C9.Pequeña pervertida.

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El cuerpo de Christopher acorrala el mío contra la pared del pequeño recibidor de la casa. Sus labios atacan los míos y un gemido involuntario escapa de inmediato de mi boca haciéndome odiarme a mí misma por ser tan vulnerable pero la sensación que siento en todo el cuerpo sobrepasa mis límites y mi autocontrol.

Envuelvo mis brazos por detrás de su cuello impidiendo silenciosamente que se aleje de mí y cuando su boca baja hasta mi clavícula y mi cuerpo entero se estremece ante el contacto de la calidez de sus labios sobre mi piel soy consciente del lugar en el que estamos.

—Para.—le ordeno pero él no responde. Sigue besando mi cuello y casi podría jurar que está marcándome.—No hagas eso, es de mal gusto.—me quejo y él se echa a reír apartándose de mi finalmente.

—¿Qué pasa ahora?—cuestiona enarcando una ceja. Sus ojos me miran y niego lentamente.

—Estamos en la puerta de la casa, por Dios.—replico.

—¿Y?—cuestiona enarcando una ceja.

—Y Maggie puede vernos en el momento en el que se le ocurra salir de donde quiera que esté.—una risita se escapa de los labios de Christopher y cruzo mis brazos por encima de mi pecho sin dejar de mirarlo.—¿De qué te ríes?

—¿Recuerdas que mañana nos vamos a la cabaña, verdad?—asiento.—Pues desde hoy por la tarde le di vacaciones a Maggie.—anuncia dejando un beso sobre mis labios.

—¿Qué?

—Así que por ella no te preocupes.—inquiere volviendo a besar mi cuello.—Y mejor deberías de preocuparte por ti porque te voy a hacer el amor en cada rincón de esta casa. ¿Entiendes?

—Chris…—susurro acalorada y él se ríe sin apartarse de mí. Cierro mis ojos echando mi cabeza hacia atrás disfrutando de la sensación de tener sus labios sobre la sensible piel de mi cuello y cuando soy consciente de lo que está pasando mi vestido está tirado en el suelo y solamente mi ropa interior cubre la desnudez de mi cuerpo.

—Shh…—murmura recorriendo mi cintura con sus frías manos. Me eleva unos centímetros del suelo y cuando soy capaz de comprender lo que está pasando mis piernas están rodeando su cadera  con fuerza, mi espalda todavía está apoyada contra la dura pared y sus labios todavía están besándome con fervor.

Llevo mis torpes manos a su pecho con la mera intención de deshacerme de su camisa de una vez por todas y cuando comienzo a forcejear con ellos apiadándose un poco de mi labor fallida la saca con facilidad.—Me parece algo injusto que yo esté casi desnuda y tú sigas vestido.—me quejo  y él se ríe buscando la cinturilla de su pantalón.

—Ven aquí.—anuncia pasando sus brazos por mi cintura una vez más. Comienza a caminar conmigo en brazos y mi entrecejo se frunce cuando me doy cuenta que no sube las escaleras hasta que mi mente reacciona y una risita se escapa de mis labios.

—¿Es en serio?—cuestiono enarcando una ceja. Él asiente de inmediato.

—Te dije que mi fantasía sexual era hacerte el amor en la cocina.—inquiere con una sonrisa traviesa cuando me deposita sentada suavemente en la isla de mármol. Mi piel se estremece una vez más cuando entra en contacto con la fría superficie pero me mantengo quieta observando a Christopher como se deshace de su pantalón quedando solo en bóxer y entonces  soy testigo de la gran erección que tiene y por un solo segundo reflexionando un poco me doy cuenta que eso realmente debe doler.—¿Qué tanto ves?—pregunta inocentemente y automáticamente llevo mi atención a sus ojos.

—¿Yo?—él se ríe.—No veía nada, solo pensaba.

—¿Y en que pensabas?—murmura dejando un beso sobre mi clavícula.

MIEL SOBRE HOJUELAS (+18).|Christopher Vélez (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora