C21. La vida de los imbéciles.

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El timbre de la puerta hace eco en mis oídos

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El timbre de la puerta hace eco en mis oídos. Camino con pasos lentos por el pasillo hasta que llego. Tiro del pomo de la puerta y cuando abro me encuentro con los ojos de Christopher queme observan fijamente. Mis labios se entreabren un poco pero de ellos no sale ni un solo sonido.

—Hola…—susurra.

—Christopher…¿Qué haces aquí...?—cuestiono finalmente.—¿Cómo conseguiste mi dirección...?

—Yo…necesitaba verte.—murmura lentamente.—Necesitaba…—niega.
—Chris…

—Es una locura.—inquiere apartando la mirada.—Pero no puedo seguir con esto.—anuncia y un momento después sus labios están sobre los míos.

No es un beso suave, es un beso feroz. Un beso que me roba el aliento. Un beso que me hace jadear. Un beso que me hace estremecer de pies a cabeza. Lo correspondo con la misma intensidad con la que él me besa y cuando un pequeño gemido escapa de mis labios me doy cuenta que tampoco puedo seguir con esto. Lo necesito más de lo que quiero admitir.

—Christopher…—susurro apartándome un poco de él. Sus ojos me observan fijamente y me muerdo el labio inferior.—Hazme el amor.

No es una sugerencia. No es una súplica. No es una petición. Es una orden.

Una pequeña sonrisa se forma en sus labios.—Eso era precisamente lo que pensaba hacer. Necesito estar contigo, necesito hacerte el amor tanto como necesito respirar.—anuncia antes de volver a besarme. Escucho la puerta cerrarse detrás de él y sus labios me vuelven a atacar pero no me quejo de ninguna manera. Sus brazos rodean mi cuerpo. Echo mi cabeza hacia atrás para darle más acceso a la piel de mi cuello sensible.

Un gemido escapa de mi garganta cuando siento sus labios sobre mi piel pero no me importa. Con manos casi temblorosas busco los botones de su camisa y comienzo a deshacerme de ellos. Christopher sonríe sobre mis labios y vuelve a besarme con intensidad.—Dios, extrañaba esto…

—También lo extrañaba.—respondo presa del deseo. Lo deseo. Lo deseo a tal punto que me duele.

—¿Vas a arrepentirte mañana…?—cuestiona en voz baja.—¿Vas a arrepentirte de esto cuando despiertes y te des cuenta de lo que pasó entre nosotros?

Lo miro.—No. Nunca me arrepentiría de hacer el amor contigo cuando no hay nada más que desee tanto que esto…

Me sonríe.

Christopher me conduce por el departamento hasta que mis piernas chocan contra el sofá. Se sienta en él y me siento a horcajadas sobre él antes de volver a besarlo. Se ríe en voz baja y me estremezco cuando sus manos acarician mi trasero por debajo de mi bata de dormir. Mi estómago abultado está firmemente presionado contra su estómago pero no me importa. Y a él parece no importarle demasiado tampoco. Lleva sus manos a los tirantes de mi bata y los desliza por mis hombros dejándome desnuda de inmediato.

MIEL SOBRE HOJUELAS (+18).|Christopher Vélez (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora