Extra DOS.

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—Dios, apenas  y me  puedo mantener en pie

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—Dios, apenas  y me  puedo mantener en pie.—anuncio arrastrando mis palabras.

Los ojos de Christopher me miran un momento y cuando me encuentro una vez más con esa linda sonrisa que tanto amo sé lo que viene.

El evento más importante en la población empresarial de Miami –en su honor- por ser “El empresario del año”- acaba de finalizar y la sonrisa de los labios de Christopher no se ha marchado ni un solo momento.

—¿De verdad estás cansada…?—pregunta acercándose sigilosamente a mí.

—Ajá…—asiento alzando una ceja.

—¿También estás cansada para hacer el amor con tu marido que te ama con locura?—cuestiona acercándose a mí con pasos sigilosos. Sus brazos rodean mi cintura y sus ojos se conectan con los míos mientras habla. Y aunque está completamente vestido y yo también lo estoy puedo sentir la calidez que emana su mano en mi espalda baja y la manera en la que su tibia piel surte efecto en la mía. Porque por mucho que pretenda ser indiferente con él; no me sale.—Es que ese maldito vestido te hace ver condenadamente preciosa…

Me rio.—¿Ah, sí…?—murmuro acariciando sus mejillas.

—Maldita sea, sí.—susurra.—No tienes ni idea de las ganas que tenia de arrancártelo en esa jodida fiesta…—hace una pausa.—Y tampoco tienes ni idea de las ganas que tenía de partirle la cara a cada hombre que miraba en tu dirección más de diez segundos…

—Así que el Christopher celoso y tóxico ha vuelto a resurgir.—bromeo y él se ríe antes de besarme.

—Solo por esta noche…—Me echo a reír en voz baja y niego lentamente.

—Bueno…pues en realidad no existe motivo alguno para que sientas celos de cualquier hombre en el mundo ¿sabes?—susurra.—Porque eres el único al que amo…

—¿Segura que soy el único al que amas?—cuestiona alzando una ceja.

—Bien, tu competencia directa tiene siete años…—confieso y él se echa a reír.

—¿Debería de preocuparme?—bromea.

—Sí.—asiento.—Porque cuando lo miro a los ojos por más de dos segundos y me llama mamá; me enamoro cada día más…

—Te amo.—murmura volviendo a unir nuestros labios en un cálido beso.

—Te amo también.—sus labios vuelven a buscar los míos y paso mis brazos por detrás de su cuello para evitar que él se aleje de mí. Christopher parece entender la señal porque su boca devora la mía haciendo la pequeña muestra de afecto mucho más íntima y más placentera.

—¿Entonces puedo hacerte el amor…?—pregunta lentamente.—Ya sabes, una celebración privada…

Me muerdo el labio inferior.—Quiero esa celebración privada, señor Vélez…

MIEL SOBRE HOJUELAS (+18).|Christopher Vélez (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora