Capítulo 23.

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Su espalda dolía, no acostumbraba a dormir en una cama tan pequeña junto a otra persona, pero lo valía, valía ver el rostro pasivo de Jace mientras se acurrucaba en su pecho, y como las feas cobijas rosadas con osos los cubrían un poco. La luz entraba por las persianas abiertas, el techo lucía bastante pálido y desgastado. ¿Ahí vivió Jace? ¿En un pueblo tan... pueblerino? No le molestaba, pero deseaba darle una vida más lujosa, como creía que su chico lo merecía.

Acarició la espalda de Jace, este se movió, enredando los brazos por su ancho pecho, y enterrando la nariz en la curva de su cuello junto a su hombro. Se veía tan lindo. Besó el cabello de Jace, deseando llenarlo de mimos poco comunes en él, pero, entonces, sonó su celular en algún lugar del suelo, seguramente entre su ropa. Se negaba a levantarse, pero temía que el sonido despertara a Jace.

Lo corrió un poco, y se levantó hasta tomar de su chaqueta su celular. Era Katrina.

"¿Cómo estás, hermanito?" Podría acostumbrarse a aquel honorifico. "¿Encontraste al chico?" Su voz parecía preocupada. Ella lo incitó a ir al pueblo, en un avión para no demorar tanto, y con apenas cosas en su maleta. No tenía idea de para qué fue, qué iba a hacer, y, sobre todo, qué proseguía. No iba a dejar a Jace de nuevo, de eso estaba seguro. Pero, ¿y él quería volver? Nunca se sintió tan preocupado por los deseos del otro.

"Sí" Respondió en un susurro.

"¿Algún plan?"

"No" Hizo una mueca.

"¿Por qué no dejas que todo fluya? Ya sabes, ir a su casa, conocer a su familia, presentarte como el atractivo hombre del chico, y hablar con él. Les haría bien, porque creo que solo se la pasan cogiendo"

"¿Cooper?" Jace había despertado, colgó a su hermana, y giró a mirarlo. Estaba masajeando sus ojos, tratando de acostumbrarse a la luz que entraba. El mayor se acercó, metiéndose nuevamente a la cama y llevándolo a su abdomen.

"¿Cómo dormiste?"

"Me duele el culo" Rió, ronco. Lo había llevado al límite la noche anterior, porque Cooper había llegado a su propio límite en un mes sin estar con él. Ya no era simplemente la falta de sexo, que sí, también era el hecho de necesitarlo a todo momento. Acarició el cabello del chico, y se acercó a darle un beso en la comisura de los labios.

"Perdón" Murmuró, olfateando el cabello rubio del chico. Su chico.

"Oh, el gran Cooper Barnes se disculpó" Se burló, colocando su mano en uno de los pectorales del hombre, y haciendo círculos con sus dedos. Se sentía tan bien era forma tan natural de estar con él, sin tener que esconderse de alguna forma.

La puerta sonó, y ambos se quedaron en silencio.

"¿Señor Cooper? Queríamos saber si va a desayunar" Era la vieja señora dueña de aquel hotel, o aquel motel, u hostal. Como se acomodara más. La señora era agradable, conocía a Jace, pero él estaba seguro de que ella no lo reconoció, pues la noche anterior llegaron rápidamente al cuarto.

"Eh..." Cooper buscó alguna respuesta en Jace. Este sintió que le estaba comunicando algo, y se sentía tan perfecto al entenderlo. Este asintió. "En un momento bajamos"

"¿Hay alguien con usted?" Volvió a mirarlo.

"S-sí" No era muy abierto con su sexualidad, al menos no tanto como Jace, que parecía valerle tres hectáreas de mierda quién hablara de ello. Él, en cambio, no lo ocultaba, pero tampoco lo hablaba abiertamente.

"Oh, vale" La escucharon alejarse.

Cooper por fin pudo respirar.

"Sentí que me presentaba frente a tus padres"

Adicto. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora