El Mar En Tus Ojos. |Rick Grimes & Tú|

43

Vuelve a mí.

-Aún no encontramos a los salvadores que desaparecieron. Son tres mujeres y dos hombres. Ya van ocho.

-Rick yo sé quien los está matando.

-¿Los están matando?

-Las mujeres de Oceanside. Se están vengando. Yo las vi.

Me sentía mal por delatar pero tenía que ganarme la confianza de Rick.

Se tomó la cara con ambas manos, frustrado.

-No hagas nada... Sólo están enojadas y debes comprender.

-Alguien me lo dirá. Estoy seguro. Pero no tú.

Asentí.

-De acuerdo. Por cierto quiero comentarte algo.

-Dime.

-Yo sé que mi gente podría ser una carga más para Alexandria por haber llegado así se pronto y quiero agradecerte por todo lo que has hecho por nosotros.

-No tienes que agradecer.-interrumpió.

-Es que si tengo que hacerlo. Siempre estás tú cuando más te necesitamos. Gracias y en cuanto podamos regresaremos a limpiar El Océano para que volvamos a la normalidad.

-No es necesario que se vayan. Pueden quedarse en Alexandria para siempre, no quiero que vivan tan lejos de nosotros.

Me quedé inmóvil mirando a Rick.

-Quiero que sepas que te extraño mucho.-le dije.

-Pero si no nos hemos separado desde hace un mes.-respondió.

-Yo sé, te extraño de otra manera... Y lo siento mucho.

Su cara se transformó en un signo enorme de interrogación.

-No comprendo.

-Yo sólo quiero decir que, extraño mucho la relación que antes tenía contigo, cuando éramos más unidos, cuando teníamos la confianza en el otro.

Suspiré.

-Tampoco quiero irme a vivir lejos. Ya no quiero huir. Quiero ser feliz y eso significa estar cerca de toda mi familia que son ustedes. Que eres tú.-seguí hablando.

-Me alejé tanto que no disfrutaba lo que tenía porque lo que tenía no era lo que quería.

Hubo silencio, ningún ruido, sólo él escuchando.

-Quiero volver a ti.-confesé.

-Entonces, vuelve a mi.

Cuando escuché esas palabras saliendo de él sentí algo en mi estómago, mi garganta y en mi corazón.

Inmediatamente sus manos fueron directo a mi cara para tomarla y besarme.

No quería que se terminara jamás.

Tomamos decisiones sin consultarlo con nadie, nos guardamos nuestras dudas y las tragamos como un trago amargo que quema todo a su paso.