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◜❤️🩹⋆彡ᵎ ִֶָ you know, we never did have that second date...
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━━━━ ❨✩❩ helena ༉
LA AUSTRALIANA INGRESÓ AL LOFT DE DEREK APARENTANDO SEGURIDAD EN SU EXTERIOR,pero si cualquier hombre lobo se acercara a ella y oliera sus emociones, la timidez sería la que opacaría al resto de pensamientos y sentimientos.
—¿Qué haces aquí? —Derek aparece en su vista al instante, sus brazos se encuentran cruzados y con el usual acompañamiento de su ceño fruncido, aunque en realidad no le molesta tenerla ahí—. La reunión de la manada es en una hora, llegas temprano.
La azabache abre la boca para responder, siendo interrumpida por una voz proveniente de las escaleras. —Lena —Peter sonríe porque sabe que las mariposas dentro de ella revolotearon al escucharlo llamarla por su apodo—. Adelante, te estaba esperando —extiende su mano a ella, incitándola a tomarla.
Te tomo como una droga. Ella sonríe hacia Derek, caminando hipnotizada al tío de este.
Cuando Peter la ha guiado a su habitación, cerrando la puerta y quedando solos en la habitación insonorizada, entierra sus dedos en las caderas de la bruja, empujándola contra su cuerpo y besando sus labios con fervor. Te saboreo en mi lengua.
Al tomar distancia, Helena sube su mano a la mejilla del mayor, acariciando y sintiendo bajo su tacto la barba creciente. Peter se encuentra observándola en silencio, examinando su rostro.
Me preguntas en qué estoy pensando. Te digo que estoy pensando en...
—Lo que sea que tú estás pensando —murmura, alejándose de ella—. Anda, pequeña, dime algo que olvidaré, y pueda que tengas que decírmelo otra vez.
—Tenemos un plan para batallar con el aquelarre que se aproxima —contesta, dejándose caer sobre la cama—. Y como es de brujas, yo seré la carnada.
—Es loco lo que haces por un amigo. Por todos ellos —el hombre toma asiento frente a ella, acariciando su rodilla—. Y es loco que pienses que te dejaré hacerlo.
—Peter... Son la única familia que tengo —deja de recargarse contra la cabecera para inclinarse a él, tomando sus manos entre las suyas—. No puedo dejarlos.
El hombre lobo suspira, pasando a hacerse un espacio detrás de ella y abrazarla. —Sé de las peleas y discusiones, lo sé, y sé que no has querido hablar de eso, así que adelante, llora, pequeña niña. Sé lo mucho que te importa. Sé que tienes problemas paternales —Helena solloza, pero no desea derramar lágrimas por aquel hombre, Peter sintiendo todo.
—¿Por qué él es así? ¿No merezco su amor, acaso?
—No digas eso, Lena —Peter volteó el rostro de la australiana hacia él, limpiando las lágrimas que no fueron derramadas—, es él el que no merece tu amor. Pero, y si fueras mi pequeña niña, haría todo lo que pudiera hacer. Enfrentar a todo el aquelarre solamente con mis garras y colmillos, o me escaparía y me escondería contigo si eso quisieras.
—Peter —Helena sonríe, girando su cuerpo completo para sentarse sobre el pelinegro, colocando ambas piernas a los lados de su regazo—, pero si ya lo soy —afirma, volviendo a acariciar su rostro.
—Me encanta que tengas problemas paternales.
Sus expresiones se vuelven serias, antes de volver a besarse con deseo, Peter recostando la pequeña figura de la chica con suavidad en la mullida cama.
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—DIME LO MÁS EMPALAGOSO QUE VENGA A TU MENTE,por favor —lo mira suplicante, trazando finamente con sus dedos los labios del mayor.
Peter la mira, adorando. —Traté de escribir tu nombre en la lluvia, pero la lluvia nunca llegó, así que lo hice con el sol.
Helena soltó una pequeña carcajada, besando castamente sus labios. Peter había rodado los ojos, dándole la espalda. La vergüenza, siempre llega en el peor momento.
—No, Peter —suelta un quejido infantil—, jamás hagas eso. No conmigo —lo obliga a darle la cara, bajando su mano para acariciar su pecho desnudo—. Gracias.
—¿Por qué?
—Cuando mis amigos te consideraron el villano... Siempre estuviste ahí para protegerme, ayudarme. Sin darme cuenta me hiciste darte una segunda oportunidad.
—Oh, Helena —el hombre lobo la tomó entre sus brazos, obligándolos a sentarse, recargando sus espaldas contra la cabecera—, no sé qué estás haciendo conmigo, pequeña niña, porque sigo intentando dejarte ir.
—No lo hagas. Deja de intentarlo —abrazó su torso, escondiendo su rostro en el cuello del mayor dejando besos dulces y sin segundas intenciones—. Desde que acepté tu mordida y activaste mi lado bruja firmaste tu sentencia a mi lado.
