Capítulo 3.

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Advertencia: Sexo Explícito. 

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En el trayecto hacia el hotel, tuvo tiempo suficiente para arrepentirse si quería. ¡Pero no quería! Hacía mucho tiempo no tenía sexo, y estaba un poco ansioso ante la idea. Así que decidió estar en su celular mientras el auto se movía. Subir al auto de un completo desconocido era algo que debió pensar más, pero cuando se piensa en calentura, eso no importa.

Al llegar a un hotel, de aquellos de fina recepción, no como los moteles a los que iba; una señorita los recibió, y Cooper apartó un cuarto. Ambos fueron al ascensor después de recibir la llave. Eso era, en definitivo, la forma menos sexy de ir a la habitación del hotel para tirar. Acostumbraba a darse mimos con su pareja en el camino, besos y esas cosas, simplemente para hacer ambiente. Pero se sentía cohibido ante ese hombre, que, por lo menos, le llevaría quince años. Normalmente sus parejas eran contemporáneos a él, y no sabía cómo moverse ante un hombre tan serio.

Llegaron al cuarto, y Jace solo recorrió vagamente la sala, y un pasillo que iba al baño y a la habitación principal. Era elegante, como no, y bastante pomposo para su gusto. Pero era mejor que su primera vez, en un baño público de un concierto de rock. Demasiado ebrio para recordar bien.

"¿Quieres comer algo?" Se asustó con aquella voz, y cayó en cuenta que esa situación no era para estar actuando como un virginal. ¡No! Él era Jace Norman, cuya vida sexual era activa desde los quince, y que nunca actuaba como un niño idiota.

"No" Respondió, dirigiéndose a uno de los muebles, y sacando su chaqueta. No iba tan elegante como Cooper; simplemente vestía unos jeans negros ceñidos a sus largas piernas, una camisa de botones color miel, y una chaqueta (la mejor que tenía) de un color café opaco.

"Bien" El mayor sonrió, también dejando su chaqueta en un mueble. Sin miedo, a comparación de Jace, lo tomó por la espalda, y acercó su fuerte pecho a la espalda del chico. Sus manos acariciaron el abdomen plano de Norman, y continuó hasta bajar a la entrepierna de este.

Le fue imposible no soltar un suave gemido, mezclado con un suspiro, al sentir el aroma tan varonil de ese hombre. Nada de chicos con aroma a cerveza barata, cigarrillos o marihuana. Cooper si era un hombre, con su aroma encantador natural, y su loción de fina estadía en el cuerpo. Las manos de ese hombre lo recorrían encima de la ropa, y sentía como quemaba poco a poco con cada tacto, hasta que los dedos se abrieron pasó por su camisa, un espacio de esta; y tocaron uno de sus pezones.

"Vamos al cuarto" Lo escuchó gruñir, y antes de poder decir algo, su cuerpo se elevó con una facilidad increíble, girando en el aire, y quedando pegado a Cooper. Con algo de temor, se pegó a este con brazos y piernas alrededor del cuerpo. ¡Jamás lo hacían alzado! O al menos no con tantísima facilidad. No es que fuera gordo, pero era pesado porque su masa corporal así lo requería para el baile. Y, la sensación mientras lo llevaba así al cuarto, era, sin más, muy excitante. ¿Le gustaba sentirse pequeño? No, pero si le gustaba poder ser el niño consentido de alguien, y cargarlo, era una forma de demostrarlo.

Ya en el cuarto, Cooper lo tiró a la cama, dejándolo un poco sorprendido ante el brusco movimiento. Se terminó de trepar en esta, con la mirada fija en el mayor, que comenzaba a, poco a poco, deshacerse de la camisa. Mordió sus labios al ver el torso desnudo de este, mostrando unos fuertes abdominales y unos grandes pectorales, ¡y esos brazos! Se notaban un poco las venas, pero era excitante ni cuanto menos. Un poco de vello castaño decoraba su abdomen, perdiéndose entre el pantalón, que no demoró mucho hasta comenzar a bajar.

No quiso quedarse atrás, y también se quitó la camisa. Pateó sus zapatos lejos de la cama y se comenzó a deshacer del pantalón, quedando en bóxer. Cooper quedó estático, mirándolo.

Adicto. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora