||Capitulo 3

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DATO INTERESANTE N.º 1

Policía Galáctica. Antecesora de la patrulla Galáctica.

No es que no sirviera el comunicador, los patrulleros se quedaron varados hasta tarde. El mortal no supo cuando llego a la base. La nave estaba reparada y para variar nunca respondieron la señal de ayuda. Todo fue culpa de la fiesta.

En la despedida, el kaio invito a Meerus todas las mañanas a tomar el té. Se lo guardo, pero nunca ha sido aficionado a eso de ingerir cosas. Era posible que se volviera en un adicto a los placeres culinarios, así como el dichoso ángel Whis. Hace ya un buen rato le perdió la pista, deseó quedarse varado cerca de ese planeta y hacerle una que otra pregunta, al final estaba más que complacido con el cacharro por quedarse en el planeta sagrado. Ahora tenía un amigo que sabía su secreto.

Conto las estrellas que aún tenía el cielo. Le asignaron la misión del día, pero antes recordó en visitar al dios y explicarle el por qué no lo podría visitar, se lo pensó y decidió ir mas tarde. Termino la misión y se fue de apoyo, aunque al final fue él quien resolvió todo. Era inusualmente distinto, repartía la buena suerte a sus compañeros. Le llamaban "la mano divina" porque siempre sus equipos eran ascendidos por los méritos. Su propósito no fue ser el mejor, simplemente aprender. El secreto era contar lo imposible, recordaría que daría todo por hacer bien su deber.

—Oye Meerus, ¿Quieres salir esta noche?

—Me encantaría, pero tengo que terminar el conteo.

—¿En la mañana?

—Visitare a un amigo.

Se resigno a visitar al kaio mínimo una vez por semana. A él le encantaba escuchar las tantas historias que tenía el novato. Los otros también entraban en la plática haciendo reír por sus expresiones. Era gratificante dejar de mentir por un instante. Tanto que llevo apostar a sus compañeros miles de teorías.

—Siempre ha sido callado. A mí se me hace que anda en malos pasos.

—Yo creo que vive con su madre.

—Jamás imagine que fuera como tú. Eso explica por qué tan presentable.

—Debo decir que mi mami es la mejor arreglando mi uniforme.

Si lo pensaban bien, poco era lo que hablaba y nunca abordaba temas personales. Y si... eran el inicio de las ocurrencias. Eso daba explicación a su negativa a salir por las noches y su ocupación en la mañana. La mejor de las teorías contaban la existencia de una madre enferma, pero no había sentido para no aceptar los asensos. Quizás se preocupaba tanto por su hijo que para despedirle le besaba la frente por las mañanas y en la noche arropaba.

Era motivo de envidias, pensar que alguien se preocupaba y lo recibía con chocolate caliente. La cobija del tigre siempre se mantenía en espera todas las noches, por lo que decidieron hacer una prueba. Constaba en enviarlo de misión en el turno nocturno, así su madre llamaría para saber de él. Pésima idea, la mujer moriría de la preocupación. El lado bueno, de todas formas, se enterarían después del funeral.

Total, ni una ni otra. Pusieron ante todo la honestidad y fueron directos.

—Oye Meerus, tus padres deben estar orgullosos de ti —. Meerus lo miro fijo—, ¿A qué se dedican?.

—Él... es importante y dedicado.

—No lo dices tan emocionado.

Dio una risilla y negó con la cabeza. A nadie más se le ocurrió idea alguna para apagar el modo silencioso. El cuartel estaba hecho un caos. Iban de aquí para allá como las hormigas. Ya debería de pensar en dejar de entrometerme en la historia, pero tan pronto como llegaron pudieron dejar salir un suspiro de alivio al saber que el amuleto de la suerte había llegado.

No puedo imaginarme el momento en el que le dieron luz verde a Meerus para intervenir. Se subió a la nave, le hizo saltar de alegría al saber que no compartiría con otro patrullero. Podría aprovechar para pensar en voz alta, pero primero apagó el comunicador.

—¿Que diría el gran sacerdote?, que ya deliro por hablar solo.

Lo medito y sonrió. Hablar solo no significaba locura, los mortales lo hacían al menos una vez al día. Si su meta era lograr conocer el universo también tenía que entender a los habitantes. La excusa perfecta.

Ya era suficiente con el disco que encontró. Escucho un poco "Lady Blue" y busco la ruta más cercana. Tan pronto llegó, vio a la distancia como los otros disparaban. Encendió de nueva cuenta el comunicador. Solicitaban refuerzos, no podían controlar la situación. Salto conteniendo la emoción, tanto que casi olvida su arma.

—Informe de la situación.

—Según el catálogo de especies, se trata de una cabra.

Asomó la cabeza tratando de ver con más detalle. En efecto, tenía esa apariencia.

—Te equivocas, es un Chivo.

—Sea lo que sea tenemos que detenerlo —, salto disparando.

—Lo diferencian los cuernos, ¿No?.

—Meerus atacó, ¿No debemos ayudar?.

Tres cajas de municiones y seguía sin funcionar. Se aproximó lo más que pudo, hasta lograr estar frente. Fue ahí cuando se dedicó a esquivar golpe tras golpe. Máximo fueron 3 hasta quedar arrodillado ganando fuerzas.

La cabra o chivo, aún estaba en debate a que se asemejaba. Detrás recibió un golpe y por fortuna lo logró evadir lanzando a su oponente. Nadie fue capaz de derribar, mucho menos de darle un golpe de suerte.

Huyó, pero antes de lograr Meerus fue en su persecución tratando de lanzar un rastreador para no perderle la pista. Lo intento, pero no era tonto su oponente.

—Señor, ese es un...

—Rastreadores —lo tomó y destruyó de inmediato— ya nos volveremos a ver.

El rey de la vía Láctea ya les esperaba. Los altos mandos miraban con decepción.

—Hicimos lo posible, es fuerte.

—¿Dónde está ahora?.

—Lo perdimos. Meerus le puso un rastreador, pero perdimos la señal.

La élite no estaba preparada para un nivel de poder tan alto, aún era pocos reclutas y la mayoría temía que fuera su última misión.

—¿Por qué no lo golpeaste? Lo tenías frente.

—Mejor calla, tu estabas tratando de descifrar que especie era.

Las cosas no se quedarían así, pensaría en un plan para evitar ser descubierto y la más importante mantener a salvo el universo.

Las cosas no se quedarían así, pensaría en un plan para evitar ser descubierto y la más importante mantener a salvo el universo

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