Capítulo 16

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Mis sentimientos parecen una montaña rusa desde que conozco a Dimitri. Unos días radiantes de alegría y otros grises y llenos de tormentas.

No sé si reaccioné exageradamente por los comentarios de Sandra, pero me cegué. La cólera me dominó al escucharla llamarlo mi amor, Dimi, hasta ahora no tenía conocimiento de que fuera celosa, bueno, en realidad, no conocía muchas cosas de mi, estoy conociendo novedades que no me están gustando, los celos y la ira no traen nada bueno, y debo aprender a controlarlos antes de que me controlen.

– ¿Irina te vas a quedar sola en el albergue?

– Si Zuce, voy a aprovechar y voy a disfrutar del baño solo para mi, es un placer del que siempre carecemos, la privacidad.

– ¡Ja, ja, ja! ¡Entiendo, yo la extraño todos los días! ¡Todas fueron para el área a disfrutar de la música y dudo mucho que alguna venga para acá con lo animado que está ahí! Te veo después. No demores.

– ¡Si, eso pensé, te veo en un rato Zuce!

Tomo mi rollo con mis cosas y me voy para el baño a disfrutar de la soledad y la privacidad. Acomodo mis pertenencias con calma. Enciendo mi reproductor de música en modo aleatorio, dejo que me sorprenda, al final todas me gustan, comienzo a cantar al ritmo de la canción mientras me despojo de la ropa y me introduzco en la ducha. Abro el grifo y dejo que el agua me relaje, mis rizos ceden, cubriendo toda mi espalda, aplico el shampoo y masajeo con calma mientras canto divertida una canción de Rihanna y me contorneo de un lado a otro, << ¡extrañaba estar sola en el baño!>> enjuago y aplico una generosa cantidad de suavizador, lo dejo reposar mientras pongo gel de baño en mi esponja.

– ¿Me permites? ¡Bailas aún mejor cuando nadie te ve!

<<¿Pero será estúpido? ¿Qué hace aquí? ¡Dios mio! ¡Estoy desnuda!  ¡no puedo voltearme! ¿Qué demonios hace aquí?>>

– ¡No te permito nada! ¡Sal de aquí! ¡Vas a buscarnos un problema, estás loco!

– ¿En serio? ¿Eso es lo único que te preocupa? ¡Dame eso y no digas más nada!

Toma la esponja de mi mano y aunque deseo voltear para decirle unas cuantas palabrotas, estoy paralizada, la pena que siento por estar desnuda junto a él me domina, siento mi cara caliente y me imagino que bien roja ha de estar.

– ¡Solo deseo bañarte! – me dice al oído,  en un leve susurro.

Mi piel se eriza y mi corazón se acelera aún más, puedo escuchar mis propios latidos y tengo un nudo en la garganta. Siento como la esponja se posa con delicadeza en mi hombro e instintivamente retiro mi cabello de la espalda, pasa la esponja por el cuello y toda mi piel se electrifica con este roce, desde ahí dibuja círculos descendentes por mi espalda hasta mis caderas. Realiza una breve pausa, yo estoy muda, paralizada, incapaz de decir alguna palabra. Sigue bajando por mi glúteo izquierdo, suavemente pasa al derecho mientras mi corazón intenta salir por mi garganta. Se agacha y siento su respiración en mi piel, mi estómago se contrae al sentir la esponja bajando por toda mi pierna, lo repite en la otra, se incorpora y toma mi mano para voltearme, con mi mirada en el suelo me dejo guiar y quedo frente a él. Sin soltar mi mano frota el brazo hasta mi cuello, logrando así que alce mi mirada y que nuestros ojos conecten  penetrando mi alma, sintiendo que estoy más desnuda ahora que hace un momento, intento desviar la vista por la pena que me está consumiendo, pero no me lo permite, de ahí pasa al otro brazo. Retira mis rizos y los deja caer en mi espalda, dejándome a mi y a mis senos sin ningún escudo tras el cual refugiarme. Comienza a frotar desde el hombro y va descendiendo sosegadamente hasta llegar a mis pechos, donde se detiene para realizar movimientos circulares primero en uno y luego en el otro, la respiración de los dos es entrecortada, tensa, y mis ojos no logran dejar de mirar los suyos. Baja por mi abdomen y un escalofrío recorre mi espalda hasta mi centro, justo hasta donde llega él. Lo detengo y mirando de forma hambrienta su boca, doy un paso al frente, introduzco mis dedos en su cabello y lo beso, mi boca sedienta calma la sed con sus labios, y lo aprisiono contra mi cuerpo, me devoran sus carnosos labios con más pasión aún, nos fundimos en él y mis pies dejan de  responder, me abandonan y él me carga para quedar cara a cara. No sé qué estámos haciendo, pero mi cuerpo ha tomado vida propia y la razón ha abandonado todo mi ser. Aprisionada contra la pared y completamente empapados por el agua de la ducha, nos dejamos llevar por la pasión, nos besamos con desenfreno, nos amamos con ternura, nos entregamos al amor, convertidos en un solo latir. Colmada entre dolor y goce, dominada por un calor desbordante en mi vientre, me siento perdida en sus hipnotizantes ojos color miel y embriagada por su aroma, cuando una ola de calor crece y arrasa todo de mi, como el tsunami a la costa, llevando todo a su paso, dejando todo devastado. Nuestras respiraciones agitadas chocan entre sí al tener nuestros labios unidos, intentando sostener un beso, acaricia mi mejilla, retira unos rizos de mi rostro y deja un camino de pequeños besos desde mi rostro hasta los hombros. Nos miramos y una pequeña sonrisa ilumina mi rostro, por un momento he olvidado dónde estábamos y recuerdo que podríamos ser sorprendidos aquí.

Me acomoda para que quede justo debajo del agua de la ducha y me enjuaga cariñosamente desde la cabeza a los pies, toma la toalla y me envuelve en ella antes de que la pena se apodere de mi. Me apresuro en alcanzarle una para que también se pueda secar. Una vez vestido se acerca a mi y me abraza, besa mi frente y dibuja con sus dedos figuras en mi espalda.

– ¿Estás bien?

Incapaz de articular palabras asiento con mi cabeza, la verdad es que me siento más que bien, aún intento procesar lo que acaba de suceder en la ducha, pero si algo tengo claro es que estoy bien.

– ¿Segura mi loquilla?

Me saca una gran sonrisa y lo vuelvo a besar, me siento tan feliz y plena en este instante que sólo puedo asentir a todo lo que me pregunta.

– Me voy a recostar en tu cama, ven y vístete para que podamos ir al área antes de que nos extrañen y pregunten dónde estábamos tú y yo.

– ¡La verdad es que no me gustaría tener que responder eso a nadie ahora mismo, moriría de vergüenza! ¡En menos de cinco bajamos!

Mientras me pongo la ropa noto cómo pasea su mirada por mi cuerpo medio desnudo, sigue con sus ojos todo movimiento y gesto que hago, y me ruborizo al pensar qué puede estar pasando por su mente mientras me observa en total silencio.

– ¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo en la ropa? ¿Mi cabello no está bien? ¿Qué sucede?

Guarda silencio por unos instantes, pero sin separar sus ojos de mi. Finalmente extiende su mano para tomar la mía, me jala con fuerza y me tira sobre él, quedo a la altura de su pecho y sus brazos me rodean y acunan. Disfruto escuchar el latido de su corazón y el vaivén de su pecho con cada respiración.

– No puedo separar los ojos ante tanta perfección y belleza. Irradias una luz que me deja completamente hipnotizado, disfruto de ti hasta tus desplantes y mal genio, que es mucho decir, porque de mal genio llevas un premio. He deseado vivir este momento desde la primera vez que te vi, amarte, acariciarte, besarte, hacerte reír, bañarte. Por un momento pensé que me ibas a echar a patadas de ahí, temí que me fueras a apartar de ti, pero estoy feliz de que no me rechazaras. Eres mía loquilla, toda mía, cuerpo y alma.

– Quería hacer algo más que echarte a patadas pero me quedé paralizada, al sentir tu suave roce, tus caricias, tu respiración tan cerca, en mi piel, poco a poco la razón me abandonó y algo nuevo me dominó y tomó las riendas de la situación, permitió que sucediera lo que tanto la conciencia había evitado. Que me dejara amar.

– ¿Te sientes feliz Irina? ¿Te arrepientes?

– ¡ Estoy muy feliz y es imposible que me arrepienta de algo que yo también  desee!

– ¡Gracias por confiar en mi!

–¡ No me agradezcas nada, no hay nada que agradecer! ¡Sólo te voy a pedir una cosa! ¡Sólo una! ¡No me lastimes! ¡No juegues conmigo, por favor, no creo ser capaz de soportarlo!

IrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora