Atravesó el portal que conectaba sus aposentos en el mundo humano junto a los respectivos en Inferno. Hacía horas que lo habían reclamado, se había demorado demasiado en asistir a la llamada. Y todo por aquellos dos. Era genial, ya no solo le distraía aquella niña tonta, sino que también su supuesto hermano.
No obstante, no iba a negar que la satisfacción que sentía al haber descubierto qué era en realidad Elías era superior a cualquier cosa. Lo sospechaba desde que encontró su alma en el limbo. Sabía que era un ser celestial, pero no sabía de qué magnitud y estaba convencido que aquel ángel no era uno cualquiera.
Aun debía comprender la relación que tenía con Ceres y por qué lo mataron aquella gente de la institución. Eran creyentes, seguidores de Caelum. ¿Por qué iban a quitar de en medio a alguien que provenía del lugar al que le rendían culto?
Si algo sabía, es que la respuesta a aquello estaba dentro de aquella humana nada normal. No podía ser un demonio, pues tenía capacidad de sanar. Tampoco un ángel, dado que aquella capacidad de destrucción no era algo propio de aquellos seres. No, al menos, con semejante facilidad.
Y ahora que ella era consciente de su poder, sabía que estaba más asustada que nunca. Quizá lo culpaba a él por aquella incertidumbre. Bastante era el rencor que sabía que le guardaba por aquella marca.
Lo veía en su mirada.
Llegó a la sala de juicios. Los siete se encontraban en sus respectivos asientos alrededor del centro donde iban a traer al culpable para que hablara con el rey. Algunos habitantes de Pandemónium habían acudido para presenciar el evento y su respectivo resultado.
Se cruzó de brazos en pie, una vez se colocó en el sitio pertinente, a esperar a que trajeran al preso, el cual no se hizo esperar. Un Maldito era arrastrado por dos guardias, con una cadena en el cuello y vestido con una capa íntegra, que rozaba la superficie.
El suelo de aquel lugar era de piedra, uno de los materiales más usados en Inferno y de los favoritos de su gobernador y su techo alto enlazaba con el empedrado mediante varias columnas gigantes. Todo era alumbrado con velas, algunas flotaban en el techo. Empujaron al ser hasta el núcleo de la sala, el cual destacaba gracias a un pequeño altillo y arriba un arco apuntado delimitaba la zona de los visitantes con la del jurado, conformada por los siete sabios y el juez, Luzbell.
Las sospechas, casi confirmadas, de que era un residente de El Limbo el que había irrumpido en el infierno y había robado la gema, se habían visto avaladas al tener frente a sus narices a uno de ellos.
Allí estaba, el responsable de tanta preocupación en sus allegados. El que podría haber desatado el caos en la paz de sus dominios. Arrodillado en el suelo, alzó la cabeza para mirarlo. No había nada extraño en su aspecto, era como otro maldito más.
—¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó, andando con parsimonia alrededor de él.
El acusado seguía con sus ojos los movimientos del diablo mientras paseaba, pero no respondió. El resto de gente se mantenía en un absoluto silencio, atentos al diálogo que estaba a punto de producirse.
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Rapsodia Celestial [+18] [COMPLETA]
ФэнтезиLibro I • Cuando Ceres pierde a su único familiar, siente que el mundo se le viene encima. Resguardada en una institución religiosa, reza por su alma esperando a que Elías regrese. Sin embargo, su dolor y su anhelo atraen a Luzbell, el rey del infie...