Cuando llegamos, Chris tardó en salir, estaba peleando con la máquina de fotocopias nuevamente.
-¡Espera solo un momento, Sung! -Gritaba desde atrás, mientras que yo no dejaba de reír. Pobre de él, esa máquina siempre le sacaba canas verdes. Felix permaneció tranquilo, observando las cosas en el local, hasta que Chris apareció por fin detrás del mostrador.
-¡Listo! -Me sonrió con esa sonrisa que se expandía tierna sobre su rostro. Cuando Christopher desvió la vista de mí, la posó en la única otra persona que estaba conmigo. Felix lo miraba embobado.
-Oh. -Musité.- Chris, te presento a un amigo. Felix, él es Christopher. -Dije al interpelado. -De el que tanto te he hablado; Chris, el es Felix, mi vecino.
Luego de unas horas y de que Lixie y Chris se conocieron más; decidimos él y yo que era hora de regresar. El sol se había puesto cuando Felix y yo caminábamos hacia el edificio.
-Tú amigo es muy bonito. -Musitó, ruborizado ligeramente. -Muy simpático, además. -Me solté a reír.
-Creo que lo pude haber adivinado. -Admití y él enrojeció más.
-¿Por qué dices eso?- Preguntó, avergonzado.
-Por tu cara y como lo mirabas.
-¿Tan obvio era? -Hizo un mohín.
-Algo. -Ambos reímos. -¡Lixie! -Dije, de pronto, quizás hasta sacándole un susto por la forma en que me miró. -¡Tú sabes italiano!
-Emm... sí. -Musitó sin comprender; y es que había cambiado de tema repentinamente.
-Dime qué significa... -Hice memoria para acomodar las palabras en orden y tratar de pronunciar correctamente. -"Che bella coppia che fate"
A lo mejor Minho creía que ya se me había olvidado lo que el muchacho de la heladería nos dijo y que no me quiso traducir, pero para mala suerte de él, yo tenía muy buena memoria.
-Que bella pareja hacen. -Dijo mi amigo.
-¿Disculpa? - Yoandri rió.
-Eso significa. -Abrí los ojos ante lo poco evidente y ante la ilógica razón de que me emparejaran a mí con Minho. Luego me solté a reír de nuevo; no sabía si avergonzado o de veras divertido. -¿Por qué? -Inquirió Felix.
-Porque... lo vi en la televisión.- Inventé de inmediato.
-Sí, claro.- Murmuró Felix.
-Me tengo que ir. Buenas noches. -Dije fingiendo un bostezo. Lo cierto era que no estaba cansado; pero sí quería escapar de las escenas que Yeeun y Minho protagonizaban en la sala. El chasquido de sus labios al juntarse, los suspiros, las caricias que se daban, todo me resultaba ahora insoportable.
-¿Tan pronto te irás?- Preguntó.
-Sí, estoy realmente cansado.- Me pregunté si fingir otro bostezo sería muy exagerado.
-Esta bien, hasta mañana, descansa.- Me dijo.
-Igual tú. Hasta mañana.
Me dedicó una última sonrisa y al instante me vi obligado a responderla. No hacerlo sería prácticamente irrealizable.
[...]
A la mañana siguiente, el día había amanecido perfecto para ver una película, o al menos, a mí se me había antojado hacerlo. Fui a un vídeo club cercano y renté una de terror cuyo título no entendí pero la portada sí que era macabra. Desayuné afuera y en la tarde me cociné un par de huevos fritos. Cuando el reloj marcó las seis de la tarde y sin más planes en mi lista, decidí ver la película que había rentado y la coloqué en el DVD de Yeeun. Apagué las luces y me acurruqué en el sofá pequeño tapándome con una manta violeta que estaba allí, dejando que el departamento fuese iluminado solo por la luz exterior. Le puse play a la película y comencé a ver cada una de las escenas que el televisor proyectaba.
Había pasado casi la hora y yo me aferraba a la manta retorciéndola entre mis manos, terriblemente aterrado y con el corazón a mil por hora; jamás me había espantado viendo una película como ahora. El televisor reflejaba sobre mí aquellas imágenes del perro protagonista que dejaba salir de su hocico la rabia que infectaba como un virus al desafortunado que se cruzaba con los filosos y ensangrentados dientes del can, convirtiéndolos en reflejos del horroroso animal que mordía.
Estaba completamente aterrado. Unos golpes en la puerta me hicieron dar un tremendo brinco en el sofá y un alarido de espanto de mis labios. Comprendí luego que solo era alguien que llamaba a la puerta. Le puse pausa a la película y salté del sofá casi adivinando quien estaría del otro lado.
-¡Minho!- Grité un noventa y nueve por ciento aliviado.
-¿Te ocurre algo?- Preguntó preocupado.
-¡Estoy viendo una película de terror horrible! -Expliqué y lo introduje tomándolo de la mano.
-¿Que película?
-No sé, una de un perro rabioso que infecta un virus. -Dije atropellando las palabras y señalé el televisor.
-Estás viendo infectados. No da tanto miedo. -Rió. Fruncí el ceño.
-¿Estás loco o no eres humano? -Farfullé. -¡Claro que da miedo! -Sonrió.
-¿Entonces por qué la vez? -Inquirió divertido.
-Pues... porque... porque... no sé, es horrible.
-Sí, pero aun quieres terminar de verla, ¿cierto?
-¡Claro! No voy a quedarme a la mitad de la trama, ¿quieres ver lo que queda conmigo?
-Por supuesto, y luego seré quien va a protegerte.- Sonrió con autosuficiencia.
-Gracioso. -Lo fulminé con la mirada. Me acomodé de nuevo en el sofá y después Minho se sentó en uno de los brazos de este, pasando su brazo sobre el respaldo; ambos estábamos muy juntos y mi corazón comenzó a acelerarse. Di play a la película de nuevo, y la escena que había quedado pausada continuó moviéndose; ahora ya estaba todo más oscuro y solo podía ver tenuemente el reflejo de la luz del televisor sobre nuestra piel.
Una luz me obligó a cerrar los ojos con fuerza y desviar mi rostro hacia el el respaldo del sofá; pero con lo que mi rostro se topó no fue con el terciopelo del mueble, sino con un abdomen duro revestido de una franela blanca y un suave y varonil perfume tan cerca de mi nariz. Caí en la cuenta entonces que estaba ocultando el rostro en el abdomen de Minho; me iba a retirar, completamente sonrojado y por supuesto pedirle disculpas; pero entonces...
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Manual de lo prohibido⭑⭑⭑ Minsung
FanficÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los 6 años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, situado justo en el medio, enamorado del novio de...