Sexta Parte: La Salida

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CAPÍTULO 33: JAY

Cuando llegamos al puente y estuvimos a punto de subir me di cuenta que dejé a Jess la chica que me apoyó a mí todo este tiempo, la chica que ha podido ayudar a todos y ahora está caminando por ahí sola. La he abandonado me culpo.

— Voy a buscar a Jess—. Digo firme mientras ya me marcho al bosque para no dar tiempo a responder.

Todos quedaron bastante absortos frente a mi reacción pero era lo correcto ella no podía quedar sola, no hoy, no ahora, no nunca.

Comienzo a descender por el bosque pero ni rastros de Jess. Luego de un largo rato en búsqueda decido que tal vez es demasiado tarde o puede que ella haya regresado. Decido volver atrás luego de haber descendido por la colina casi cuatro cuadras de altos eucaliptos con altas pasturas. Comienzo a subir pero algo me detiene, él me detiene.

Me grita— ¡Jay!, no me dejes morir—. Horstain tiene entre sus manos la cabeza de Nicholas la cual es girada de un lado al otro bruscamente. Lo ha desnucado.

Corro hacia Horstain que me espera intacto como sí ni siquiera intentara evadirme y cuando me acerco lo suficiente cierro mi puño y golpeo su abdomen una y otra vez el cual es rígido y al parecer no le duelen ni le molestan los golpes. Veo la sangre que mancha la camisa salmón de Horstain y me detengo porque verlo sangrar me da satisfacción. Quiero que pague por todo. Me aparto un instante de Horstain para disfrutar su dolor pero cuando levanto la vista veo un eucalipto manchado de sangre y me enfurece la idea de que se escapó. Comienzo a girar alrededor del árbol y cuando nuevamente golpeo la corteza veo las heridas que se abrieron en mis nudillos. Genial pienso con sarcasmo una alucinación pero sé que tendré el placer de acabarlo.

Bastante frustrado asciendo por el bosque hacia el puente que cruza sobre el río hacia las piedras que hay que trepar para salir por un ducto de ventilación.

Al llegar me escondo detrás de un árbol y veo a Keira luchando con George. ¿Dónde está el resto?, elevo la cabeza hacia la salida y los veo trepando, logro distinguir está Jess entre los escaladores y una alegría espontánea me invade. Vuelvo los ojos sobre Keira, ¿pero qué?, la ha colgado del puente y va a cortarle un dedo con el cuchillo. Me ha cansado ese chico.

Salgo detrás del árbol y como aprendí en rugby lo tackleo con mis dos manos rodeo su abdomen y lo calzo en el aire dándolo bruscamente contra las rocas. Siento algo en mi pecho, una fuerte de dolor punzada tras otra. Me ha apuñalado en el hombro que ya estaba herido. Me alejo bastante enojado.

Me quito el cuchillo lo lanzo lejos y comento— Pelea como hombre—. Me pongo en postura de boxeador.

— Mira quién habla de hombre—. Se burla de mí aludiendo a mi sexualidad.

— Pues si tienes dudas de mi hombría pues demuéstrame que no lo soy—. Le sonrío de forma sarcástica.

Avanza hacia mí lentamente cada vez más y más. Comienza a lanzar puñetazos a mi cara los cuales esquivo con facilidad pero con mi primer puñetazo lo dejo en el suelo. Luego me acerco a su cuerpo a corroborar que esta inconsciente y me toma del tobillo que aún tengo inflamado, lo presiona fuertemente lo que genera que caiga al suelo bastante dolorido.

Él se pone sobre mí, extiende su brazo en busca del cuchillo confiado de que permanecía en el lugar que yo lo lancé pero alguien más lo tiene en su mano. Keira.

Moviendo el cuchillo entre sus dedos con una postura sexy le hace una pregunta retórica para obtener su atención— ¿Buscabas esto pedazo de imbécil?—. Sonríe y se lo entierra al lado de su cuello sin titubeo alguno.

Él no hace más que estar paralizado sobre mí, largando sangre de su boca y cayendo en mi rostro. Lo cargo en mi hombro sano, Keira me ayuda y cuando lo suelto hacia el río este llega a tomar a Keira del pelo y ella cae con él pero por suerte llego a tiempo a atraparla de su vestido para evitar su muerte. Claramente algo lo transformó en esto, ningún humano viviría luego de una puñalada cerca del cuello.

Asustada comenta— Déjame caer, él no me soltará—. Es algo que me niego a hacer.

Le ordeno— Entierra su cuchillo en el cuello aún más. El dolor lo hará soltarte—. Ella estira su brazo a más no poder mientras medio cuerpo cuelga del barandal para llegar a su cuello y cuando lo hace basta con que lo mueva para que él suelte su cabello y caiga sobre la superficie gris de ese espeso río. El río es como sí lo absorbiera he hiciera un ruido a succión que se lo consume lentamente, poco a poco sin dejar rastros de él.

Nos acercamos a las piedras algo cansados pero con la adrenalina por las nubes y comenzamos a subir con dificultad mientras que nos ayudamos uno al otro a trepar trabajando en equipo.

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