||Capitulo 15

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AGENTE ELITE JACO

Un alíen con una novia o ex posiblemente más alta que él. No usa ropa y orina por los orificios laterales de su cabeza.

La patrulla galáctica intervino en una bodega clandestina. Producían hace tres décadas compuestos orgánicos como reserva de alimento de un planeta no muy lejano. La especie ahora extinta, era investigada en los laboratorios subterráneos. Se hallaron más de dos toneladas de polvo de hueso molido, usado como base de maquillaje en más de una galaxia. Se escucharon rumores de su fabricación, sin embargo, las fábricas locales mantenían sus secretos en otros planetas. Los trozos de carne eran triturados y vendidos como alimento para animales o en su defecto se hacían botanas. La piel iba a la industria textil.

La oficina donde debía haber estado el encargado, aun tenía papeles. En uno de los reportes daban a conocer como y el fin de la industria. Las criaturas que solían consumir dicho producto no eran capaces de digerirlo. Los enfermos fueron recompensados por la fábrica, brindando sus servicios en sus instalaciones subterráneas... Casual fue la extinción temprana de la especie. Al adentrarse, la carne se exhibía colgada en más de mil tiras por los alrededores. La sangre seca dejo coágulos, usados como colorantes naturales. El pelo fue recogido a montones y vendido como cordones de zapatos. Por extraño que parezca, seguía viva la construcción, con maderas aferradas a los muros y medio clavo dentro.

Meerus incluso se asombró al ver los congeladores que resguardaban carne, en su mayoría había sido metida antes de la autolisis. Pese a tan impresionante mantenimiento, no se logró evitar la macha verde en la fosa lirica de los cuerpos casi enteros. En una bóveda a la izquierda se mantenían los cerebros, aun en prueba la super esponja extra absorbente.

—Yo encargue una de estas —, señalo el diseño de la esponja— ¿Creen que adsorba lo que promete?.

—¿Aun piensas comprarla?.

—No, el precio es muy elevado y más a la venta.

—No hagan planes, esto ira al almacén de evidencias.

—Idiota, no se mantendrá.

Meerus aun rondaba entre las papeleras. Buscaba todo tipo de pistas que se pudieran guardar. Encontró un permiso donde les autorizaban la elaboración de productos comestibles, incluso se hayo la empresa de transporte aliada a la empresa psicótica.

—¿Qué clase de persona autoriza esto?.

Irico salió a tomar aire y volvió a entrar, recogiendo una envoltura. Los papeles salían y salían de los cajones.

—No es hora de comer —le arrebataron la bolsa.

—Aún hay uno —metió su mano sacando la botana.

—Yo no lo comería —advirtió Meerus aun revisando los papeles. Lo comió—. ¿Delicioso?.

EL patrullero asintió y Meerus mostro el papel donde aparecía el logotipo de la marca.

—Te comiste la evidencia.

La jornada laboral empezó, la gente entraba en puñados. Salieron dando aviso de la clausura y la Policía local llegó para acordonar la zona. En el otro extremo del universo, el festín de cinco aves fue servido. Una gran taza de agua caliente con limón y dos pistas de ácido clorhídrico. No fue suficiente, le hecho la botella entera.

El cocinero revolvió la mezcla y uso hiervas para cubrir el olor. No la probó, pero hizo pruebas con un esclavo que traían a rastras del calabozo. Le engañaron diciendo que era su día de suerte. La luz del sol que coloraba de azul la habitación fue suficiente para aceptar una prueba de la mezcla. Lo bebió. El sujeto tardo en morir. Lo volvieron arrastrar a la celda con la indicación de contar el tiempo en que moría. Aun insatisfechos le agregaron veneno de roedor e ibuprofeno, así lo puedes reconocer, claro que en este mundo se llama distinto. Lo cargaron y volvieron a traer otro sujeto de prueba. La nueva receta parecía no ser sospechosa, de todas formas le agregaron colorante azul, poniendo de excusa que era una bebida nueva que el chef se inventó.

Salieron corriendo, llevando postres y la bebida como lo más glamoroso, el felino se admiró de tantos colores. Le pusieron de nueva cuenta la servilleta y acomodaron los cubiertos. Salieron de la habitación con la promesa de traer más.

—Whis... —con la mirada el ángel se dirigió a él— ¿No te parece sospechoso?.

—¿Sospechoso? —alzo la ceja—. Hay que dar las gracias antes de retirarnos.

—Este es el último planeta por hoy. Vamos a la Tierra.

Se levanto y exploto el planeta, miles y miles de pedazos como le gustaba a veces destruir.

—Me apena la actitud humana —confeso el ángel—. Desde un inicio se notaba su intención.

Los presos de la prisión galáctica idearon un plan para escapar. Además, no había mucha vigilancia en esos días. Podrían aprovechar y de una vez ejecutar el plan sin altas de fallar. En agradecimiento, ayudarían a la cabra vieja dudando de sus habilidades por completo. Hablaba de grandes poderes que los dioses llegarían a temer como en el pasado. Lograría de nueva cuenta su grandeza y respeto. Escucho hablar de las esferas del dragón del planeta Namek. Una buena oportunidad se escuchaba, sin embargo, no estaba del todo seguro que existieran.

Ya era suficiente, Bills necesitaba un descanso y el Kaioshin se reuniría con los otros para intercambiar modelos de trabajo y consejos. Así que los dioses no estarían disponibles. Meerus aguardo un poco más en la bodega investigando el paradero de los dueños actuales. Huyeron, podría buscar a cualquiera y se negaba a usar ese privilegio. No necesitaba de ayuda. Hasta la fecha hablaba de vez en cuando con sus hermanos, solo para mantenerse al tanto y una que otra conversación con su padre.

Por su mente paso una gran idea para despejarse. Muchos se cortaban el pelo y hacían cortes diversos, sin embargo, lo exótico de los ángeles no es la piel o la aclamada técnica. Eran los peinados, así como lo primero el corte de la niña que habla inglés del planeta Tierra, casi igualo el estilo del ángel del universo nueve. Mientras unos lo prefieren simple, otros crean estilos casi imposibles de replicar, el mayor ejemplo está en ese mismo universo. 

 

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