Capítulo 2

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Para mañana sábado están organizando una fiesta por el comienzo del curso, será aquí en la escuela, tendremos un DJ que dicen que es muy conocido, <<creo que a ese lo conoce su mamá a la hora de la cena>> pienso burlona al escuchar su nombre, primera vez que lo oigo, pero la verdad no soy buen punto de referencia, no soy tan fiestera como las chicas de mi edad.

Los días pasaron tranquilos, excepto cuando salía a relucir el tema de la fiesta como es lógico, ahí se formaba una algarabía que no tenía por donde acabar, los de años avanzados narraban cómo eran estas fiestas y lo mucho que todos se divertían.

Es la noticia más emocionante en toda la semana, así que no le veo tanta importancia quien sea el DJ mientras podamos pasar un tiempo divertido y relajado. Aquí los días pasan de forma monótona, pero el ambiente está más animado, todos hablan de esto por los pasillos y en las aulas, creo que es de las pocas cosas placenteras que vamos a tener durante el curso, sumados los juegos estudiantiles, no sé si aún queda otra costumbre que sea amena y que saque de la rutina que vivimos aquí.

– ¿Quieres ir a correr conmigo? Voy directo al albergue, me cambio y salgo para la pista, quiero relajarme después de todas las clases que tuvimos, sobre todo por la clase de física, esa me agotó toda la energía. – invito a Zuce mientras caminamos aún sin definir rumbo por el pasillo del aula.

– No lo sé ¿Realmente corres para recuperar energía? ¿No es un poco contradictorio eso? Para recuperar energía uno duerme, come algo, cosas así, creo que paso, no es mi fuerte, prefiero quedarme en la cama un poco.

– ¿Pero serás vaga? – me burlo de ella.

– Ve tú, yo voy a estar aquí imitando a la Bella durmiente, eso es lo que haré, dormir.

Me río de ella y la doy por incorregible pues veo que el ejercicio y ella no se llevan nada bien, solo en clase y porque es obligatorio. Me pongo ropa adecuada, las deportivas, sólo faltaría el reproductor, mi amigo inseparable, con la música sonando a todo dar, soy capaz de correr un maratón, <<bueno, sin exagerar Irina>>, la realidad no tanto, pero si ayuda.

Camino para la pista, veo que hay varios chicos jugando fútbol, pongo mi reproductor en marcha con la playlist que me gusta para correr, nada como Green Day para impulsar mis deseos con su álbum American Idiot, estiro mis piernas para calentar y salgo disparada sin darle más vueltas al asunto. Empiezo a sentir como el cuerpo y la mente van relajando poco a poco, me dejo llevar en modo automático por la pista una y otra vez, mientras mis pulmones y piernas arden por la actividad, hasta sentir dolor, ese que libera endorfinas y todos los "-inas" que reflejan felicidad en el cuerpo y la mente, es así cómo sabes que estás lista para terminar el entrenamiento; cansancio, calma y felicidad, todos en uno.

Una pelota sale de la nada atravesándose en mi camino. No iba tan absorta en los pensamientos y pude reaccionar a tiempo, esquivo, por suerte, sino lo del brazo no hubiera sido nada comparado con esto. Me detengo casi sin aliento causado por la agitación de correr, más el susto de la pelota. Cuando creo que todo va a calmarse siento que se me van los colores del rostro, se acerca un chico en busca del balón.

– ¿Estas bien? Casi no lo cuentas, tienes buenos reflejos – me dice y nota cómo cambia mi expresión.

<<Pero este otra vez>>, no sé si insultar, responder su pregunta o largarme de aquí. Conservo silencio de momento, pongo las manos en las rodillas, tratando que se ralentice mi respiración, evito mirarlo para no tener que conversar con él. Sólo nos hemos cruzado dos veces y al parecer siempre serán experiencias negativas.

– ¿Te has propuesto hacerme daño o algo así? ¿Lo próximo que será? – le suelto casi sin aliento.

– Serás un imán para los accidentes, no me he propuesto hacerte daño y sólo me acerqué a recoger el balón y ver si te encuentras bien, pero al parecer contigo no se puede dialogar. Intenté disculparme por el encuentro anterior pero no me diste oportunidad, a pesar de que también tuviste culpa, eras tú quien bajaba a toda prisa sin prestar atención, no yo. Al parecer te encuentras perfecta, así que mejor me retiro, deberías controlar tu temperamento, niña. – suelta todo de sopetón y sin más se marcha corriendo con el balón.

IrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora