Capítulo 30

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El baile de la doncella

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Noelle bailaba en el aire con la misma elegancia que corría por sus venas.

Mientras los demás se encargaban de la parte terrestre, la niña que se había unido aquel año a los Toros Negros y que apenas podía controlar su poder mágico batallaba en el aire contra los Caballeros Mágicos de aura deslumbrante que se interponían en su camino. Todos ellos gritaban que iba a ser el fin de los humanos, pero la lanza de Noelle y el mercurio que la acompañaba a sus espaldas los callaban de un solo golpe. A medida que se movía, Noelle los llevaba a su propio campo de juego. Bueno, o quizás el de Zora. Aunque le costase admitirlo, sus Trampas Mágicas y la Magia de Cenizas que los había golpeado minutos antes era más útil que toda la magia allí reunida. Ahora, tanto Noelle, Nozel y ella podían ver las Trampas Mágicas aéreas de las que Zora le había hablado en el túnel a la zona real.

Este estaba de pie a su lado, con una mano en la cadera y otra sobre las páginas abiertas de su grimorio; su estilo era muy diferente al que había visto. Las luces de la batalla dibujaban sombras extrañas en su rostro desnudo; las vendas negras a la mitad de su rostro brillaban, pero no tanto. Akatell debía de admitir que la profunda mirada que les daba tanto a Nozel como a Noelle era suficiente como para decir que por una vez había confiado en ellos. Incluso había alagado, o algo parecido, el tremendo poder que la realeza tenía. ¿También se lo habría dicho a ella? Le hizo un poco de emoción pensar así. Tanto Nebra como Solid estaban dentro de la Magia de Regeneración especial del sirviente que Zora había secuestrado en contra de su voluntad. La profunda herida del vientre de Nebra había dejado de sangrar, pero la falta de energía, los efectos secundarios al daño y la tardanza en curarla habían hecho mella en ella. Tenía sudores fríos por todo el cuerpo, que le ardía como una hoguera incendiaria. El brillo pícaro de sus ojos había desaparecido por una desesperación tan profunda que la habían obligado a rogarle a Akatell que se quedara con ella, incluso después de todo lo que se habían dicho o hecho con los años. A Akatell no le hacía especial gracia hacerlo, pero su deber como Caballero Mágico la obligaba. Tampoco estaba en condiciones para ganar contra tantos Caballeros Mágicos si debía confiar en todas esas personas y sus estados emocionales y físicos.

Solid se mantenía al lado de su hermana, viendo el desfile de ataques y golpes sobre sus cabezas con los ojos muy abiertos. Quién diría que el hermano mayor fuera sobrepasado con creces por su hermana pequeña, a la cual le llevaba haciendo la vida imposible desde su nacimiento. Akatell apartó la mirada de la bonita estampa familiar para mirar sus propio combate. El fuego que había creado a modo de defensa interna se mantenía en vigor gracias al maná que rodeaba la torre, incluso tras la caída de aquella jaula, y sus esfuerzos por mantenerlo activo. Era un círculo perfecto que los protegía a todos ellos de los ataques laterales. Noelle se ocupaba de los aéreos por sí misma, y con la Magia de Mercurio de su hermano Nozel acompañándola en su travesía. Akatell hizo un gesto con la mano, dirigiéndose al mercurio de Nozel, que empezaba a decaer. El mercurio pronto recuperó su forma y continuó creciendo y moviéndose a gusto de su portador.

Era cierto que seguir el ritmo a dos miembros de la realeza era complicado, sobretodo con varios Caballeros Mágicos metiéndose de por medio para derrotarlos. Los ataques de Noelle eran rápidos, ágiles y efectivos como el que más. Pero aquella armadura tenía un problema con los combates cuerpo a cuerpo; parecía absorber el maná de la zona, pero no el poder bloquear ataques lo suficientemente potentes o golpes físicos. Akatell se preguntó cuánto podría aguantar Noelle con todo su poder mágico desplegado en una armadura a la cual no estaba acostumbrada. Sus dientes se tensaron. Por mucho que abriera y cerrase las manos, la victoria no se conseguiría sola. Y lo único que podía hacer ella antes de explotar era defender y hacer lo que el capitán de las Águilas Plateadas le había dicho y ordenado.

Jugando a las cartas -[Zora Ideale] [BLACK CLOVER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora