Prólogo

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Wang Yibo es un joven de 23 años recién cumplidos. Amante del baile desde que tiene uso de razón. Se dedica a dar clases en la academia de Na Ying, la famosa veterana cantante china. 

Desde temprana edad, Yibo pidió casi rogó ser llevado a estudiar baile ahí, suele decir que fue tanto el deseo de asistir, que prometió a su madre mejorar a un 100% las notas escolares. Probablemente Yibo no recuerde en el presente sí realmente se llevó acabo la promesa. Cada día el pequeño Wang esperaba que terminara el horario escolar para llegar a casa y alistarse para acudir a la academia y poder disfrutar los diferentes tipos de canciones a las que podía llegar a adaptarse su cuerpo al bailar y seguir aprendiendo más y más.

Cuando pensó que todo iba perfecto y nada podía salir mal, a la edad de 16 años tuvo que separarse de su mejor pasatiempo por cuestiones de salud. La directora siempre lo visitaba y juró que lo esperaría el tiempo necesario, siempre con los brazos abiertos para su regreso; la confesión de la mujer mayor hizo ese día un mar de lágrimas al estoico Wang Yibo. Aun así, sus palabras resonaban con fuerza en Yibo, gracias a ella no se había permitido recaer ni darse por vencido todo el tiempo que estuvo ausente.

Dos años después, recibió una respuesta positiva por parte del doctor para regresar a sus actividades que requirieran esfuerzo físico, incluyendo la danza, la alegría no cabía dentro de Yibo. Sin embargo, el miedo no dejaba de transpirar a través de cada uno de sus poros. El primer día fue extremadamente difícil, pues más que tener síntomas sobre su condición, se dio cuenta que lo estaba afectando de manera psicológica más que de forma física. Día a día fue apoyado por Na Ying y el tutor encargado de la clase.

Le había costado tanto trabajo alcanzar la condición física que tenía un principio, pero ni siquiera eso pudo detenerlo. Poco a poco el menor llegó a apropiarse de mucha más seguridad que la que tenía en su adolescencia. Comenzó moldear y a obtener un estilo propio, estaba convencido que nunca antes había disfrutado en demasía sentir su cuerpo libre ante la música, logrando volverse uno mismo con ella, superando cualquier obstáculo que se interpusiera ante él, de ahora en adelante tenía garantía que podía ser capaz de vencer lo que interfiriera en su camino.

Hoy en día Yibo, es responsable de varias clases. Ayuda a sus estudiantes a mejorar en todo lo que él pueda apoyarlos. Dedica gran parte de su tiempo a la academia, y cuando no es así, se dedica al modelaje en pequeñas empresas; con el dinero que ha estado ahorrando incluso se compró una moto de la cual estaba completamente enamorado y su colección de lego seguía creciendo muchísimo, aún más que cuando estuvo lejos del baile.

Simplemente la vida de Wang Yibo estaba completa, o al menos, no se le había ocurrido otra forma en la que pudiera estarlo. Tenía las cosas materiales que quería, el sentimiento que afloraba cada vez que estaba en el estudio de baile le complementaba de sobremanera, tenía salud la cual agradecía día con día, así como el apoyo de su madre y padre.

En absoluto creyó que aquellos sentimientos tan extraños para él, los que había experimentado una sola vez y que guardó muy dentro de sí, volverían a plasmarse con tanta fuerza el día en que su mirada se clavó en el joven alto y esbelto que entraba con lentitud y elegancia al salón.

Cuando notó que amenazaba con acercarse, la mirada contraria jamás se apartó de sus propios ojos logrando volverlo un manojo de nervios; y cuando escuchó su voz, esta entró por su oído y se derritió dentro de su ser. Un hormigueo sumamente desconocido se apoderó por completo de su cuerpo.

Todo comenzó a cambiar la noche en que conoció a Xiao Zhan, el nuevo docente de pintura.


− Hola. − una hermosa y reluciente sonrisa emergió de los labios de aquella persona.


Yibo estaba experimentando cómo su sangre circulaba con rapidez y se almacenaba en sus mejillas, dejándolas con un tenue rosa pastel. Estaba algo seguro que no había ingerido aun el alcohol suficiente para estar así.


Dejando sus dudas a un lado, recibió el saludo con un suave apretón de manos mientras se aclaraba la garganta. − Mucho gusto, Wang Yibo.

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Si llegaron hasta aquí, se agradece mucho su tiempo.

Es mi primer historia usando a personas reales, por lo que siento que puede quedar un poco OoC, trataré de que no suceda demasiado.

También es mi primer historia publicada en Wattpad por lo que no entiendo muy bien esta plataforma :/ yo me crié en Fanfiction, así que probablemente también la publique ahí.



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