XX - Placeres a escondidas

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Deseaba haber sido más rápida y haber salido por la puerta tan pronto como Kiter dio el aviso

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Deseaba haber sido más rápida y haber salido por la puerta tan pronto como Kiter dio el aviso. Por culpa de su insana curiosidad allí estaba, escondida bajo una cama e inhalando polvo y telarañas. Ni siquiera podía resoplar para pretender quitarse el que tenía sobre la cara, pues podría ser descubierta.

Escasos minutos hacía que habían entrado y ya deseaba que se marcharan.

—¿Sucede algo, Lucy? —preguntó una voz femenina.

Ceres arrugó la cara. ¿Cómo que Lucy?

—Te he dicho que no me llames así —se quejó él en un resuello.

—No hay nadie delante, ¿qué más da?

El crujir de las tablas que conformaban el somier delataba otro movimiento sobre el colchón. Candy se había colocado sobre él.

—No es un nombre apropiado para dirigirte a tu rey; no infunde respeto.

Pasó sus brazos alrededor del cuello de Luzbell mientras dibujaba en su rostro una sonrisa socarrona y altanera.

—Sabe que nadie en ninguno de los mundos le respeta tanto como yo —declaró, inclinándose para besarlo. Fue breve, pues éste no tardó en apartarse con el semblante turbado—. ¿Qué sucede? ¿Aún está preocupado por lo que sucedió en el juicio?

La intrusa escuchaba la conversación sin entender de qué hablaban. ¿Un juicio? ¿En el infierno? Sonaba absurdo, pero sentía curiosidad por saber qué se suponía que había ocurrido.

—No puedo evitarlo. Debo encontrar la maldita Rapsodia. Dicen haber dado con una, eso puede ser peligroso.

Sacó los colmillos al pensar en ello. No podía permitir que unos Malditos le pasaran por encima.

A Ceres se le iluminó el rostro al escuchar dicho sustantivo. Aquello era el libro qué había descubierto, justo lo que acababa de leer. Se maldijo por haberlo devuelto al cajón. Debería habérselo guardado junto a la daga y estudiarlo a fondo en haber regresado a su habitación.

—Y lo hará, mi rey —afirmó la mestiza—. Es el ser más poderoso que he conocido desde que me abrieron las puertas del paraíso.

Una sonrisa apagada se formó en la imagen del diablo. Agradecía el halago, pero sabía que aquello no era cierto. Siempre habría alguien más poderoso que él.

Repentinamente, Candy inhaló por la nariz con intensidad varias veces, mientras una expresión de suspicacia se iba formando en su rostro.

—¿No huele algo extraño? Como a... ¿humano? —comentó en una mueca de repugnancia.

Un glaciar parecía conformar la sangre de Ceres, que se escondía escasos centímetros bajo ellos, y apretó los párpados deseando no ser descubierta.

Sin embargo, la voz de Luzbell parecía no interesarse por aquel olor.

—¿Solo el más poderoso? —Su tono cambió drásticamente, denotando diversión.

Rapsodia Celestial [+18] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora