Segunda Parte: Los Reclutados

921 47 5
                                    

CAPÍTULO 7: JESS

Me tomo un segundo antes de seguir ordenando mi equipaje, solo mi amiga y mi familia saben que decidí hacer esto, no sé sí es lo correcto pero creo que es algo bueno.

Recojo mi pasaporte, mis documentos, le mandó un último mensaje a mi amiga dejándole la misión de ir con Christian y que le explique todo. La verdad que quería salir con él pero el tiempo me sobrará cuando vuelva y estas oportunidades no se dan siempre.

Salgo de mi apartamento procurando que todo haya quedado en orden. Estoy muy nerviosa pero lista ya que averigüe todo lo que pude sobre esa empresa, vi que todo es cierto y está todo en orden así que sin más presiono el botón del ascensor y aguardo que abra sus puertas. Cuando se abren, torpemente ingreso al mismo, me miro en el espejo que tiene en el interior antes de presionar el botón de la planta baja; mi cabello está bien lacio, perfecto como me gusta, sin ninguna imperfección y yo luzco muy yo con ésta ropa, un jean justo celeste, un buzo de hilo negro, unas botas negras que cubren hasta mi tobillo y tienen un dobladillo en la boca por la cual pongo el pie. Presiono el botón y el ascensor desciende, tendría que decir que me encuentro nerviosa, pero la realidad es que estoy entusiasmada.

Al salir del ascensor veo que está él otro portero de turno y la verdad me quería despedir de Crader pero cuando vuelva lo saludaré, seguramente se preocupará al no verme. Así que voy hasta la recepción y le dejó una breve esquela que dice:

"Me fui de viaje a Alemania Sr.Crader, espero que no envejezca en éstos días...

Atte. Jess Hale."

Al salir del edificio encuentro un coche negro aguardando a alguien y un hombre vestido de chofer esperando con la puerta abierta, no pensé que sería para mí, no podía creer tanta formalidad, hasta que él señor habló.

El chófer muy reacio preguntó-¿Usted es Jess Hale?-. Yo asentí con mi cabeza y él me indicó con su ronca voz pero a la vez gentil- Suba por favor-. Hice caso omiso.

Los nervios comenzaron en el trayecto hasta el aeropuerto, empecé a creer que no era una buena idea haber aceptado, pero tal vez le daba más importancia de lo que era, tal vez era una atención del laboratorio. La carta no decía nada de que un hombre morocho, muy músculos, gigante, con cara de que había chupado un limón me vendría a buscar, me daba un poquito de nervios. Por un momento recordé la conversación con mi madre cuando le di la noticia la cual inmediatamente desaprobó, sabía que lo haría así que simplemente le dije: «Te guste ó no voy igual. Sólo te llamé para que sepas donde voy a estar». Cortamos la llamada. Tendré problemas cuando regrese y ella me visite en casa, sí es que me visita luego de haber desobedecido. De todos modos no importa, tengo edad suficiente para tomar mis decisiones. Mi amiga fue la única que me apoyó de forma incondicional como siempre, así que ella es la persona más importante para mí, a veces confía ella más en mí que mis padres.

Al llegar al aeropuerto el hombre abrió la puerta y una señora de entre cuarenta y cuarenta y cinco años me aguardaba en la entrada del mismo. Estaba rodeada por cinco hombres de seguridad y estaba vestida con una chaqueta azul y una pollera azul de vestir con unos tacos se anciana de color negro, llevaba su pelo en un moño perfecto que ni un delgado pelo se movía y sus ojos me alarmaron eran café intenso, penetraban el alma.

Su voz dulce me comentó mientras estrechaba su mano para presentarse- Mi nombre es Edith y seré tu asistente-. Yo estreché mi mano devolviendo el saludo, contemplaba su amplia y cálida sonrisa. La apariencia de la mujer engañaba, resultaba ser muy amable así que decidí no alarmarme.

La señora me caía muy bien así que le respondí- Soy Jess Hale, aunque supongo ya lo sabes-. Ella sonrió y enseguida captó mi tono de broma.

Caminamos por área VIP del aeropuerto donde van las personas que tienen aviones privados, me sentía la persona más importante con cinco seguridad detrás de mí y una asistente personal. Llegamos a la pista y ahí estaba, una avioneta enorme, moderna, pintada de color crema con detalles en plateado, una escalera con un tapiz color bordó aterciopelado, apenas mis botas la pisaron sentí su suavidad como sí pudiese traspasarme.

La asistente subía delante de mí y los uniformados detrás.

Al entrar, quedé sumamente impresionada con todo aquello, tenía compartimentos como si fuesen pequeñas habitaciones, mi sonrisa era tan inmensa que la asistente me miró con cara alegre.

Ella extendió su brazo dándome libre albedrío- Elige el que quieras-. Y me sonrió.

Para no parecer tan tonta porque quería ver todos los compartimentos, entré en el primero. Mientras acomodaba mi maleta, escuchaba los pasos de los guardias que pasaban fuera de mi pequeño compartimento. Básicamente tenía un lugar donde poner la maleta, un sillón enorme que era el asiento y a su vez tenía un masajeador incorporado, el asiento es regulado por un control que estaba incrustado en el posa brazo izquierdo, además tenía una mesa para apoyar cosas y todo a tono crema con detalles en plateado, era un sueño.

Escucho que alguien se acerca a la puerta, volteo a ver y es la asistente que está de pie justo en la entrada del compartimento con un arma con la que me apunta, inmediatamente noto que no es un arma normal, sino que de descargas eléctricas, ¿por qué querría darme una descarga?, al instante supe que tenía que salir del avión, que no era una buena idea.

Tomo coraje y empujo a Edith fuertemente su cuerpo rompe uno de los biombos del compartimento que está frente al mío y cae sobre un guardia, la misma queda enredada entre el guardia y los restos del biombo. Noto su cara de enojo en el suelo y además veo como los cables del arma de descargas se quedaron colgando del techo, evidentemente se dispararon en el empujón. Me acerco a la puerta de la avioneta pidiendo ayuda e intentando abrirla y uno de los guardias me toma por la cintura, me levanta del suelo para que no escape así que comienzo a patalear muy enojada y a gritar cada vez más fuerte y siento que el avión comienza a echar la marcha por la pista de despegue así que me propongo a escapar a cualquier precio así tenga que saltar sobre el pavimento mientras el avión está en marcha.

Con todas mis fuerzas muevo mi pié hacia atrás y pateo la entrepiernas del seguridad, instantáneamente me suelta y ambos caemos al suelo. Edith se acerca y detrás los otros cuatro soldados, intento abrir la puerta nuevamente y veo que se necesita una tarjeta la cual seguramente tiene Edith. Ella corre hacia mí y con un brazo me toma del cuello y me lanza sobre una mesa pequeña de madera que tenía una botella de alcohol, por su aroma era whisky. En el suelo siento como la madera quebrada, los trocitos de vidrio y el whisky esta todo en mi espalda y me lastima, el dolor me hace arrastrarme en el suelo para alejarme de ellos, estoy realmente aterrada. Veo la cara de esa mujer que tanto comencé a odiar y no entiendo porque me atacan, tal vez lo entienda, el propósito por el cual me quieren es otro, solo que no se cual, no me importa, solo quiero matarla y escapar.

No pensaba dejárselo tan fácil, así que me pongo de pie y me tiro con todas mis fuerzas sobre ella y podía sentir en mis pies que el avión despegaba así que supe que la gravedad estaba en mi favor ya que todo lo que sube tiene que bajar. Al no estar agarrados de nada ambas rodamos sobre los cuatro guardias hasta el fondo del pasillo de la lujosa avioneta, éramos como una bola de carne humana. Yo estaba sobre Edith así que cuando el avión quedó en vuelo recto y estable, tomé un arma que se le habría salido a algún guardia cuando rodamos y apunté hacia la ventana.

Muy enojada les dije- Si yo muero, mueren conmigo, la ventana hará succión sí le disparo esta porquería lujosa se desintegrará en el aire con nosotros, así que le dirán al piloto que vuelva al aeropuerto y me deje salir-. Por un momento creí que les había ganado.

Edith me contestó como si no hubiera alternativa- Entiende, no te podemos dejar ir-. Sonríe.

No entiendo porque sonríe hasta que caigo en el suelo por el producto de un golpe en la nuca, claro, me olvidé del guardia al cual le pateé la entrepierna, aprovechó la oportunidad y no solo bastó que me dejó atolondrada y dolorida en el suelo sino que fue su vendetta, me pegó un puntapié en las costillas.

Edith se me tiró encima y me dio un inyectable que me durmió, lo último que escuché fue su voz minutos antes de perder la consciencia- Eres muy valiosa para el programa-. Sólo me perdí mientras me focalizaba en el dolor de mis piernas, espalda, cabeza, cuello brazo, todo, un dolor generalizado por los golpes.

Mientras me perdía otra voz pero ésta vez masculina, la misma dice con un tono de voz asqueroso- Eres toda una fiera, te podrías haber ahorrado el dolor sí no lo hubieras puesto difícil-. Todas las luces se me apagaron y una bola de dudas se encendía.

MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora