Capítulo 1

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Altamira Black

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Una semana y media antes]

Todo parecía sorprendentemente tranquilo. Quizás demasiado. Y eso no le gustaba.

Eso significaba una palabra: peligro.

Aún le dolía la rodilla. Aquella misión cerca de la frontera que dividía al Reino del Trébol del Reino Diamante había acabado con la mitad de las ganas por conseguir el tesoro de la mazmorra. Lo único que esperaba de todo aquello era tener algunos días libres; esos desgraciados la habían entretenido más de lo normal. Aunque poco se podía esperar de los nobles, y mucho menos de la realeza. Ya se imaginaba lo que dirían cuando la viesen en ese estado, viva y con la mitad del daño que le correspondía. Se le revolvió el estómago de solo pensarlo. Nunca le había agradado ser el centro de atención. Pero a aquellas alturas, estando en la peor orden de todas, ya era algo extraño ser parte de las fiestas con los demás caballeros mágicos. Los rumores se extendían y sabe Dios dónde acabaría eso; si es que se llegaba a acabar.

De todas formas ya era tarde para quejarse. La elección ya estaba hecha y ahora formaba parte de los Toros Negros. Bueno, ya desde hacía tiempo.

Cuando hizo el examen a Caballero Mágico no esperaba ser elegida por tres órdenes a la vez, y mucho menos acabar en la más conflictiva y relevante; secretamente prefería que fuera así. Más tarde, hace unos meses, se enteró que el Rey Mago -el hombre más poderoso por debajo del Rey y quien controlaba las órdenes desde un primer momento- la había elegido a ella para ir en solitario a una de las mazmorras que acababan de aparecer de repente cerca de la Base de los Toros Negros. Aún le resultaba extraño no haber escuchado el terremoto que señalaba su ubicación en la tierra. Realmente no le había hecho gracia enterarse de esa elección, pero tampoco podía quejarse. No a ese hombre. No a él.

Tenía un pie en la entrada cuando escuchó un grito proveniente del interior de la casa. Ni siquiera se molestó en reaccionar. Escuchar gritos era igual de normal en aquel sitio como que dos osos se apareándose en época de celo. «¿Por qué osos? -pensó mientras la puerta se cerraba a sus espaldas. Era una puerta vieja de madera, que apenas podía moverse sin tener una fuerza descomunal-. A Charmy le gusta investigar comidas nuevas. Seguro que ha encontrado a más de un oso manteniendo relaciones sexuales.»

Todo estaba igual que como lo recordaba. Mismas paredes de piedra oscuras casi desgastadas por la humedad y baldosas pegajosas llenas de un líquido de que prefería no tener consciencia. El sofá donde se tumbaba Vanessa siempre que se emborrachaba, y donde a veces ella se echaba una siesta, estaba rodeado de botellas de vidrio de diferentes colores vacías y tiradas por el suelo; las estanterías de detrás de la barra apenas tenían suministros de alcohol. Ahora entendía la poca iluminación del espacioso salón. Al parecer, Vanessa seguía igual de siempre. Más allá del arco de medio punto de la entrada el salón seguía siendo el mismo lugar donde los miembros de los Toros Negros hacían las reuniones. ¿Por qué Yami no la había avisado? Hubiera hecho cualquier cosa por salir de aquella mazmorra en cualquier momento. Incluso desobedecer las órdenes del Caballero Mágico más poderoso de todos los tiempos; por lo menos hasta el momento. Nadie había intentado derrocar a Julius Novachrono por ahora. Pero habría un día en el que sucedería. Akatell lo tenía muy claro. Cuando ese día llegase, suponía, todo cambiaría. Ya sean para bien o para mal.

-Las cosas no son como una quiere, Akatell -le decía la Hermana Sabrina siempre que la encontraba con las manos en la masa-. Cuando seas mayor entenderás como debe comportarse una mujer con magia.

Jugando a las cartas -[Zora Ideale] [BLACK CLOVER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora