XVI: final.

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Me moriré de ganas de decirte...

Batalla de Hogwarts,
2 de mayo, 1998
05:30 am

— ¡Draco! ¡Draco!

Era su voz, le estaba llamando.

Le estaba implorando que regresara.

Cuando Draco consiguió abrir los ojos, se encontró el rostro preocupado de Hermione mirándole con angustia. Tenías los ojos vidriosos, y una capa rojiza de irritación los envolvía.

— ¡Draco! ¿Estás bien?

Trató de incorporarse del suelo, pero su cuerpo no le respondía. Se asustó.

— Te has estado desmayando y despertando por varias veces. Tengo que llevarte ya a la enfermería, ¿crees que puedes levantarte?

Otra vez esa pesadez. Venía de sus entrañas, sentía como le apagaba cada una de las células de su cuerpo. Cada vez con menos fuerza, notaba como se alejaba cada vez más de la realidad, de Hermione...apenas era capaz siquiera de abrir los...

— ¿Draco? -volvió a preguntar Hermione al ver que había vuelto a cerrar los ojos- ¿me oyes?

Le zarandeó suavemente, pero el Slytherin no despertaba.

Hermione echó un vistazo a sus manos, y observó con horror como aquella mancha negra se desvanecía a través de la manga del traje de Draco. Sin pensárselo ni un segundo, cogió la varita y rasgó la tela negra. Con horror pudo observar que la maldición había conseguido avanzar más allá del codo de Draco, casi alcanzando el hombro y colándose levemente por el pecho.

— No...-imploró Hermione, volviendo a zarandearle- Despierta, por favor.

Pero no obtuvo respuesta alguna.

Hermione colocó nerviosamente sus dedos en el cuello del chico, y se asustó de lo poco que percibía su pulso.

— Draco...-su voz se cortó por el acúmulo de lágrimas que finalmente dejó que cayera por sus mejillas- Draco despierta, ¿Qué...que voy a, a hacer sin ti?

Inútilmente trató de realizar de nuevo los hechizos curativos, todos y cada uno de los que conocía, pero estos no produjeron efecto alguno, y no sabía si era porque no era capaz de concentrarse, o realmente porque los hechizos resultaban inútiles.

La Segunda Guerra Mágica, la que tanto había temido por tantos años, estaba en pleno estallido. El peligro rondaba en todos los pisos y pasillos de la escuela, y los golpes y explosiones sonaban a cada segundo, destruyendo su preciada escuela. Pero a pesar de todo aquello, era incapaz de poner su vida a salvo. Era incapaz alejarse de ese preciso lugar.

Se quedó allí, intentando fallidamente despertar al Slytherin, cuando unos pasos apresurados al final del pasillo la alarmaron. Justo cuando Hermione cogió su varita y apuntó hacia el lugar de donde los pasos provenían, dos figuras torcieron el pasillo y frenaron en seco al ver la escena, Hermione respiró calmadamente y bajó la varita:

— ¡Hermione! Draco te está...-habló Blaise.

Pero en cuanto vio la figura de su amigo sobre el suelo, calló y temió lo peor.

— ¿Está...? -preguntó Theo.

— No, pero está muy mal, no sé qué le pasa, le ha alcanzado una maldición -explicó la Gryffindor- tenéis que ayudarme, hay que llevarlo a la enfermería.

Los dos chicos asintieron y se acercaron a Draco.

— Será mejor que nos demos prisa -dijo Theo dirigiéndose a Hermione- no te ofendas, pero si nos ven contigo somos hombres muertos. Tú incluida.

Con Las Ganas - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora