VII

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Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos mis quejidos...

En la Sala de los Menesteres, el tranquilo silencio fue interrumpido por una voz:

— Blaise lo sabe.

Hermione se acomodó un poco mejor en aquella cama de sábanas rojas en la que se habían recostado, para observar el rostro de Draco.

— Tranquila -le calmó Draco mientras colocaba una mano entre su cabeza y la almohada- no dirá nada. No es de esa clase de Slytherin.

—   ¿Puedo preguntar cómo lo sabe? -preguntó ella con un ligero tono de temor en su voz.

Draco sacudió la cabeza mientras soltaba una risita, una de las pocas que podían salirle.

— Ese capullo es más listo de lo que pensaba, no me ha dicho como se dio cuenta, pero según él, ató cabos. Además de que encontró no se que nota tuya en nuestra habitación que se me caería de la túnica.

Aquel comentario hizo que Hermione le preguntase algo que ya llevaba rondando por su mente continuamente.

— ¿No estaremos siendo demasiado obvios?

— No lo creo. Si nos hubieran pillado, a estas alturas todo Slytherin me habría repudiado y San Potter y Weasel te habrían encerrado en la torre más alta de Hogwarts con tal de que no me acercara -Draco cogió un mechón de pelo que cubría parte de la frente de Hermione y se lo apartó hacia la oreja- dudo bastante que siquiera lo sospechen.

— ¿Y ahora se supone que debo confiar en él? -preguntó Hermione.

Al Slytherin se le escapó una risa irónica.

—  Créeme, es lo que le conviene. Blaise también tiene sus cosas. Además, confío en él.

—  ¿Como que? -preguntó la castaña, mientras se acomodaba en la cama- ¿a que te refieres con "también tiene sus cosas"?

Oh, mierda. Se le había escapado. Se lo había prometido a Blaise que no le diría nada, al menos por ahora. No sabía cómo se lo tomaría Hermione, así que le pidió que no se lo dijera, hasta que hablara con su...bueno, no sabía cómo llamarla, ni el mismo Blaise tampoco.

No obtuvo respuestas por parte del rubio. La Gryffindor miró a Draco. Cuando ocultaba algo, siempre hacía lo mismo. Parecía que no la había escuchado y observaba cualquier otra cosa que hubiera en la sala, justo antes de...

— Hoy en clase, Snape ha...

— No no no -le interrumpió la castaña- no vas a cambiarme de tema, Malfoy.

— Oye, es una tontería, no tiene importancia -le respondió tratando de evitar el tema.

— Entonces si no tiene importancia dímelo, no es tan difícil -le contestó- si Blaise sabe algo sobre mí, ¿por que no puedo saber algo de él?

— ¿Y por qué siempre quieres saberlo todo? -se enfurruñó Draco.

Hermione enarcó una ceja. Su expresión de la cara reflejaba claramente un "¿acaso no sabes quién soy?"

Draco suspiró cansado.

— No puedes decírselo a nadie. Ni si quiera a Potter y Weasel. Blaise me mataría.

— ¡No le diré a nadie! -exclamó Hermione impaciente.

— Está bien, está bien -dijo Draco- eres una insufrible sabelotodo.

— Gracias -sonrió Hermione, orgullosa- ahora suéltalo.

Draco decidió que mejor decirlo sin rodeos. Total, acabaría sonsacándolo tarde o temprano. Si algo le caracterizaba a Hermione, era su gran testarudez.

Con Las Ganas - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora