Capítulo 2

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- Tu. – dijimos los dos a la vez, él me miro alzando una ceja

- ¿Se conocen? – el chico rubio miraba de uno a otro sin entender nada, al igual que los niños.

- No. – volvimos a responder a la misma vez.

- Nos cruzamos en la calle hace un rato. – le explico el peliverde a su acompañante. - ¿Quién eres y que haces en mi casa?

- Es amiga de Franky. – respondieron los cuatro jóvenes

- Zoro, ¿puede Robin ser mi tutora? – abrí mis ojos en sorpresa, así que uno de ellos era el famoso Roronoa Zoro y ¿de dónde saco Chopper la idea de que sea su tutora?

- ¿Quién es Robin pequeño? – la tierna voz que utilizo el peliverde con el pequeño me conmovió.

- Ella. – Chopper apunto hacia mí, y me sonroje.

- Así que tu nombre es Robin. – nuevamente el peliverde me miro alzando una ceja y hablo con tono burlón.

- Nico Robin. – me presente estirando mi mano. Pude haberme criado en la calle, pero tengo muy buenos modales.

- Roronoa Zoro. – tomo la mano que tenía tendida y una extraña corriente recorrió mi cuerpo, lo que me hizo soltarlo de inmediato, me miro extrañado.

- Mi bella dama, perdona los escasos modales del estúpido marimo, mi nombre es Sanji. – el rubio se acercó y me beso la mano que Zoro acababa de soltar.

- Un gusto. – respondí con una amable sonrisa.

- Perdón la tardanza Robin, me faltaba un libro. – Franky se quedó de una pieza al notar que todos los miembros de la casa estaban en la cocina. – señor Zoro, lo siento, Robin es mi amiga y vino a buscar unos libros que le preste. – pocas cosas afectaban a Franky, pero estoy segura que no quería perder este trabajo, además de la buena paga, según él tenía un excelente clima laboral, era su trabajo soñado.

- Está bien Franky, pero que no se vuelva a repetir. – su tono de voz cambio radicalmente.

- Ah Zoro, Luffy y Usopp le dañaron el teléfono a la mujer. – el tono amable que la chica de pelo naranja había tenido hace un momento, se perdió totalmente, en cambio ahora hasta me miraba con desprecio.

- ¿Qué mierda hicieron ahora? – hasta yo salte con aquel grito.

- No creo que sea necesario gritarlos, ya se disculparon. – susurre, al parecer no lo suficientemente bajo, mi estúpida boca que no sabe cuándo mantenerse cerrada siempre me metía en problemas

- ¿Disculpa? – Zoro me miro nuevamente alzando una ceja.

- Te disculpo, no hay problema

- Vamos. – me susurro Franky tomándome de la mano y sacándome de allí. – quiero mantener mi trabajo. – me dijo mientras caminábamos hasta la puerta.

- Lo siento, sabes que mi boca habla antes de procesar, además que clase de idiota les grita así a unos niños. – me cruce de brazos y saque la lengua en dirección a la mansión que habíamos dejado atrás.

- Muy maduro. – se burló mi amigo.

- Dame esos libros, quiero irme de aquí cuanto antes, ya me humillé para toda una vida. – volví a besar su mejilla y tomé la bolsa con los libros.

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