Capítulo 27

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Yami Sukehiro

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Yami odiaba a las Mantis Verdes, pero su capitán era una de las pocas excepciones que tenía cuando luchaban mano a mano.

Pese a los problemas que habían tenido los últimos años y los enfrentamientos cara al público de aquellos meses, a Yami le costaba admitir en alto que cuando luchaban juntos eran imparables. Por decirlo de una forma delicada. Había muchas expresiones de su tierra natal que podrían describir su relación.

Acababa de despertar a Finral con un golpe en la cabeza cuando ambos fueron presentes del estallido de poder que se concentraba en lo alto del Reino, dentro de las murallas de la zona original y real. Aquello solo significaba una cosa: habían avanzado hacia el origen de todo lo conocido. Si mataban al Rey y al resto de las familias reales, el Reino estaba completamente perdido. Sin pensárselo dos veces cogió a Finral, ya consciente y preguntando qué estaba ocurriendo, y lo obligó a abrir un Portal que los dejase en las escaleras hacia los castillos. Finral aún se tambaleaba un poco por las formas en la que lo había despertado, pero su magia seguía igual de funcional que siempre y los dejaba donde Yami había dado la orden. Respecto a él, aún le dolían las articulaciones por la batalla contra Charlotte y sus dichosos cambios de personalidad y humor.

¿Quién diría que la Reina de las Espinas podía ser tan despiadada con un compañero? Ahora él lo sabría para siempre. Ni siquiera la intervención de la mocosa morena que la acompañaba a todas partes había servido de algo. Charlotte se había vuelto loca como los demás. Incluso con su poder normal podría haberlo derrotado en aquellas condiciones. El fuerte estallido de la Magia de Oscuridad contra la Magia de Espinas aún resonaba en su cabeza. Cuando se encontrase con ella de nuevo, porque la desgraciada había huido tras haberlo derrotado, se encargaría personalmente de hacerla pagar por los daños urbanos y personales de Yami. Su ropa no salía tan barata como la gente pensaba.

-¿Qué esta pasando? ¿Por qué todos se han vuelto locos y brillan tanto? -había preguntado Finral en cierto momento. Los peldaños se le hacían cada vez más anchos y le costaba cada vez más respirar. Lo mataría con sus propias manos como siguiese haciendo el vago a esas alturas.

¿Pero cómo le decía que el Rey Mago había muerto? Le costaba incluso buscar respuestas lógicas a todo lo que estaba pasando. Primero Marx y Owen, luego la loca de Charlotte y ahora preguntas estúpidas como las de Finral. No tenía respuestas para nada excepto para maldecir a Akatell por haberlo dejado solo. No debía haberla dejado ir a la Base de las Mantis Verdes ni por todo el oro del mundo. Si aquello estaba plagado de Caballeros Mágicos psicópatas e increíblemente poderosos al igual que trastornados no quería imaginarse cómo estaría el delgaducho. Tampoco quería imaginarse a una Akatell psicópata al bando de esos desgraciados. Ya tenía suficiente con luchar contra los mocosos de Amanecer Dorado y la traición de William.

Era como luchar contra una jauría de perros rabiosos. Unos atacaban de lleno y cuando tú respondías otro atacaba a tus espaldas aprovechando esa distracción. También eran listos. Pero nadie se fijaría en Finral, por lo que su Magia Espacial era la mejor baza que tenían de su parte. Cuando unos atacaban contra ti por la espalda Finral se adelantaba y mandaba a Yami a la mejor posición estratégica que se le ocurría y él les devolvía los golpes como podía. Por el momento, el golpe contrafilo en sus nucas para hacerles perder el conocimiento era suficiente. Pero cuando un imbécil con armadura de diamantes o algún mineral imposible de penetrar aparecía creyéndose el mejor Caballero Mágico vengativo ya era la gota que colmaba el vaso.

«Qué pesadilla», se quejó Yami.

Y nunca mejor dicho.

Fue entonces cuando el capitán de las Mantis Verdes apareció en escena y los planes de luchar solo que tenía Yami acabaron en la basura. Por lo menos era algo, quería pensar. Estaba bien, su magia seguía igual de activa que siempre y la sonrisa maniática que adornaba su rostro seguía a flote como siempre. Era el mismo delgaducho que siempre, y no estaba poseído. Por lo menos no como los demás.

Jugando a las cartas -[Zora Ideale] [BLACK CLOVER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora