Capítulo 7: estrategia

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El diluvio cesaba, las estrellas se mostraban entre los nubarrones que se difuminaban en el viento

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El diluvio cesaba, las estrellas se mostraban entre los nubarrones que se difuminaban en el viento. Alma las veía centellar, no podía dormirse tan fácil como su compañero de cama, al que miraba por momentos, esperando a que se despertara y dijera algo más. Luca, fiel a su discurso, evitaba las insinuaciones románticas, las caricias luego del sexo, las palabras de amor. Alma debía conformarse con la última pregunta que él le había hecho tras el último espasmo de su cuerpo, "¿estás bien?".

"Estoy mejor", respondió. La relación era clara. No los unía otra cosa más que el trabajo y Mateo.

Con el alba, Alma logró conciliar el sueño. De un momento a otro dejó de percibir el tiempo y el espacio, adormecida por un calor abrasador que aliviaba las tensiones de su cuerpo.

El primero en despertar fue Luca, tomó su ropa y abandonó la habitación, evitando de manera total mirar hacia la cama. Tenía presente el día largo que le esperaba al equipo, en particular a él. Con la llegada de Mateo se sumaban problemas familiares a su agenda. Por ello, antes que Alma abriera sus ojos, iría a hacer diligencias, y a comprar el desayuno en alguna cafetería. Una parte de él necesitaba aire fresco.



Gary despertó de un sobresalto, al oír ruidos a latas en su cocina. Jazmín revisaba las alacenas en busca de algo que comer, algo que no fuera pan caducado o salchichas congeladas.

—¿En serio? —decía Jazmín, con la vista en el refrigerador—. ¡Esto huele a muerto! ¿Cómo vives así?

Jazmín se encontró con un hermoso hogar de hongos agusanados con aroma a homúnculo podrido. Las arcadas la invadieron.

—No suelo estar aquí. —Gary se avergonzó—. Iré a pedirle algo a Luca.

En realidad buscaba la excusa perfecta para saber qué hacía con Alma. No se detuvo a pensarlo dos veces, se apresuró al elevador y se dirigió directo al último piso. Golpeó la puerta y esperó, sin ser atendido. Entonces, cuando se dispuso a llamarlo, notó que tenía un mensaje del mismo Luca, convocando a toda la División a una reunión de emergencia. En ese mismo instante, el susodicho, regresaba de sus compras con el desayuno para dos.

—Gary, ¿qué sucede? —Luca abrió la puerta de su hogar—. La reunión es en dos horas.

—Buscaba azúcar, y café... —dijo Gary, husmeando a los adentros—. También pan y mermelada de arándanos.

—¿Acaso mi casa es el mercado del pueblo? —Luca se encrespó.

—Está bien. —Gary dejó de fingir—. ¿Qué pasó con Alma? ¿De qué se trata esa reunión?

Gary ingresó a la casa detrás de Luca.

—Vete ya. —Luca dejó sus cosas a un lado y lo empujó hacia la puerta—. No es momento de hablar.

—¿No es momento? —reclamó Gary—. Estoy aquí, deja la intriga.

Al escuchar gritos, Alma despertó de un susto. Con todo lo vivido, lo primero que se le ocurrió es que los chicos improvisaban una reunión. Así que se envolvió en sábanas y corrió al comedor. Al ver que solo Gary estaba allí, se detuvo antes de avanzar.

Sociedad Centinela parte II GRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora