Capítulo 12

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Creer que con el paso de los días uno tiende a sentirse mejor es una gran mentira. La verdad es que mi tristeza y depresión solo aumentan con su paso. Las palabras de Sandra se repiten en mi cabeza constantemente para martirizarme y recordarme lo tonta e ilusa que fui, su cara de prepotencia y victoria las tengo grabadas en la retina como cuando miramos al sol, que aun mirando a otro lado o cerrando los ojos, ahí está. He evitado todo el tiempo la dichosa conversación, no estoy preparada para escuchar nada que me pueda poner peor de lo que ya me encuentro, sus intentos por acercarse han sido frustrados porque he logrado evadirlos con astucia. Kevin ha ansiado convencerme todo este tiempo de que debo escuchar, que debo darle el beneficio de la duda, permitirle que dé su punto de vista, pero no tengo fuerzas para verlo a la cara. Me siento traicionada, humillada, herida, podría seguir con una extensa lista para todo lo mal que me encuentro y su cara y su voz es lo último que puedo tolerar ahora mismo. Mucho menos he tenido el coraje de contarles nada a mi hermano y a Zuce, sobre todo a él, su recriminación ya sería más de lo que puedo soportar, además de mi temor por su reacción, sería capaz de buscar a Dimitri para fajarse, y es algo que intento evitar por el bien de Raúl, no puedo crearle esos problemas, sería muy malo para su imagen en la escuela y tendría consecuencias terribles y la peor de todas podría llegar a ser la expulsión. No me podría perdonar que eche a perder su ultimo año por mi causa, eso no puede pasar.

– Irina, ¿podemos conversar, por favor? ¡Solo necesito dos minutos, concédeme dos minutos! – se acerca y me habla bajo para que nadie lo escuche.

A lo mejor pensó que acorralarme en medio del aula sería una forma de lograr que lo escuchara, pero solo logró con esto molestarme más. << ¿Pero este tonto no entiende, su única neurona no le funciona o qué está mal con él?>>

– ¡No tengo nada que hablar contigo, Dimitri, aléjate de mí! ¿Cómo te hago entender? ¡Vete, tuve suficiente de ti y de tus mentiras, no voy a volver a caer en tu juego! ¡No más! – le grito sin dar importancia al hecho de que me encuentro en el turno de clases.

Me levanto y me voy apresuradamente, todos me miran, incluido el profesor, nadie comprende porque tanto escándalo, él se queda paralizado ante mis gritos y no me sigue, cosa de la que me alegro mucho. Por desgracia Zuce me sigue preocupada, ella es la que menos entiende de todo esto y no quiero explicarle la verdad, no quiero que se lo cuente a mi hermano.

– ¡Irina detente, no sigas por favor!

– Zuce sé que estas preocupada, pero no pasa nada, todo está bien, quiero estar a solas un rato, fue una exageración mía, sabes que todo lo extrapolo.

– ¡No me mientas, me vas a contar que diablos está sucediendo que llevas tantos días así! – demanda obligándome a contarle todo.

Suspiro. Lo último que deseaba en el mundo era que ella se enterara, pero no podía seguir dándole largo a lo inevitable, así que le conté, de principio a fin, nuestros primeros encuentros por azar, los que dejaron de ser por puro milagro, los que ya eran planeados a escondidas de todos, sin que nadie sospechara siquiera. Ella me miraba incrédula, horrorizada por momentos, ruborizada en otros, pero no abrió su boca para decir nada hasta que no terminé de contarle lo sucedido con Sandra, ahí fue cuando no pudo mantener más su silencio, la indignación que sentía por ellos era evidente y no se lo podía callar.

– ¡Pero Irina esa acusación es muy seria! ¿Cómo ella se atrevió a usar tus notas y hablarte así? ¿Cómo él pudo aprovecharse y jugar de ese modo contigo? ¡Fuiste una víctima en su juego! ¿Por qué no me habías contado que te veías con él?

– Por favor Zuce, te entiendo, pero si te contaba me ibas a recriminar y posteriormente se lo contarías a mi hermano, y eso era justo lo que estaba evitando, era feliz y no quería que nadie lo estropeara, por poco que durara. Quería sentirlo, ser fiel a mis sentimientos, ¿sino para que los tengo? ¿Sino es para amar y querer, qué sentido tiene? ¿Me entiendes? ¡Por favor, lo único que necesito es que no le cuentes a mi hermano! ¡Él no se puede enterar! Quiero evitar que se enfrenten y le cause un problema en vano, al final el daño ya está, es solo mío y lo asumo sin problema, no estoy feliz porque se acabó, ¡y de qué manera terminó!, pero si estoy feliz porque sucedió, eso nadie me lo puede quitar. Debo aplicar el dicho que siempre escuchamos desde que somos pequeñas, es como un slogan, pero viene como anillo al dedo para mi actual situación: “Ama, Perdona y Olvida, hoy te lo dice una amiga, mañana te lo dirá la vida”.

IrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora