Capítulo 8.

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Llego al edificio. Un enorme lugar de refinado gusto y olor a pino. En la entrada había un gran letrero en roca, bastante refinado, que decía "BNS. Barnes Company", lo que le daba a entender que ese era el dichoso lugar donde trabajaba Cooper, como no.

Suspiró, dándose leve fuerza para ingresar por las puertas de cristal automáticas.

Se sentía extraño, con su camisa de Pink Floyd y su maleta a cuadros con un montón de pines. Tal vez debió ir más elegante. Aun así, caminó hasta las señoritas de administración. Tres, en realidad; atendiendo a hombre y mujeres que deseaban entrar al edificio.

Se acercó a una de ellas, la cual lo miró con una sonrisa.

"¿Puedo ayudarlo en algo?"

"Vengo a..." ¿Sería muy raro decir que iba a ver a Cooper Barnes, el CEO de ese lugar? Bien, no sonaba una buena idea. "Ah..." La chica lo seguía mirando, sin entender a qué se refería.

"Marta" Tras él, una mujer hermosa, de largo cabello negro y ojos azules, los miró. "Necesito una muchacha de mantenimiento. El señor Barnes tiene una reunión en breve y la sala de juntas está..." Entonces, como si cayera en cuenta, los ojos, frívolos, lo observaron. Jace la reconoció. Era la vieja bruja.

"Hola" Saludó, y esta lo miró de arriba abajo.

"Así que lo consiguió" ¿Espera qué? "Bien. Marta, usaremos la oficina del señor Barnes" y comenzó a caminar, pisando con furia aquellos tacones del color del petróleo. Jace la observó, demasiado inmerso en esa bella figura. No era heterosexual, ni siquiera bi, pero admiraba la belleza. "¿Y bien?" Salió de su sueño. "Sígueme, muchacho. No tenemos todo el día"

Jace observó a la tal Marta, y esta se encogió de hombros, sin entender tampoco. La comenzó a seguir, casi corriendo tras la mujer, pues caminaba rápido y seguro, ahuyentando a cualquiera que se cruzara en su camino.

A penas logró ver las decoraciones, llegando a un pasillo lleno de elevadores, y dirigiéndose al último, donde un hombre formal estaba esperando. Saludó a la chica, Katrina, dijo él; y abrió con una tarjeta aquel elevador, el único que parecía no tomar nadie. Ambos subieron, sin decir ni una palabra. Miró de nuevo a la mujer, que podría sacarle una cabeza o más de altura; delgada, cual palo, y con el cabello largo, lleno de femeninas hondas. Sus ojos, levemente rasgados, eran del mismo azul que los de Cooper; su nariz era respingona, y sus labios gruesos y llenos de labial rojo.

"¿Te gusto o qué?" Se asustó al escucharla, su voz era agresiva. Creo que eso de ser dominantes es de familia, pensó Jace.

"No solo... Usted es muy bonita" La chica lo miró, alzando una de sus perfiladas cejas. Su maquillaje parecía el de una Kardashian, a decir verdad, solo que pálida y más hermosa. Tenía cierto parecido a un Cooper, pero en femenino.

"Los gays no me agradan"

"Pues perdón" Dijo, indignado. La chica se giró en el talón de sus tacones, y lo encaró de frente. Sí, era muchísimo más alta que él. Se acercó al chico, casi haciendo que se pegara al espejo. Las uñas de esa mujer rasgaron un poco su mejilla.

"No me hables así de nuevo, o la que te va a dar golpes seré yo" Se quedó helado. Esa mujer era imponente, demasiado ruda, pero femenina a más no poder.

Las puertas se abrieron, y salió casi corriendo de ese lugar. Qué mujer tan desagradable. Respiró aliviado, hasta qué, frente a él, estaba Cooper. La mujer se acercó por detrás, y él quedó entre ambos. Se sentía como un alíen entre esos gigantes. Nunca se consideró bajito, pero... ¿Qué carajos les daban a esos dos de niños? ¿Bienestarina*?

Adicto. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora