La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo, volvimos al departamento. Había sido increíble haber pasado todo un día con Minho cuando no estaba en mis planes. Me sentía mal a veces de haber utilizado a Felix en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y un ceño fruncido al ojimiel. Pero más allá de la remota culpa, se sentía bien.
-¡Uff! Fue un día magnífico el de hoy. -Dijo Felix, riendo complacido.
-Lo fue. -Concordé. -Gracias, Lix.
Besé su mejilla ligeramente coloreada por una bella pincelada rosa y cubierta de pequeña pecas que la adornaban; crucé los dedos rogando que el ceño fruncido de Minho apareciera de nuevo en su bello rostro. Lo miré por la colilla del ojo cuando me alejé de mi amigo y lo vi con las manos en los bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.
-Hasta luego, Felix. -Le dije.
-Hasta luego. -Rió, tímido, luego dio la vuelta y se introdujo al departamento de su tía. Miré a Minho quien ahora esbozaba una linda sonrisa, ¿no le había afectado en nada mi patético intento por ponerlo celoso?
-Que grosero es tu amigo, no se despidió de mí. -Dijo, pero mantenía aun esa sonrisa.
-Es un poco despistado, no te lo tomes a mal. -Sonreí. Abrí la puerta y él me siguió.
-Son las seis treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer? -Me preguntó.
-Estuve caminando casi todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más. -Musité, aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.
-¿Quieres jugar cartas? -Sugirió, sentándose a mi lado.
-No, siempre me ganas. -Hice un mohín y él rió por lo bajo.
-Bueno, que tal... ¿ver una película?
-Ya vi todas las de Yeeun, y me da pereza ir hasta el vídeo club a rentar una. Lo siento.
-Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas? -Insistió.
-Bueno creo que eso puedo hacerlo sentado aquí. -Reí y me crucé de las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con el castaño.
-Está bien, comienza tú. -Me dijo.
-Me dijiste que te gustaba la música. ¿Alguna vez has escrito una canción?
-Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas. -Sonrió y bajó la mirada.
-Estoy seguro de que son geniales. -Animé.
-Siguiente pregunta. -Rió.
-¿Algún día me enseñarás una?
Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.
-Está bien, algún día. -Prometió.
-Bien. Veamos... -Pensé. -¿Tu punto más cosquilloso?
-Emm... el cuello. -Dijo, como quien no quiere la cosa.
-¿Qué hay de tu futuro? -Pregunté, meramente curioso. Se encogió de hombros, elegante.
-Pues solo estoy seguro de una cosa. No seré administrador como Sorn. -Rió. -A lo mejor, quizá, compositor.
-¿Compositor? ¡Dios, eso sería fenomenal!
-Gracias.
-¿De qué hablan las canciones que escribes?
-De la vida, de mí, del amor... -Se encogió de hombros de nuevo. La fierecilla se removió y me animó a preguntar:
-¿Alguna vez le escribiste alguna a Unie? -Inquirí, temeroso por la respuesta, porque la fierecilla no solo era terca, también era sensible. Se quedó serio por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa, inquieta e impaciente.
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Manual de lo prohibido⭑⭑⭑ Minsung
FanfictionÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los 6 años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, situado justo en el medio, enamorado del novio de...