SAMANTHA
— ¡Aquí se hace lo que yo diga! — Gritó de manera estruendosa, me tomó del pelo sin previo aviso lanzándome hasta el costado de la pared. Mi cabeza sangraba y mi nariz igual — ¡SI TÚ NO HUBIERAS NACIDO TU MADRE NO SE HUBIESE IDO CON AQUEL HOMBRE! — Lanzó la botella hasta la esquina de una pared cayéndose cerca de mi rostro. Hoy estaba más incontrolable que nunca, una vez más confirmandome que se había drogado — Quiero cigarrillos ¡Ahora! — Demandó.
Como pude intenté levantarme pero no me fue posible por el constante dolor.
—No pu-edo — dejé salir en un susurro temeroso con un deje de dolor.
— ¡¿Como que no puedes?! — Se acercó a mi tomándome del pelo acercando su cara a la mía haciendo que todo el olor repugnante a licor llegara a mis fosas — Si te digo que vas tienes que hacerlo ¡Yo soy tu dueño! — Me gritó mientras lágrimas brotaban de mis ojos — ¡Ahora ve estupida es para hoy! — Como pude intenté levantarme. El lanzó 10 dólares a mi cara haciendo que los agarrase — Si te tardas te ira peor estupida niña — Advirtió con odio.
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