Capítulo 38: Guardianes del infierno

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En cuanto amaneció, me dirigí al templo Reikon, ni siquiera desayuné, ni me peine, no pude dormir bien, me pase la noche pensando en los siete pecados capitales, realmente estoy preocupada y asustada por lo que puede llegar a pasar.

Llegué al templo, Hana se sorprendió al verme poco arreglada.

–vine lo más pronto posible –dije de manera acelerada y con poco aliento, realmente estoy cansada

–Alicia, no había tanta prisa, no te hubieras apresurado de esa manera

–lo siento pero, en verdad que me urge hablar de esto, debemos buscar una solución –dije alterada

–Alicia, tranquilízate, todo va ha estar bien, mis primos todavía no se despiertan y también debes comer algo, desayunemos juntas –sonrio gentilmente

–tienes razón –dije más calmada

Hana preparo algo para comer, me ofrecí a ayudarle a lo cual ella se negó, me dijo que me pusiera a ver algún programa de la televisión, lo cual hice, cabe recalcar que todavía estoy preocupada, trato de disimularlo, pero es muy probable que no me salga del todo, me encontraba sentada en uno de los sofás de la sala de la casa, recargando mi cara en una de mis manos viendo la pantalla del televisor pero perdida en mis pensamientos. Hana termino y puso la mesa, poco después llegó Akira y se sentó, parecía que acaba de despertar, estaba despeinado y traía puesto ropa de dormir, aún que bueno, yo también tengo una mala fachada.

–oliste la comida ¿No es así Akira?– le dice mientras pone un plato con comida frente a él

–si, el olor me abrió el apetito y si que se ve bastante bueno –dice Akira para después darle el primer bocado

Hana fue a despertar a sus dos primos, Seiichi y Austin y nos acompañaron en el desayuno, la comida estaba exquisita, si que sabe cocinar muy bien.

Al terminar, Hana me pidió que tomara una ducha por dos motivos: una por mi aspecto poco alineado y dos, seguro es algo que me relajara, o bueno eso es lo que piensa ella. Hana me prestó algo de ropa.

Después de estar ya aseada, nos sentamos a hablar del tema que no me dejó dormir anoche.

Hana nos miro a todos, entrelazó sus dedos de las manos, respiro e inicio la conversación –una adivina nos a advertido de la presencia de unos seres, aquellos se les conoce como los siete pecados capitales, estos espíritus están conformados por toda la maldad que ha existido en la humanidad, ellos se encuentran en el mundo de los vivos y contagiarán a las personas de su maldad, causarán caos y desequilibrio en este mundo... Por ello debemos hacer algo.

–ella dijo que deberíamos volverlos a encerrar... Pero... ¿No sería mejor purificarlos o exorcizarlos? –pregunte

–no es posible debido a la gran cantidad de energía maligna que emiten, es por ello que lo único que podemos hacer es sellarlos –Austin respondió a mi duda

–los amuletos y el agua bendita son útiles... Pero francamente no serán suficientes contra esos seres –dice de manera seca Akira

–eso seres debemos encerrarlos en lo profundo del Inframundo...

–para ello debemos trabajar junto con los shinigamis y guardianes del infierno –dijo Seiichi en voz baja, con la mirada en el suelo, con una expresión sería y pensativo, se veía concentrado  –... Debemos de ir al infierno

–no hay que perder tiempo, hay que ir ahora –dije de manera ansiosa y con algo de nervios

–ire a buscar el amuleto el amuleto infernal, ¿van a ir todos? –dice Hana, mientras se pone de pie y espera una respuesta para proseguir a buscar tal objeto

–no, Seii y yo nos quedaremos, no falta mucho para que el equipo fuego vengan –dice de manera relajada Austin

–yo las acompaño –dice el de cicatrices en sus mejillas, mientras se levanta del sillón

Hana tomo el amuleto y lo puso alrededor de su cuello y finalmente aparecieron las puertas del Jigoku frente a nosotros, estás se abrieron, pude sentir el frío que salía de estás, es extraño, siempre pensé que el infierno se sentiría caliente y sofocante. Me dispuse a voltear y despedirme antes de irme.

–me saludan a los gemelos –dije para después, acompañada de Hana y Akira, traspasar las puertas.

[...]

Llegamos al Jigoku y frente a nosotros se encontraban dos personas. Una mujer de cabello largo hasta los muslos oscuro, aparentaba tener entre 20-30 más o menos al igual que su acompañante varón, cabello oscuro por encima de los hombros, ambos eran pálidos y sus ojos eran negros, llevaban con ellos unas enormes y filosas guadañas.

–¿Que hacen aquí? –pregunta aquel muchacho de piel pálida

–necesitamos su ayuda para sellar a los pecados –contesta Akira

Aquellos seres que habitan en el infierno se miraron mutuamente y asintieron con la cabeza.

–siganme

Caminamos siguiendo a esas dos personas, el Inframundo se sentía tan frío aún que la temperatura del lugar parecía solo afectarnos a Hana y a mi, Akira y los guardianes caminaban como si nada, supongo que están muy acostumbrados a este lugar.

–¿Tienes mucho frío? –me preguntó Hana mientras me miraba con preocupación

–Si –dije mientras juntaba mis manos y las soplaba para mantenerme cálida

Hana se acercó a mi y pegó su cuerpo con el mío

–Es lo único que se me ocurrió para mantenernos cálidas –dijo Hana con unas mejillas ligeramente sonrojadas

Sonreí y le dije –es una buena idea

[...]

–Así que finalmente lograste purificar tu alma Noroichi, me alegra que hayas tomado un buen camino –dice la mujer pálida de larga cabellera

–llamamé Akira –dice el de cicatrices de forma sería.

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