Capítulo 6

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La siesta y la venganza

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Akatell vio cómo empezaba el primer enfrentamiento y cómo finalizaba, y también las miradas de odio de Mimosa hacia Xerx cada vez que hablaba.

Después de despedirlos en la plataforma de observación, los cuerpos de Xerx, Asta y Mimosa aparecieron gracias a un Portal junto a una gran piedra en forma de diamante, solo que del tamaño de un caballo adulto, a un lado del campo. Al otro, separados por bastantes kilómetros, unos jóvenes que no recordaba haber visto esperaban hablando entre ellos a que el Rey Mago diese la orden para comenzar. Desde su posición, los mantos de las distintas Órdenes que poblaban el campo de batalla se distinguían desde la lejanía. Y cuando la orden fue dada, Akatell y sus compañeros también vieron como desaparecían en lo hondo de un pequeño bosque, seguidos de la piedra mágica. Aunque los demás estaban ensimismados en los movimientos del chico de la Antimagia más que en los tres misteriosos desconocidos. Akatell lo comprendió. Debían de ser veteranos sin muchos reconocimientos. Los Toros Negros cargaban con ese peso desde su fundación, así que ellos no estaban en condiciones de quejarse.

Por otro lado, Asta y su equipo parecieron retrasarse por algún motivo. Desde la plataforma solo podía verse el enfrentamiento, no escucharlo. Eso debía de ser una ventaja para los Caballeros Mágicos tramposos y una desventaja para los leales a la Ley. ¿Asta en cuál estaría?

Lo más emocionante pasó a los cinco minutos, cuando su piedra mágica fue atacada y ellos no supieron reaccionar a tiempo. A su lado, Grey se tapó de nuevo el rostro, y ella aprovechó la oportunidad para sentarse y dejar las piernas colgando de la plataforma. Aquello iba para rato. No sabía lo que estaban haciendo, pero cada ataque que recibían era entendible que le quitaba fuera a la capa de resistencia de su piedra mágica. Unos más, y el cristal sería destruido. Por suerte, supieron aprovechar la magia de Mimosa, una característica en la segunda rama de los Vermillion, y crear un plano tridimensional de lo que era el campo de batalla y distinguir a cada individuo desde cualquier punto del campo. Aunque eso podía haber sido más sencillo mirando desde fuera de la batalla. Uno de ellos, usuario de una Magia de Hielo y miembro de las Águilas Plateadas, estaba escondido entre las ramas frondosas de un árbol no muy lejos de ellos; y los otros dos protegían el cristal desde una colina plana haciendo uso de una Magia de Fuego simple y una Magia de Tierra con forma de escorpión. Akatell vio los mantos de los Leones Carmesí y otro más, el cual no llegó a distinguir por el polvo que los rodeaba, hondeando a cada disparo.

Akatell tuvo ganas de redirigir una de esas flechas al árbol desde su aliado descansaba. Esas ganas desaparecieron cuando Xerx, después de gastarle una broma a Asta de nuevo y de escuchar el plan de Mimosa, se hubo tumbado en el suelo de lado y cerrado los ojos. Gouche, idolatrando el retrato de su hermana pequeña, Marie, se revolvió a su lado contrario y murmuró un par de cosas. Los Toros Negros no se quedaron cortos tampoco:

-¿Se ha dormido? -preguntó Finral, y luego añadió:-. Se ha dormido.

-Sí, se ha dormido -corroboró Vanessa, con una mano sobre los ojos mirando a la lejanía. Su sombrero de bruja estaba en un ángulo peligroso.

-Ese chico está tan despreocupado que no le da miedo que la gente lo vea dormir -añadió Grey-. Yo me moriría.

-Está dormido, sí -defendieron Luck y Magna al mismo tiempo.

-Los amigos tienen tanta confianza entre ellos que nos les importa que uno se duerma. Los otros le protegerán -comentó Gordon, como siempre, en voz baja.

Akatell alzó la cabeza, con los ojos entrecerrados, y lo miró haciendo una mueca. El sol golpeaba con tanta fuerza que empezaba a hacerle daño en la piel.

Jugando a las cartas -[Zora Ideale] [BLACK CLOVER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora