VIII

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Me disfrazo de ti...

28 de febrero, 1997

— Creo que deberíamos movernos. La cena está a punto de acabar...-dijo Hermione.

Un sonido gutural por parte de Draco le hizo entender a la leona que el Slytherin no estaba por la labor de levantarse de la cama, es más, se enredó aún más a ella entre todo el lío de mantas de la cama.

— Draco...-comenzó a impacientarse Hermione- empezarán a entrar a la sala común dentro de poco...

Draco puso una mueca de fastidio y salió de la cama como un resorte. Hermione salió también, y ambos comenzaron a vestirse, buscando la ropa que se encontraba desperdigada por el suelo de la habitación.

— ¿Por qué siempre tienes que arruinarlo todo cuando mejor estaba?

Hermione le miró con reproche mientras se colocaba la falda del colegio.

— Sabes que a mí también me hubiese gustado estar aquí toda la noche, pero fue tu idea la de venir a tu habitación cuando los demás están cenando -le contestó mientras se abotonaba la camisa- no puedo creer que hayamos venido aquí, es peligroso, además de que está prohibido.

— Ya, como si no lo hubieras disfrutado -respondió Draco sonriendo mientras echaba una mirada al suelo de la estancia.

La Gryffindor también lo hizo, y en ella encontró una camisa del colegio que Draco llevaba puesta unos momentos atrás. Tenía los botones sueltos y algunos hilos sobresalían.

—   Muy gracioso -dijo Hermione mirándole profundamente mientras sus mejillas se volvían de una tonalidad rojiza.

Cogió la varita y formuló un Reparo. La camisa volvió a su estado original, como si estuviera recién comprada. Draco la recogió del suelo aun conservando la sonrisa al ver el gesto avergonzado de Hermione.

Una vez vestida y aprovechando que tenía la varita en la mano, Hermione hizo unos movimientos frente a la puerta y los hechizos que tiempo atrás habían puesto, desaparecieron. Después se giró hacia Draco y vio que aún estaba colocándose la camisa.

— ¿Quieres darte prisa? Ya deben de haber acabado.

Justo en aquel preciso momento, cuando Hermione aún no había ni acabado de hablar, la puerta de la habitación de Draco se abrió repentinamente:

— Oye ¿porque no has venido a...?

La imagen que se encontró Blaise Zabini era totalmente ilógica. Draco Malfoy, su mejor amigo estaba abrochándose la camisa apresuradamente mientras una Hermione Granger observaba sorprendida hacia la puerta, como recuperándose de un gran susto.

Sin embargo, aquella imagen comenzaba a hacérsele costumbre.

— Joder Blaise, ¿es que no sabes llamar? -exclamó Draco en cuanto le vio en el marco de la puerta.

— No sabía que estabais aquí -le respondió el moreno mientras levantaba los brazos, como si fuera culpable de algo.

— Le dijimos a Theo que te lo dijera -añadió Hermione.

— Últimamente Theo está como ido, debe de estar embobado pensando en alguna tía de Hogwarts, pero no quiere decirme de quien se trata -comentó Blaise, mientras ponía los ojos en blanco.

— No eres el más indicado para hablar -habló Hermione con una sonrisa cómplice.

— Golpe bajo -le dijo Draco a su amigo mientras acababa de arreglarse las mangas.

— Si te refieres a Ginny -comenzó Blaise a replicar- tienes toda la razón.

Hermione sonrió.

— Pero es todo culpa de Weasley -habló Blaise- si su hermano no fuera tan...Weasley, tal vez podríamos hacer, que lo que sea tengamos, fuera algo menos secreto.

Con Las Ganas - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora