☽Capitulo 19

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Su sonrisa llegaba hasta mí a través de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería dármela a mí; haciendo que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Luego tomó mi mano, y sentí que pude tocar el mismísimo cielo. El corazón se me aceleró cuando él puso mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.

-¿Quién más puede hacerte sentir esto? -Me preguntó, con su voz de terciopelo.

Era la primera noche que soñaba con él, con Minho. Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiro se convirtió en un vapor cálido que me pegó en todo el rostro. Alcé la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados a cada costado de mi cara. Hoy era sábado. Recordé angustiado el sueño y legué a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque sino, explotaría tarde o temprano. Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre las teclas de mi celular el número de Sorn, ¿quién mejor que ella para entender toda esta locura?

-¿Hola? -Me contestó, del otro lado de la bocina.

-Sorn, ¿podemos vernos hoy? -Pregunté

-Claro, dime en dónde y a qué hora. -Accedió.

-En la plaza, en una hora y media, ¿está bien?

-Perfecto, ¿puedo preguntar para qué? -Curioseó.

-Te digo cuando te veo.

-Está bien.

Trunqué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo. Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Yeeun había colocado allí para mi uso. Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banca gris que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí. Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Sorn; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amiga, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesto a decirle con punto y como todo, y eso incluía aceptar que Minho me atraía y bastante. A la media hora la rubia apareció entre el tumulto de gente, su suéter color vino y su cabello fue lo que alcancé a distinguir primero.

-¡Sorn, acá! -Manoteé para que me viera y no solo llamar la atención de ella sino de algunos otros que me miraban extrañados por hablar en otro idioma. Me encogí un poco cohibido y aun así Sorn me alcanzó a mirar y se acercó.

-¡Hola! -Me sonrió.

-Que bueno que llegaste. -Dije y la jalé de la mano para sentarla conmigo.

-Dime, ¿qué pasa?

-Bueno, tengo un muy, muy, grave problema. -Farfullé. Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de precaución.

-¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? -Inquirió, visiblemente atenta.

-Bueno, ¿Prefieres que te lo diga sin tantos rodeos? -Pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí. Asintió. -Creo que me gusta tu hermano. -Dije, casi hablando entre dientes, consumido por la vergüenza.

-¡¿Qué te gusta quién?! -Sus ojos se abrieron al igual que su boca.

-No me hagas repetirlo. -La fulminé con la mirada

Manual de lo prohibido⭑⭑⭑ Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora