14. Ashton Fletcher Irwin.

1K 65 20
                                    

Por Evelyn:

        Habían pasado varios días desde la breve y espontánea instrucción. Habíamos hecho algunas paradas más, siempre con la misma intención: encontrar sustento y combustible. En esos cortos períodos, aprovechaba para escabullirme y buscar algún tipo de arma que pudiera usar. No era partidaria de usar armas de fuego. Bueno, no era partidaria de usar ningún tipo de armas. Pero, visto lo visto, si quería seguir con vida necesitaba definitivamente un arma. Ayer tuvimos una pequeña reunión para hablar, entre otras cosas, sobre el tema de las armas. Llegamos a la conclusión de que las armas de fuego por muy efectivas que fuesen no ayudaban demasiado. El fuerte estruendo que estas generaban en cada disparo solo servían para atraer a más infectados. Había pocas armas de fuego con silenciadores, las cuales eran las únicas que podían utilizarse. Algunos se hicieron con alguna que otra hacha, la mayoría con cuchillos tanto de cocina como de caza. Yo en cambio no había encontrado nada para mí y tampoco estaba interesada en uno de esos cuchillos creados para destripar conejos y ciervos. Yo seguía con la idea de hacerme con un machete o algo similar, pero ¿de dónde iba a sacar yo un machete? Tendría que tener mucha suerte, y no es que la suerte estuviera de mi lado. Lo único bueno de todo esto, es que por ahora no necesitaba ningún arma, tenía a una decena de soldados conmigo y, sobre todo, al Sargento Fletcher que no me quitaba ojo de encima. No siempre hablábamos. Bien porque estábamos ocupados cuando nos encontrábamos o bien porque no nos veíamos. Pero, cuando nos cruzábamos, nos parábamos unos minutos a hablar. Casi siempre eran formalidades, hablábamos de la situación, de a dónde nos dirigíamos y qué necesitábamos encontrar para los próximos días, pero nunca nada personal. Y eso solo me hacía sentirme más inquieta e intrigada. Realmente no conocía a nadie de mí alrededor. Solo conocía al sargento, a Bruce y a Abby. Aunque esta última ni si quiera mediaba palabra, ni por más que lo intentase una y mil veces. De Bruce sabía un poco más. Era el único amigo que tenía hoy por hoy. Él decía que le recordaba mucho a una de sus hijas, Marie creo que me dijo que se llamaba. Me contaba mucha de sus anéctodas, vivencias y experiencias que había tenido a lo largo de su vida. En parte sentía un poco de envidia hacia él. Él había tenido una vida normal, una vida que yo ahora anhelaba. Había tenido una familia, una casa, su trabajo, había viajado. Había hecho mil cosas que me hubiera gustado hacer a mí. Pero ahora, todo aquello que había deseado hacer desde que era una cría, había cambiado demasiado. Ahora podías viajar, sí, pero para huir. Ahora podías formar una familia, sí, pero para ello debías encontrar a alguien, enamorarte, y ser tan inconsciente e irresponsable como para quedarte embarazada. Si ya el hecho de traer al mundo a una criatura era complicado, en un mundo sin médicos que controlasen el proceso, sin medios para cuidar al bebé, y por supuesto y lo más importante, en un mundo en el que por cada segundo que respirábamos, un humano se transformaba en un infectado. Yo desde luego no quería criar un hijo en un mundo como en el que estaba atrapada ahora.

        Había caído la noche. Nos habíamos refugiado en un pequeño bar de carretera que encontramos a nuestro paso. Oímos disparos y algunos gritos. Los militares habían tenido que despejarlo y sacaron a los infectados de allí, dejando los rastros de sangre por todos lados. Era muy desagradable, pero uno empezaba a acostumbrarse a ver vísceras y sangre por aquí y por allí por frívolo que suene. Entramos y cada uno se acomodó como y donde pudo. Montaron guardia y se quedaron fuera tres soldados custodiando cada puerta. Aquello se nos quedaba un poco pequeño pero nos apretujamos como pudimos. Me alegré mucho de encontrar un baño porque pude asearme un poco aunque echaba mucho de menos una buena ducha de agua caliente. Aspiraba a que no tardásemos mucho más para encontrar un sitio donde al menos poder bañarme. Me miré al espejo y la imagen que este me devolvió no era la imagen que yo recordaba de mí misma. La última vez que me miré al espejo fue en el baño de mi casa justo antes de ir a la Universidad. Mi pelo estaba enredado, sucio y tremendamente desordenado. Sobre mi piel había algunas manchas de suciedad y alguna que otra pequeña gota de sangre. Por suerte, no era la mía, pero por desgracia, significaba que pertenecia a cualquiera de los infectados que habíamos matado horas antes. Mis ojos estaban rodeados por una oscura sombra a causa del escaso tiempo de descanso y mis labios estaban brisados y despellejados por todas las horas muertas que me había pasado mordisqueándolos por mi nerviosismo. Estaba horrible, en definitiva. No tardé ni dos segundos en coger un poco de agua con mis manos y espantada, hundí mi cara en ella, frotándola, tratando de alguna manera borrar el sufrimiento de mi cara. Mientras yo seguía echándome agua en la cara y frotando con mis dedos mis mejillas, la puerta del baño se abrió y una mujer de unos casi cincuenta años apareció tras de mí. La vi por el rabillo del ojo y observé como se aproximaba lentamente hasta mí. Me incorporé y clavé mis ojos en el espejo de nuevo, pero esta vez mis ojos la escrutaban a ella y no a mí.

RECOVER || 5SOS Fanfiction.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora