||Capitulo 8

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LEY GALÁCTICA N.º 1.No se puede viajar o interferir en el tiempo.Universo 12, aniquiló los primeros creadores de la máquina del tiempo.Universo 7, viajó en el tiempo para vencer a Zamasu.

Claro que Meerus nunca pide nada. No pide, espera mejoras. Tiene la tolerancia como si el tiempo no pasará. De mañana mientras hacía sus rondas diarias leía los tantos libros e informes que las ondas enviadas por la patrulla Galáctica a los planetas proveen. Que suerte que su modelo de nave no fuera tan viejo. Entre las novedades volvió a resurgir el archivo de la destrucción del planeta Vegeta y el hogar de la leyenda de las esferas del dragón.

Tomo curso en dirección a la derecha, ahí lograría detenerse y comprar un expreso galáctico para su compañero, entre las costumbres angelicales existe una que da impresión de buenos modales. Nunca debía llegar con las manos vacías. En buena hora, su compañero lo esperaba en un satélite natural mientras comía.

—Hola Meerus.

—¿Me conoces? Nunca nos enviaron juntos.

—No, pero eres el modelo por seguir de muchos. Incluso el mío.

Meerus lo miro extrañado, le resultaba en completa rareza escuchar eso o que nunca pasará por su cabeza. Siempre está tan ocupado como para dar por hecho algo así, no era esencial.

—Te traje esto —, cambio de tema entregando el expreso.

—Gracias, no les creí y veo que es verdad. Permite que te corresponda.

—No es necesario.

—Claro que sí, eres mi ídolo —, alzó la mano y gritó— mesero.

Desde su llegada a esa galaxia del universo siete, eran contadas las veces en las que se atrevía a dar bocado a las cosas, esta fue una de ellas. No sabía nada mal la comida, hubiese preferido seguir insistiendo en la negativa, aunque pareciera descortesía. La cuenta fue entregada, Meerus se ofreció a pagar y eso no era el trato. Permaneció en silencio por casi todo el camino mientras su compañero le narraba las tantas historias que había escuchado de él.

—Algún día quiero ser tan prodigioso como tú.

El dialogo final antes de llegar a la central. De los papeles que había en la mesa, uno llamo por completo su atención. Se trataba de grandes mundos de un material jamás conocido que se movía más rápido que cualquier otro, justo uno de ellos llego a sus cuadrantes. Tenía que inspeccionar que todo estuviera en orden. Ya en camino, dejo a su compañero en un planeta no muy lejano, apareció su báculo e informo que había hallado una esfera.

—Voy en camino —, se escuchó a Vados.

Con eso dio como concluida su búsqueda con las esferas. En su regreso pudo ver como Whis se dirigía a cada rato al cuadrante del agente elite Jaco. Se encontraba hasta el extremo de la galaxia, así que es mejor seguir rumbo a la central. Hace ya un buen rato que le vio, ahora tenía que preocuparse por seguir a unos cuantos secuaces del emperador del mal. Se habla por ahí que resucito y volvió a morir. Aun así, existían varios rumores. Muchos especularon que el resurgimiento de ese temible ejercito era un hecho, incluso ya estaban activas las convocatorias a los más fuertes del universo. Su deber es que eso no pase, mínimo en su galaxia.

Condujo por tres horas en dirección al sur, a su mala suerte salieron de su jurisdicción. En los últimos meses no le había ido de maravilla y aun así tenía la fama que tanto le recalcaban. Era intenso y a veces peligroso su trabajo. Cualquier día te encontrabas con la actividad delictiva y solía ser de bajo rango. En un segundo se solucionaba.

Jugaba con el comunicador experimentando cada sensación que provocaba. En esta ocasión regreso por un expreso galáctico. No lo tomaría, en definitiva, tenía otros planes. Dejó caer un poco en los controles de mandó. Nada aún. Se aferró a que alguien no le viera y decidió ir fuera del cuadrante, la mala suerte lo atrapó guiando donde se encontraba su nuevo compañero.

—Hey, Meerus. Llegaste temprano —, no había de otra y bajar a saludar.

—Perdí la noción del tiempo —. Fingió confusión.

—Ya que estas aquí, podrías quedarte un poco más.

Su mujer salió y sonrió. Tardó poco y estar frente a los patrulleros, le miro un rato hasta terminar riendo.

—Con que tú eres ese agente tan famoso.

—No es momento, solecito.

—Mi marido habla día y noche de ti como si fueras una celebridad. Si existiera un póster cambiaría todos esos recortes y lo pegaría.

La mujer no se lo aguanto y al poco rato sacó los calendarios galácticos donde había recortado con detalle la figura de Meerus. El agente quedó pasmado imaginado que vergonzoso era el momento.

—Incluso, con lupa recortó cada cabello.

—Ya veo, aún que mi página favorita es está.

Busco en el calendario actual la dichosa página que mostraba a Jaco y lo que resaltaba no fue su sonrisa, de fondo los mitos en carne y hueso. Ahí se encontraba el ángel y el dios.

—¿Por qué esa?.

—Me hace no olvidar.

—Creo que eres un nerd. Los dioses no existen, y ahora es sorprendente que sean verdad.

Tardaron un rato hasta entrar y refugiarse de la oscuridad. Esa noche le llevó a la mente uno que otro recuerdo gozoso. El té olía a las plantas del planeta sagrado y sabía cómo el cálido abrazo del kaioshin cuando le daba ánimos. Al tomarlo le quemo dejando sin sensación, no le importó pensé a la expresión que mostró. Por la mañana, salió temprano en dirección a su nave. Una pequeña explosión se escuchó dentro. Corrió y abrió dejando salir el humo provocado.

—¿Qué sucedió? —, salió corriendo el otro—. Parece que iremos en mi nave.

—No te preocupes, una vez aprendí de esto —empezó a examinar los controles.

—Llamaré a la central. Avisaré que llegaremos tarde.

Reviso una y otra vez el manual llegando a la conclusión que no trataba de esa clase de falla. Miro a la izquierda dando por hecho que el problema es el líquido. Dedujo que como sospechaba y escucho, nunca dejes caer líquidos en los artefactos. Una vez, en el tercer universo hizo un apagón en el planeta por un descuido de tal magnitud, la tecnología de esas naves era primitiva en palabras de Camphari.

—No vuelvas a tocar nada —, bufo al final del recuerdo.

—No vuelvas a tocar nada —, bufo al final del recuerdo

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