue respondida casi de inmediato.

— Aquí tenemos las listas de los Ancianos Fey que siguen vivos— informó el líder de los Paladines Rojos mientras desenrollaba uno de los pergaminos. Todos se acercaron a mirarlo cuando este lo posicionó en la mesa de madera y comenzó a señalar diferentes nombres. — Hemos marcado sus aldeas en el mapa. Así podremos eliminarlos.

Aquello era horrible, era horrible en más de un sentido. En primer lugar, ahora Carden sabría de la posición exacta, de la cantidad exacta de las aldeas Fey que había en el país, lo cual garantizaba unas matanzas sangrientas. No obstante, el problema no acababa ahí, pues había tenido a alguien que se había encargado de localizar a los Fey, quien en un par de ocasiones había podido salvar a alguna población obviando su posición, y esa persona era la propia Elaine.

ENEMY ──── cursed.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora