||Capitulo 19

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INCONGRUENCIAS

Espejo de ayuda, eso simple y de fuerza. A la falta de la lujuria y aprueba la dulzura.

Camino hacia el armario y comenzó a sacar sin sentido sus pertenencias. La maleta término vacía en el suelo. Goku se sentó al borde de la cama y al poco rato recogió una por una las hojas llenas de datos. Fue ahí cuando se quedó estático perdido en el armario caoba, de un instante a otro pareciera actuar como un lunático desesperado. Lo era. No recordaba donde dejo el maldito cetro. La lógica era preguntar y pedir ayuda. Ni en la peor de las circunstancias debía cometer ese pésimo error. ¿Y si ya lo había visto? con lentitud trato de echar un ojo al mortal. Aun tenía cara de sueño, tanto alboroto le despertó. Su ineptitud le provoco tanto dilema y si se lo hubiese guardado no pasarían tales cosas. Los ángeles no pierden su báculo o eso supuso al desconocer que Whis lo descuidaba, si no fuera por el pez oráculo, nunca más lograría hallarle.

Bills sin duda lograba sacar de quicio, y es que cuando se propone a dar lo mejor de sí, pareciera uno de esos gatitos que insisten por atención con su ronroneo. Curioso que te ignoren cuando les das aprecio y siguen insistiendo con su ritual de atención repitiendo el ciclo. Pasados los minutos, ignoro que el sayajin se tomó el tiempo de contemplar lo mismo, la nada. Después un largo rato le indico que volvieran a la cama. Alzo los hombros disimulando que nada paso. El mortal dejo los papeles en la mesita y levanto la maleta, así permaneció hasta volver la mirada al armario. Si quería permanecer observando la caoba no habría problema. Meerus se recostó mirando al lado contrario y una mano por debajo de la almohada.

—Sé que estas despierto ¿Perdiste algo? —, no era posible quedar dormido tan rápido.

—Lo buscare después —. Fingió cerrar los ojos y cuando el respirar del mortal le golpeo en el rostro, los volvió abrir. Tenía que admitirlo, era incomodo—, no es nada importante.

—Pareciera que sí.

—Fue una de esas sensaciones de perder algo y no estar conforme hasta no ver —, se excusó. Se alejo dando alivio al novato. Quedo de pie junto para observarle.

—Yo también solía tener un báculo —le aterro su respuesta. Quiso contestar, pero su boca permaneció callada. Se puso de pie y sin palabras se dirigió hacia la maleta, llevando todo de vuelta—. Jaco dijo que los agentes elite dormían treinta minutos.

—La verdad, puede perderse la noción del tiempo —desvió el tema, no quería dar explicaciones y menos permitirse mostrar como de nueva cuenta le temblaban las manos, así como esa vez que se encontró a su hermano mayor—. ¿Puedo preguntar algo?.

—Claro... —no le molesto en lo absoluto.

—¿Tienes familia? —. Detestaba su concepto familiar. Podría decirse que le llaman padre al líder y sin duda eso suena maravilloso. Se equivocan, es más cruel y nada que ver con lo que conocen. Entre las razas mortales se entendían y una clase de lasos. Una cosa más que les envidiaba, el contexto de la familia era una palabra sin sentido antes de bajar al mundo inferir, y ahora peor la palabra para referirse a los padres.

Gran o sumo sacerdote... o como le parezca mejor. Un tema de influencia que no entendería era como uno podría empatizar con los ideales mortales. Quizás el no tener un propósito real, los llevaba a divagar y espiar por esos bastones mágicos. El simple hecho de nacer así, le frustraba al recordarlo. El sacerdote incluso estaría en las mismas, no dudaba que los otros llegaran al punto de odiar su estatus. No, se equivoca. Eso es culpa de la influencia mortal, estúpida humanidad que quiere hacer todo a su forma. Incluso otorgar personalidad a lo inanimado. Le molestaba el simple hecho de no hacer más. Si tan solo entendieran que sus padres no eran el mismo contexto que tiene. Un nuevo significado descubierto a palabras existentes. La noción del tiempo paso tan lenta, creyó haber metido la pata con su cuestionamiento.

—A veces creo que es mejor estar ausente, el hecho de perder a cualquiera de mis seres queridos por mi culpa sería, peor que si destruyeran el universo.

Se sincero tanto. En ese mes que llevaban compartiendo el espacio, no era inevitable que hablaran de muchas cosas y entre tanto lograr coincidir con puntos de vista. Confeso mucho, pero no tanto como esa noche, le revelo un motivo tan cierto y a la vez incomprensible... ¡Qué situación más confusa!. Su naturaleza aún estaba presente y no le permitía juzgar como los otros: un pésimo padre, y lo aceptaba. Decía que sus hijos encontraron la figura paterna en alguien mucho mejor que él. Por su culpa es que Freezer atacaba, los androides le buscaban y su emoción le hacía ciego y arriesgar todo. Si quería dar lo mejor de sí, tuviese que dejar todo lo malo atrás. Detrás de esa descripción jovial, existía un ser imperfecto y con problemas como los demás. No todo es fácil, era incomprensible muchas temáticas y es porque nunca había tenido tanto acercamiento con otros. Un niño solitario en la montaña y un abuelo muerto sin saber quién le asesino o porque ya no está. Aprender a sobrevivir sin afecto y conocimiento de la existencia de terceros. No fue así hasta la aparición de Bulma, no del todo cambio, aun se aislaba en las montañas. No era difícil identificarse con él. Un inexperto tanto en lo propio y en lo extraño.

Ninguno era un héroe, incluso hacían las cosas por un sentido distintivo. Ya sea la emoción de una pelea o la justicia, lo que en verdad trata de cubrir ese sentimiento de no pertenecer a ningún lugar. Saber tanto de algo no le daba el conocimiento como la experiencia y menos viviendo millones. Eran hipótesis sin conclusiones. Eso era lo que le gustaba de ser parte de la patrulla Galáctica, el sentido de pertenecer a algo. Le apasionaba tanto que también era una motivación. El ser relevante y no simple espectador sin influir.

 El ser relevante y no simple espectador sin influir

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