||Capitulo 4

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SUPOSICIONES.
Quince minutos se vuelve eternidad.

Si el universo se encontraba en apuros no podía permitirse perderlo. Quería conocer más y si apenas lograba salvarlo él invitaría a festejar a todos sus compañeros. Llego un nuevo informe: El sospechoso se acerca a nuestra área. De inmediato todos volvieron a ocupar lugar en las naves, Meerus apenas había dejado su arma cuando le dieron aviso. A su mala suerte, el rey de la vía láctea pidió su presencia. Rodó los ojos y fue del sentido contrario a los otros. Llego a la puerta y antes de golpearla con amabilidad le dieron acceso.

—Pasa y toma asiento.

Lo recibió la asistente, el rey de la vía láctea seguía ocupado. Empezó a juguetear con sus dedos esperando con impaciencia mientras veía las alarmas sonar una tras otra. La asistente seguía serena y limándose las garras, si eran garras. Le pareció curioso como todo mundo entraba y salía y más por que junto tenía toda la vista de la fuerza aérea. Podría asegurar que solo quedaban como máximo 5 vehículos, contando el suyo.

Le llego más de una vez el mismo mensaje a la asistente. Todos decían lo mismo. Hablaban de la baja de Fulanito y Zutanito de tal.

''Fulanito cayo en batalla. Será recordado como un héroe y lamentamos la perdida. La elite se hará cargo de brindarle los honores correspondientes''.

Ese era el mensaje de siempre, dudo que por tratarse de esta ocasión tuvieran más consideración. Copiaron y pegaron una y otra vez el mismo mensaje tratando de no repetir nombres, incluso mataron hombres aun vivos. Miro a Meerus un segundo y prosiguió.

—Yo creo que veré al rey en otro momento.

—Apenas han pasado quince minutos.

Para mí que fue más, pero si revisaba el reloj en la pared se vería muy desesperado. Se cruzo de brazos mirando a otro lugar, La puerta abrió y un salió un hombre que miro por unos segundos al novato para al final salir.

—Puedes pasar.

Alzo la mirada después de escuchar a la asistente. Salto del asiento entrando rápido.

—Sabes lo que está pasando allá fuera. Escuche que estuviste en el campo de batalla.

—No es un rival sencillo.

—Lo sabemos, nuestros mejores agentes se están preparando.

Nunca paro de intentarlo, ya sabía a donde iba. Le hablaría de lo cuan eficiente es y que merecía un mejor cargo. Era brillante, pero no tanto como aparentaba. Además, no era el momento. Sabía que al volver a negar buscaría la próxima oportunidad y persuadirle. No lo lograría. Hoy sintió la curiosidad de aceptar, era posible que ayudará en algo. Si se la pasaba negando podría seguir dejando ir la oportunidad y ser útil. Su miedo podría convertirse en la ineficiencia.

Lejos estaban en combate, todos daban lo mejor y no se darían por vencidos. Pronto tendrían que idear un plan de contingencia. Antes, la huida. La artillería se terminaba y los refuerzos tardaban. Los dioses dormían.

—Me parece que he ganado.

—A mí me parece que no —saco su mejor carta.

—Trampa, la tenías guardada desde un inicio.

—Pez oráculo, ¿Te cuesta aceptar tu derrota? Ya se parece al señor Bills.

—Juguemos de nuevo.

Tiraron las cartas de nuevo. No paso mucho como para que la policía se diera cuenta de su ineficiencia. Ya tenían datos del acusado. Ese día en especial pudieron darle fin.

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