C27. No más.

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—¿Estás segura que vas a estar bien…?—pregunta Zabdiel dejando un beso sobre mi frente.

—Si.—asiente.—De verdad.

—¿Sabes que cualquier cosa que necesites solamente tienes que llamarme, cierto?—asiento otra vez.—Dan…

—¿Si?

—¿Qué pasa, amor?—pregunta tomando asiento en el filo del sofá.—Desde que saliste del hospital has estado demasiado callada.—hace una pausa.—No entiendo que es lo que te está pasando…

—No me está pasando nada.—susurro.—Solamente era el ambiente. Odio los hospitales desde que era chiquita…no hay una sola vez que no piense en un hospital y no lo asocie a la muerte…supongo que es porque lo he vivido dos veces; primero con mi abuela y después con mis padres…

—Entiendo.—murmura.—Pero sabes que no estás sola. Estoy contigo y voy a estar contigo siempre…

—Gracias, Zabdiel.—inquiero entrelazando su mano con la mía.—Es realmente lindo saber que cuento contigo. Eres el ser más lindo, amable, bondadoso y sincero que he conocido en mi vida…—sus ojos se encuentran con los míos y una pequeña sonrisa débil aparece en sus labios.

—Te amo, Dan.—suelta de repente.

Le sonrío fugazmente.—También te amo.

Sus labios cubren los míos y cierro mis ojos un momento.—Escucha…—murmura apoyando su frente en la mía.—Necesito irme ahora mismo; mi padre quiere reunirse conmigo y ya se me está haciendo tarde…

—Ve con cuidado.—susurro y él se aparta de mí.

—Te veré más tarde para cenar, bonita.—le sonrío débilmente y asiento una vez más.

—Hasta pronto.—respondo.

Zabdiel me ofrece una última sonrisa y luego se marcha dejándome completamente sola. Inspiro profundamente tratando de llevar la mayor cantidad de aire a mis pulmones y luego lo dejo salir. Tomo el control remoto del televisor y comienzo a pasar los canales sin prestarles demasiada atención –ninguna en absoluto- pero el ruido que produce es mucho mejor que el silencio ensordecedor que abruma la habitación.

Las palabras de Harriet siguen rondando mis pensamientos a pesar de que he hecho esfuerzos que podrían considerarse sobremanos para cualquiera.

El sonido de mi celular llena el ambiente. Inspiro con fuerza y me estiro para tomarlo. El nombre de Christopher aparece en la pantalla y automáticamente mi corazón deja de latir un momento. Deslizo mi dedo por la pantalla táctil antes de llevarlo a mi oído.

—Hola.—saludo.

—Danna…—responde de inmediato.—Dios. ¿Estás bien?

—Estoy bien, no te preocupes.—susurro.—Y los niños también están en perfectas condiciones…

—Joel me dijo que te desmayaste y te llevaron al hospital.—asiento a pesar de saber que él no es capaz de verme.

—Mi presión arterial bajó. Eso es todo.—hago una pausa.—El doctor prefirió dejarme en observación para monitorearla en caso de que volviese a suceder pero nada pasó…

—Lo sé.—susurra.—Joel me estuvo manteniendo al tanto de todo lo que pasó…

—Porque estás en Canadá…—adivino. Lo escucho suspirar por lo bajo pero se queda en silencio un largo momento.—¿Christopher…?

—Si.—hace una pausa.—Lo siento, sé que tendría que habértelo dicho porque prometí que estaría en la siguiente ecografía para ver a los bebés pero…—suspira de nuevo.—después de lo que pasó con Zabdiel, yo…

MIEL SOBRE HOJUELAS (+18).|Christopher Vélez (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora