Capítulo 16: Farol

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El doctor Emilio terminaba de realizar su trabajo con Alma

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El doctor Emilio terminaba de realizar su trabajo con Alma. Los demás chicos eran atendidos por enfermeros, sus heridas eran superficiales; tenían cortes, quemaduras y golpes, nada de qué preocuparse. Tan solo Ángeles y Dante se salvaban, aunque no del hollín en sus rostros y ropa.

Las manos de la líder temblaban, y no se debía a su herida por mordedura, la cual ya no dolía. Sus oídos seguían aturdidos, la violencia con la que los anómalos habían atacado le daban a entender que, en ese momento, seguía viva de milagro. Tan solo si esa mordida hubiese ido a su cuello.

Un pésimo día terminaba con una noche fatal, le sería difícil huir de las pesadillas, quitarse ese horrible malestar.

—No voy a convertirme en anómalo, ¿verdad? —Alma intentó mofarse para aplacar sus pensamientos negativos—. Sería muy cómico —añadió con la voz apagada.

—Lo dudo. —Emilio revisó los exámenes recientes de Alma—. Los anómalos son manipulados genéticamente antes de nacer. No sería cómico, consideran a los humanos como amenaza, y...

Un intenso alboroto se oyó en los pasillos del hospital centinela. Alma se levantó de la camilla. Podía imaginarse de que se trataba. La "preciosa" división de la que era líder estaba en caos.

—¡Les dije que no podrían con esto! —Luca era retenido por Yaco y Mao—. ¡Nosotros los habríamos capturado sin tanto circo, sin arriesgar a nadie!

En eso, Luca tenía razón, pero la captura de los anómalos era una excusa por una causa mayor.

—¡Estamos todos vivos, acabamos con siete de ellos sin su ayuda! —Alex no tenía intenciones de golpearlo, pero de igual modo elevaba su voz—. ¡Preocúpate por ver quién nos quería hacer explotar! ¡¿Por qué eso no te genera molestia?!

—¡Cállense de una vez! —Alma se interpuso entre Alex y Luca—. Nuestra misión no tenía riesgos más que las habilidades de los anómalos. No contábamos con una emboscada, Luca. No acuses a Alex o a los chicos que han trabajado hasta el cansancio.

—Nosotros también trabajamos —reclamó Luca—, pero no te importa. Desde que están ellos nos excluiste de todo lo que tanto te quejabas.

—Antes no te gustaba mi indiferencia —dijo Alma—, y ahora no te gusta mi compromiso. Ya entendí, no hay forma de conciliar contigo.

Luca se soltó de las manos de sus compañeros, no atacaría.

—Deja el drama, Luca —prorrumpió Mao, quien sabía los motivos de la exclusión—, ellos tienen razón, es más preocupante que alguien esté tras el detonante y la muerte brutal de los anómalos.

Alex alzó su voz y preguntó:

—¿La DII no sabe nada de esto, Mateo?

El chico se espabiló.

—La DII tiene asuntos más importantes que unos mutantes —respondió Mateo, calmado—, las subsociedades son problema de las Divisiones. Deberías saberlo.

Sociedad Centinela parte II GRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora