Capítulo 10.

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ADVERTENCIA: Contenido sexual explícito. Squirt masculino. Sadomasoquismo. Lenguaje fuerte. Si no te gusta ¡no lo leas!

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La palabra de seguridad que habían elegido era Picaflor. ¿Por qué? Era una palabra poco corriente, y seguramente, en ninguna situación posible, la tendrían que decir.

Jace no estaba seguro cuando llegó al apartamento de Cooper, subiendo las escaleras hasta el décimo piso porque no usaría esa cosa del diablo y quedarse encerrado. ¿Y sí se caía? No, gracias. Prefería morir joven en una marcha por sus derechos gays o como estudiante, a en un ascensor.

Era la segunda vez que estaba en ese apartamento, la primera fue cuando el maldito lo grabó. ¿Qué haría con ese vídeo? ¿Lo chantajearía? Que sepa que le vale una mierda que lo vean teniendo sexo, todos lo hacían, no era ilegal.

En fin, esta vez pudo recorrerlo bien, mientras el mayor lo dirigía a un cuarto de aquel penhouse. Grande, sofisticado y con una hermosa vista a la ciudad. Tenía suficiente espacio para parecerse a la torre de Tony Stark, además de tener decoraciones que le recordaba a un minimalista.

Por el pasillo, al fondo, estaba el cuarto principal. Y varios cuartos más. Unas escaleras que no notó que iban a un tipo de terraza a la que no subió. Unos ventanales en la sala principal que daban...

"¡¿Eso es una piscina?!" ¿Cómo no lo notó antes? Se sentía como un niño pequeño en ese lugar. La piscina daba al exterior, como en un tipo de balcón, hacía la ciudad, iluminada por luces que cambiaban lentamente el color.

"¿Te gusta nadar?" Jace asintió. "Lo haremos después" No creía que solo fueran a nadar, pero el sexo en una piscina siempre fue uno de sus fetiches.

Las paredes blancas hacían más grande el lugar, y al llegar a las habitaciones, no entraron a la que fueron el primer día, que, hasta entonces, creyó era la principal. A un lado, entraron por una puerta a una habitación de color distinto: Rojo y con piso de alfombra negro. Era un cuarto aún más grande que el de Cooper, con una cama negra en medio, de enormes barandas que subían al techo, y un closet del mismo color: Negro. ¿Qué obsesión con ese color?

"Tienes una sala para el sado. Qué cutre" Aunque era demasiado impactante. ¿Así de podrido en plata tenías que estar para construir una sala de juegos sadomasoquistas? El cuarto tenía una ventana, menos grande que las del resto del lugar, y cubierta por cortinas finas y negras.

"Primera regla" Volvió a mirarlo cuando Cooper, de la nada, y con la fusta, le dio un golpe en el rostro. No fue duro, ni siquiera dejó marca, pero fue contundente, dejándolo más impresionado que de la habitación misma. "Cuando entremos a este lugar soy tu amo, y me debes respeto" Su voz ya no era varonil y gruesa; era dura, demandante, le recordó a Katrina, pero multiplicado por mil. El hombre lucía indiferente ante su dolor, porque el golpe dolió a todas estas; en cambio, mostraba una figura estoica e imperturbable.

"¿Q-qué?" Le volvió a dar otro golpe, esta vez en el brazo.

"Desnúdate" ¿Qué carajos con ese cambio?

Tragó saliva, y comenzó a desprenderse de la camisa azul celeste que habían comprado. Con sus pies, se sacó los zapatos; y desabrochó su pantalón café claro, dejándolo caer al suelo. Los movió un poco con sus pies, tirándolos a un lado.

"A partir de ahora, soy tu amo, ¿bien? Y como no sabes nada de esto, me encargaré en explicarte" Se acercó a Jace, desatando un poco su corbata. Acarició el borde de la fusta, evitando sonreír al pensar que con ella entrenaría a su nuevo sumiso. ¿Por qué se sentía tan emocionado con ello? No quería pensarlo, simplemente dejándose llevar por su necesidad de llevar el dolor al placer. "Ve a la cama"

Adicto. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora